POSADAS. Llegó prácticamente sin sangre y con el corazón cortado, pero, después de dos horas de una compleja cirugía y de seis transfusiones de sangre, el equipo profesional logró salvar la vida a este paciente, un niño de doce años. Este martes le sacaron el respirador artificial y, aunque está un poco adormecido, el chico está consciente y en rápida recuperación. “Está vivo por milagro y, si sigue evolucionando como ahora, podremos darle de alta en una semana”, contó satisfecho a PRIMERA EDICIÓN el médico cirujano general, cirujano infantil y urólogo César Benmaor. El niño guaraní de doce años ingresó al hospital de Pediatría el domingo a las 3.30 de la madrugada. Tenía cortes profundos en el pecho y había perdido mucha sangre. Aparentemente, según investiga la Policía de Misiones, el agresor sería otro aborigen de 18 años. El niño es de la comunidad Marangatú, cercana a Puerto Rico, de cuyo hospital fue derivado a Pediatría. Dos horas de lucha“El paciente ingresó por la guardia del hospital de Pediatría en un estado general regular, pues había perdido mucha sangre (es decir, con un estado hemodinámico muy alterado); allí lograron compensarlo y, diez minutos después, lo enviaron a cirugía, donde le realizamos una toracotomía (abrir el tórax) y nos encontramos con que tenía una perforación en el corazón, en la aurícula derecha, y en la vena cava inferior, que es una de las dos venas más grandes de nuestro organismo”, explicó el cirujano que lo atendió. “No esperábamos encontrarnos con una herida cardíaca, que tiene una mortalidad superior al 98%. Lo primero que hicimos, junto a los médicos Diana Seró y Dionisio Casco, fue usar una pinza para que deje de sangrar y tapar el orificio de la aurícula. Primero suturamos la aurícula, mientras la cava seguía con la pinza para evitar el sangrado”, contó.Hay equipo Según destacó Benmaor, “fue un trabajo en equipo muy sincronizado. Antes de que ingrese a Pediatría, me avisaron del paciente y vine inmediatamente después de avisar al anestesista, que llegó dos minutos después que yo. Después de suturar la aurícula y la vena cava en la cara anterior, la herida seguía sangrando, por lo que llamamos al cirujano cardiovascular de adultos Carlos Hobecker, que, pese a no atender a niños, llegó en cinco minutos con un móvil policial que encontró camino a Pediatría. Si no venía Hobecker, se nos moría el paciente, pese a que estaba compensado y no perdía mucha sangre porque todavía tenía la pinza. Ahí nos encontramos con que el arma blanca había traspasado la vena cava, las caras anterior y posterior. Fue una cirugía muy compleja porque la cava está detrás del corazón y este tipo de herida no tiene sobrevida, prácticamente”. Según recordó el especialista, la cirugía duró casi dos horas, “y fue un gran trabajo en equipo. Mientras los cirujanos nos enfocábamos en suturar las heridas, el médico ayudante metía el dedo en el corazón para tapar el sangrado, el anestesista le colocaba una tercera vía central, la instrumentadora pedía los instrumentos específicos que se necesitaban para esa cirugía, que no es de rutina, y también se pedía sangre porque durante la cirugía se le hicieron seis transfusiones. Hasta el traumatólogo de guardia estaba en contacto con el hemoterapista para pedir la sangre. Por el horario había poco personal, pero la verdad es que todos colaboraron y fueron claves para salvar a este paciente”, aseveró. Este martes le sacaron el respirador y, aunque sigue un poco obnubilado, ya empieza a responder en forma satisfactoria. “Hoy le retiraremos el tubo de tórax que es para drenar. El mejor de los estados posibles es el actual: el chico está vivo”.





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