POSADAS. Un empleado de Seguridad del motel donde se inició la golpiza a Carlos Raúl Guirula comprometió seriamente a la oficial que estuvo a cargo del procedimiento y confirmó que el trabajador de la construcción fue reducido y esposado dentro del alojamiento transitorio, ubicado en la intersección de las avenidas Santa Catalina y Andresito.El testigo aseguró haber visto el momento en que la mujer y otros cuatro policías pateaban a la víctima en el suelo.La declaración arrojó un manto de claridad sobre la investigación y estableció que no todos los policías intervinieron en la agresión.La Justicia está en condiciones de determinar quiénes participaron en forma directa de la golpiza y los que simplemente observaron el accionar, sin mover un dedo para evitar semejante barbaridad.Por esta razón, unos podrían terminar con prisión preventiva por el delito de “tortura seguida de muerte”, otros imputados de participación secundaria o incumplimiento de los deberes de funcionario público y un tercer grupo, de encubrimiento.El empleado de Seguridad prestó declaración testimonial el martes pasado, en otra jornada maratónica que se extendió hasta el filo de la medianoche.Hasta aquí, la reconstrucción del hecho indica que habrían ocurrido dos contiendas entre los policías y Guirula, claramente desigual, injusta y hasta cobarde.Una sucedió dentro del motel y la otra, afuera. La segunda estaría respaldada por el hallazgo de uno de los zapatos del albañil, encontrado en la vereda del inmueble por hombres de la Secretaría de Apoyo a Investigaciones Complejas (Saic).Las marcas en el pasto y las manchas de cal y tierra en los uniformes de algunos policías, que habrían rodado por el piso con el detenido, darían sustento a esa hipótesis.Tras esta segunda pelea, Guirula fue subido a la camioneta y trasladado a la comisaría Decimotercera, donde arribó sin signos vitales.Para los investigadores, la agresión habría recrudecido arriba del vehículo policial, fuera de la vista de cualquier testigo.La oficial asoma definitivamente como la más comprometida de los imputados: primero porque estaba al frente del procedimiento y ahora, porque un testigo la vincula directamente con la paliza.No es el único: uno de sus propios camaradas brindó la misma versión ante el juez de Instrucción 1, en su declaración indagatoria.Ella y los cuatro o cinco hombres que golpearon a Guirula podrían terminar con prisión preventiva por el delito de “tortura seguida de muerte”, una figura que contempla la condena a prisión o reclusión perpetua.Para la Justicia, hay elementos de certeza que confirman la existencia de una suerte de ensañamiento con la víctima, más precisamente de torturas, cuando se encontraba esposada, sin posibilidad de defenderse.En simultáneo, avanza la causa y se acercan los plazos para la resolución procesal de todos los imputados. En el medio, todo indica que en las próximas semanas podría llevarse a cabo la reconstrucción del lamentable episodio, un escándalo que salpica a la institución policial. Todos al banquilloLos once policías vinculados, en menor o mayor escala, con la muerte violenta de Carlos Raúl Guirula, irán a juicio oral y público por distintos cargos, según pudo averiguar PRIMERA EDICIÓN.La doctrina nacional indica y sugiere que, de no haber riesgo procesal, de fuga o entorpecimiento de la investigación, todo acusado llegue a debate en libertad.Habrá que ver qué decide el juez de Instrucción 1 de Posadas, Marcelo Cardozo, llegado el momento.Cuatro o cinco podrían responder por el supuesto delito de “tortura seguida de muerte”; otros por partícipes secundarios e incumplimiento de los deberes de funcionario público; y un tercer grupo, por encubrimiento.Son sólo algunas de las posibilidades que maneja la Justicia.En debate oral y público deberán dar su versión de los hechos, la mejor manera de determinar, con grado de certeza, cómo se desencadenó el lamentable episodio.Por ahora, los investigadores tendrían en sus manos las identidades de los policías que intervinieron directamente en la golpiza al trabajador de la construcción. “Tenía las muñecas en carne viva”Fuentes de la investigación indicaron que Carlos Raúl Guirula “tenías las muñecas en carne viva”, producto de la fuerza que habría hecho para defenderse de los golpes que recibía de una parte de la comitiva policial que acudió al motel para detenerlo, la madrugada del 19 de julio pasado.Como lo publicara PRIMERA EDICIÓN en su momento, el cuerpo presentaba hematomas, marcas de puntazos y el grabado de suelas de borceguí en la espalda.Todo indica que las lesiones se produjeron arriba de la camioneta Toyota Hilux, perteneciente a la comisaría seccional Decimotercera.Cuando ésta llegó a la dependencia ubicada en la chacra 241, el albañil había muerto.A partir de ese momento, según estimaciones de los detectives, los implicados habrían tenido unos 40 minutos para intentar alterar el escenario de los hechos.Resulta al menos crédulo pensar que arrojaron agua a la patrulla para limpiarla, a sabiendas de que con esa acción se perdían importantes pruebas para la causa; como pelos, huellas dactilares y otros elementos de relevancia científica.El teléfono celular de la víctima apareció entre las ropas de la oficial; no así la billetera en la que guardaba unos mil pesos, según relataron los dos amigos de Guirula.La causa está en manos del juez de Instrucción 1 de Posadas, a cargo del magistrado Marcelo Cardozo. Sin dudas, se trata de unos de los escándalos más grave de todos los tiempos en el historial de la Policía de Misiones. “Estaba tranquilo cuando llegó la Policía”Un dato no menor fue el que aportó anoche el conserje del motel donde se inició el mortal episodio que terminó con la vida de Carlos Raúl Guirula. “Cuando llegaron los uniformados al lugar, la situación ya estaba bajo control, estaba todo pago y Guirula estaba tranquilo, al igual que sus acompañantes. Mandé a llamar antes a la Policía porque temía que sucediera algo malo”.Fuentes judiciales confiaron que el empleado del albergue transitorio, situado en la esquina de las avenidas Santa Catalina y Andresito, ratificó ante el magistrado que existió un entredicho previo con el cliente, en este caso Guirula, por que figuraba un whisky impago por un total de 104 pesos. El conserje habría agregado que no mandó a una de las mucamas a llamar a la Polic&iacut
e;a por la citada deuda, sino que más bien lo hizo porque temió que “algo malo sucediera por la situación de violencia que se generó cuando se fue a cobrar dicha bebida al cliente”, es decir, el albañil. El testigo habría dicho además que “en todo momento Guirula le decía que él no consumió esa bebida y que por ello no la iba a pagar”.“El llamado a la Policía fue con la intención de apaciguar, de impedir una situación de violencia, porque la consumición fue abonada por uno de los acompañantes masculinos de Guirula”, habría referido el empleado del motel. Finalmente, y al ser preguntado si observó a los efectivos agredir físicamente al albañil, el conserje dijo que cuando llegaron los uniformados al lugar “la situación ya estaba bajo control, estaba todo pago y Guirula estaba tranquilo, al igual que sus acompañantes”. Luego precisó que si bien observó un tumulto -cuando los efectivos rodeaban a la víctima-, no pudo determinar si hubo o no golpes hacia el hombre. En segundo término, ayer declaró ante el juez Cardozo uno de los dos amigos que acompañaron a Guirula aquella madrugada fatídica. El hombre habría aclarado que fue él quien pagó la cuenta que le reclamaban a su amigo y que al llegar la Policía observó cómo lo sacaban del automóvil en el que entró y se negaba a salir. También que existió un forcejeo entre cuatro o cinco efectivos con Guirula para sacarlo del vehículo, pero que no llegó a divisar en ese momento que lo golpearan, según precisó una fuente del caso. Luego, los mismos uniformados le pidieron que se retire, por lo cual subió al rodado de su propiedad y salió del motel. Al cierre de esta edición comparecía ante el juez el otro amigo que acompañaba a Guirula esa noche, en la que ingresaron al motel junto a dos trabajadoras sexuales. Justamente una de estas mujeres ya declaró, aunque no aportó mayores elementos en la causa, ya que dijo que se retiró antes de los violentos y trágicos acontecimientos. El pasado martes, tal como publicó ayer este diario, una mucama del motel dijo ante la Justicia que vio al albañil “quietito y rodeado de policías” dentro del citado albergue transitorio.





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