SAN VICENTE. El Bachillerato Orientado Provincial (Bop) 97 comenzó a funcionar hace cinco años y desde entonces, esta escuela secundaria tiene a sus alumnos y docentes “desparramados” en cuatro sedes separadas por una calle.La dirección y dos aulas ocupan una casa que es propiedad del director del establecimiento. Otros dos cursos y la preceptoría están en una construcción levantada con el esfuerzo y trabajo de los docentes y los padres. A su vez, otros cursos funcionan en aulas aledañas a la Escuela 654; y otras dos secciones en el subsuelo de la Iglesia San Antonio ,que, muchas veces, fue utilizada como salón de actos. La comunidad educativa aceptó tolerar las incomodidades, la falta de un edificio propio y de espacios adecuados para dar clases con la esperanza de que el gobierno cumpla su promesa de construir una sede adecuada al Bop 97. Desde 2009, alumnos y docentes toleraron los robos permanentes como consecuencia de la falta de seguridad, correr bajo la lluvia y ensuciarse en el barro para ir de un aula a otra e incluso tener que usar letrinas. Pero hasta ahora, el gobierno sigue sin cumplir su compromiso de levantar una sede del establecimiento.Una lista de exclusasNo quedó ningún organismo oficial con injerencia en el tema al que la comunidad educativa del Bop 97 no haya presentado el pedido del edificio propio. Los hay presentados ante el Consejo General de Educación (CGE), el Ministerio de Educación, el Instituto Provincial de Desarrollo Habitacional (Iprodha), la Municipalidad de San Vicente, entre otros.El primer inconveniente que debió sortear esta comunidad educativa fue el terreno para levantar la escuela. Fue la misma Escuela 654 (que impulsó la creación de la secundaria para que sus alumnos no dejaran el sistema educativo) la que le cedió parte de su predio que fue donado por un vecino benefactor. Sin poder usar la falta de terreno como excusa, desde el Ejecutivo provincial explicaron a docentes, padres y alumnos que la construcción de la escuela seguía dilatándose porque la Municipalidad de San Vicente no la puso entre sus pedidos prioritarios. Este requisito también fue cumplido hace más de un año: no sólo la Municipalidad sino incluso el Concejo Deliberante de San Vicente enviaron notas al Consejo General de Educación y Ministerio de Educación, solicitando la construcción de un edificio adecuado y propio para esta secundaria ubicada en el humilde barrio Payeska de esta localidad. Este año, en una nueva ronda de “pasillos” y “gestiones”, la comunidad educativa confirmó que ya está aprobado el proyecto para levantar la escuela pero, extraoficialmente, los funcionarios les dijeron que deberán esperar un poco más porque ahora no hay recursos financieros para solventar la obra. “Nos explicaron que lo único que faltaba eran los fondos porque el proyecto está aprobado. La sensación que tenemos es que desvían la plata para otras cosas porque para el Bop 97 nunca hay”, confiaron a PRIMERA EDICIÓN. Escuela pobre para chicos pobresA contramano de la consigna de Domingo Faustino Sarmiento “escuelas ricas para chicos pobres”, el Bop 97 responde a “escuela pobre para chicos pobres”. Los docentes de esta secundaria dan cuenta del acompañamiento de las familias de sus alumnos a la institución educativa, pero saben que no pueden pedir una ayuda económica extra porque la inmensa mayoría es de muy escasos ingresos. Aún así, padres y docentes lograron juntar fondos y con sus propias manos levantaron dos aulas en respuesta al aumento de matrícula. En la actualidad, el mencionado bachillerato cuenta con alrededor de 340 alumnos de primero a quinto año, distribuidos en 12 secciones. Es el único secundario de la zona y sus alumnos llegan de los barrios San Ramón, San José, San Cayetano y Payeska. Al igual que las otras 11 secundarias de San Vicente, el Bop 97 está repleto en su capacidad de inscribir a más alumnos. Letrinas para todos y todas “Hacemos lo que podemos y tenemos alumnos y profesores muy tolerantes. Enseñamos y estudiamos en un ambiente precario e incómodos. Tenemos dos canillas para tomar agua, una arriba y otra adentro de la iglesia. No podemos poner más canillas afuera porque nos roban todo porque el predio está abierto”, contaron. Un docente mandó a hacer el mástil y colocó las banderas con dinero de su propio bolsillo y, al otro día del estreno, ya habían robado las piolas. Aunque parezca increíble en pleno siglo XXI, esta secundaria tiene letrinas, dos para hombres y otras dos para mujeres. Los docentes usan la misma letrina que sus alumnos, ubicadas en el predio de la iglesia. Los maestros que viven cerca de la escuela suelen ir hasta sus casas para ir al baño. A veces, los profesores piden prestados los sanitarios de la escuela primaria, pero por obvias razones no pueden hacerlo los 340 alumnos. Según contaron a PRIMERA EDICIÓN, el año pasado una de las letrinas se hundió, por lo que gestionaron ante la Municipalidad para que les hagan nuevos sanitarios. “La verdad es que nos ilusionamos, pensamos que iban a construir sanitarios, con caños y agua, pero después vimos que trajeron todo lo necesario para armar otra vez las letrinas”, confesaron bastante desilusionados. Tutorías nocturnasEl Bop 97 tiene computadoras pero no cuenta con una sala de informática por lo que los alumnos trabajan con las máquinas amontonadas en un espacio pequeño que a la vez funciona como biblioteca. También la falta de espacio condiciona el horario en que se dan las tutorías de matemática, lengua, geografía y biología; y los talleres de dibujo y pintura. Es que el único momento que están disponibles las aulas es cuando termina el turno tarde, alrededor de las 18. Ahí comienza otro problema que es la falta de suficiente alumbrado público en tres de las cuatro “sedes” escolares. Los alumnos más chicos casi no quieren venir a las tutorías porque es muy inseguro y la calle está muy oscura. Por eso, por la nochecita, dan clases sólo en una de las aulas, que es la única que tiene en su exterior alumbrado público. “¿Cuánto más tiempo tenemos que seguir de esta manera? ¿Cuándo el Bop 97 será prioridad para el gobierno? ¿Es mucho pedir que tengamos aulas y espacios acordes para la educación de los jóvenes”, cuestionaron los integrantes de esta comunidad educativa en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.





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