En la madrugada del sábado 24 de mayo de 2008 partía sin regreso Julio Lohrman, tras los embates de una larga y dolorosa enfermedad. Chaqueño de nacimiento y misionero por adopción, había integrado el “Trío de Oro” junto a su maestro Isaco Abitbol y al santafesino Roberto Galarza. En estas páginas una suerte de homenaje hacia él, con notas publicadas en 2007 y 2008 por la revista del festival “Cuando el pago se hace canto” de La Paz, Entre Ríos, pueblo que Julio amaba, ciudad que amaba a Lohrman. Bandoneonista con trayectoria nacional e historia que arranca a los 14 años cuando Isaco Abitbol lo llevó desde Oberá, donde vivía con la familia, hasta Buenos Aires donde entonces la música argentina se enseñoreaba en las radios, la TV y en las peñas o salas de espectáculos en vivo. Ese era Julio Lohrman. Hombre de gesto adusto, que rara vez revelaba “prima facie” sus sentimientos; esto es un barniz que lo separaba apenas del mundo porque con su bandoneón sobre las rodillas mostraba su alma de músico genial. Ese es -ahora en el recuerdo- Julio Lohrman, el que se vestía en las actuaciones con el blanco traje que heredó del autor de “La Calandria”.Su padre, homónimo, entrerriano, trabajaba en la Policía del Territorio y también era bandoneonista “vocacional”; su madre, doña Celestina Vallejos, correntina de Empedrado, ama de casa, era quien le prestaba a Julio el bandoneón del padre a hurtadillas.Julio Lohrman nació el 18 de diciembre de 1946 en Barranqueras, Chaco, pero por llegar con sus padres a Misiones cuando sólo tenía 8 años, es considerado un músico misionero.En la tierra colorada, Lohrman vivió en Alem y en Oberá; en esta ciudad Isaco Abitbol lo oyó tocar el bandoneón y por sus cualidades lo llevó a la Capital Federal. Para entonces, Lohrman tenía 14 años. Fueron tres décadas las que el joven bandoneonista chaqueño misionero estuvo con el “Patriarca del Chamamé”, integrando el “Trío de Oro” con Isaco y el santafesino Roberto Galarza. Tiempo después fundó en Ituzaingó, Corrientes, la Orquesta Folklórica Municipal.Dúctil, poseedor de una técnica que le permitía arrancar al instrumento todos sus secretos y los sonidos alegres o estremecedores que puede generar un bandoneón, Julio Lohrman, tocaba tangos con tanta maestría como cuando con el chamamé convocaba a la bailanta. Chacareras, gatos y escondidos también solían salir de la prodigiosa digitación de este hombre que vivió un largo romance con la música, desde aquellos escarceos sentimentales con un violín, primer instrumento que tuvo.Los primeros pasos en la música, como intérprete, Lohrman los dio en el ámbito del tango, integrando la “Orquesta Típica y Regional de Oberá”, habiendo estudiado el instrumento con el maestro Ricardo Vuori -conocido como “Don Buri”-. Previamente, Lohrman había pasado por la indecisión acerca de cuál sería su instrumento, ya que por entonces su preferido era el violín.Al llegar con Isaco Abitbol a Buenos Aires, se incribió como alumno de Ernesto Baffa, segundo bandoneón de la orquesta de Aníbal Troilo de manera que al cumplir los 18 años se le planteó -de parte de Baffa-, seguir con el tango, ingresando a la orquesta de “Pichuco” (Aníbal Troilo), o seguir en la música regional. Optó por esta última, trabajando con Isaco, su maestro y más adelante formando grupos, actuando como solista o en dúo con Angel “Pato” García, músico posadeño de relieve intercontinental que integró el conjunto “Los Paraguayos” del recordado Luis Alberto del Paraná.Las condiciones de Lohrman como artista -intérprete ágil, apreciado compositor y arreglador-, son conocidas en Misiones y en todo el NEA; todos los años realizaba giras por distintas provincias lo que hizo que incorpore a su repertorio regional y tanguero, también chacareras, zambas y música del centro-norte argentino.Cuando Julio Lohrman conoció La Paz y el festival “Cuando el Pago se hace canto”, sintió el hechizo que los grandes encuentros transmiten a los espíritus selectos. El festival lapaceño le brindaría luego la posibilidad de reencontrarse con su amigo del alma y compañero del “Trío de Oro”, Roberto Galarza.El creador del festival “Cuando el pago se hace canto”, Carlos “Mange” Casís es feliz contando los pormenores de ese reencuentro y lo que significó el abrazo entre Galarza y Lohrman sobre el escenario lapaceño, para la gente que integra el público de las noches festivaleras de La Paz.Además, La Paz fue para Lohrman el nexo que lo reunió con el recuerdo de Francisco Casís, tío de Mange y músico ícono de la ciudad de las barrancas paranaseras, bandoneonista también y que estuvo junto a Isaco.Hijo de norteamericanoDe apellido germano, no obstante, Lohrman recordaba que su abuelo paterno era norteamericano. La abuela sí, era alemana. Se hacía difícil hablar de cosas familiares con Julio Lohrman, no porque él se negara a hacerlo, sino porque su presencia, desvíaba la conversación siempre a la estrecha cercanía que mantenía siendo casi un niño con un maestro como Isaco Abitbol.“La anécdota del traje blanco – reía y contaba-, nace de la idea de Isaco que quería tener uno como el que tenía Perón”. El doctor Matera le hizo cumplir “el sueño del pibe”. Mediante – relataba -, ese médico que atendía a Eva Perón y también al Presidente, Isaco conoció al sastre de Perón. Cuando le contó de sus ganas de tener un traje igual, el hombre le dijo que tenía una pieza igual, de hilo finlandés -como el de la pilcha de Perón-; pocos días después, en la casa de Antonio Niz le hicieron entrega a Isaco de ese ansiado traje “como el de Perón”. Cuando Isaco partió, Lohrman heredó ese ícono de su pasado junto al “Patriarca” autor de “La Calandria”, entre otros clásicos de la música de Corrientes y en 1998 con impecable traje blanco (legado de don Isaco Abitbol), Julio Lohrman homenajeó al maestro en “Cuando el Pago se hace canto”. La aproximación de Lohrman al festival de La Paz “Cuando el Pago se hac
e canto”, comienza cuando el bandoneonista conoció a los artistas de ese festival y a “Mange” Casís en la fiesta de la amistad entrerriana-misionera, realizada en el Club Alemán de Posadas (1997).Contaba Julio, “allí comenzó un vínculo que se hizo muy profundo y familiar ya que como dije antes mi padre era entrerriano”. “Creo que `Cuando el Pago se hace canto´ se crea en La Paz una hermandad entre chamameseros, con gente que va desde todas partes, que ha deseado que llegue enero para juntarse en La Paz con un gran grupo de gente de buenas intenciones”,indicaba Lohrman. “Por eso es que el festival crece y allí reina la armonía” reafirmaba. “Además -recordaba-, fui amigo de “Pancho” Casís, tuve una buena relación con él, así como la tuve con Isaco”.Volviendo a su mettier, la música, Lohrman comentaba: “los dos eran tangueros y se juntaban para sostener largos mano a mano…(Se reía con la vista fija en ese punto del espacio donde se leen los recuerdos)”. “¡Se sacaban lascas!” euforizaba.Afecto por Entre Ríos Reafirmando esa amistad que el músico posadeño profesaba a la gente de Entre Ríos y en especial, de La Paz, contaba: “En cada CD mío hay algo de entrerrianía: por ejemplo en el que estoy preparando me van a acompañar dos músicos de Villaguay: Mario Suárez y el `Burrito´ Heili, y ‘Coco’ Jalil de La Paz.” “Este CD no tiene nombre aún” reconocía (Ese disco se llama “La Pulseada”, grabado en la primavera de 2006), pero tiene un tema muy importante en estreno, es de Roberto Galarza y Ciprián Hernández, se llama “Enero en La Paz”, incluirá “La clavija” de Francisco Casís y el clásico “Volver en Guitarra” de Roberto Galarza…"El reencuentroLohrman dice, entonces-, reforzando el dicho con un gesto de satisfacción “el reencuentro entre Roberto Galarza y yo, es obra de Mange Casís”. Apurando su café, decía, “Seguiré grabando a Isaco y a Galarza, siempre, porque ellos fueron las dos guías más importantes que tuve en mi vida en la música”. El último gran intérprete de Isaco AbitbolLa noche del 24 de mayo de 2008, en la sala “Antonio Ruiz de Montoya” se cumplió la velada de gala celebrando el cumpleaños de la Patria. Colmado, el auditorio posadeño presentaba sin embargo un aspecto poco usual. El rostro de los presentes estaba ornado de tristeza. Los músicos, cantores, actores, locutores, a cada rato recordaban -como para afirmar esa congoja-, “ha muerto hoy don Julio Lohrman”. La velada se trocó en el funeral que sus colegas y admiradores tributaron al maestro del bandoneón.Unos meses antes Julio Lohrman, Salvador Miqueri y Juan Carlos Jensen el domingo 7 de octubre de 2007, en Posadas le harían entrega de un reconocimiento durante la que fue la última actuación del músico. Julio Lohrman tenía un especial afecto por La Paz, la tierra de don Linares Cardozo y todos sus años musicales los comenzaba en “Cuando el Pago se hace canto”, encuentro que reúne a chamameseros de todo el país en un clima de amistad y arte regional pocas veces igualado junto a las barrancas paranaseras.Se fue, antes y sin retorno, pero dejando en el oído de su público el recuerdo de un estilo que lo marcaba como uno de los más prestigiosos bandoneonistas de Misiones. Así. Sólo bandoneonista, ya que se acostumbra a decir “chamamesero, tanguero, folklorista”, como añadidura a la referencia del instrumento que se interpreta, pero él tocaba tangos , folklore, chamamé, lo que venga..Sin encasillarloPor eso en el caso de Julio Lohrman, es injusto encasillarlo en un género, ritmo o ámbito musical. Su instrumento sonaba impulsado por un sentido armónico muy especial que le insuflaba este músico que nació en el Chaco, vivió su niñez en Misiones y se enriqueció musicalmente siendo uno de los acompañantes del “Patriarca” Isaco Abitbol, por muchos años.Tuvo en algunos momentos de su carrera la posibilidad de integrar orquestas típicas famosas (Ernesto Baffa, Aníbal Troilo), pues, como su maestro, sentía una gran afición por el tango. No obstante decidió quedarse en el ritmo del Litoral en el que se lo recordará siempre como integrante del célebre “Trío de Oro del Chamamé” junto a don Isaco y al santafesino Roberto Galarza.Por eso “chamamesero”De ahí que haya ganado el adjetivo chamamesero, a pesar de que era un genial tanguero. Se recordarán siempre sus actuaciones con Ángel “Pato” García (guitarrista, compositor e intérprete posadeño, , ejecutando los tangos de más porteño linaje como un fuellista nacido en San Telmo o Barracas al Sur.Y se ha visto a grandes bailarines folkloristas misioneros, danzar al son de un gato, una chacarera o una zamba con el botonear de Julio Lorman.Ave migratoriaComo un ave migratoria, Lohrman tenía su nido en barrio Los Pinos de Posadas y desde él iniciaba giras anuales por Corrientes, Entre Ríos, Santiago del Estero, Santa Fe. En esos lugares, el repertorio del maestro se entregaba con un chamamé , una polka, de un gato a una zamba, de “Kilómetro 11” a “La Cumparsita”.Estuvo presente en cerca de 40 discos LP y CD, integrando famosas formaciones. Recién entre julio y agosto de 2004 grabó en Posadas y por primera vez como protagonista exclusivo de la placa “Cuando el Pago se hace Canto”, CD en el que tuvo como primera guitarra a “Chavo” Núñez , y en guitarra base a Ramón Jalil -La Paz-, y la participación de Roberto Galarza.La pulseada, último CDEn la primavera de 2006 sale a la luz “La Pulseada”, otro CD editado por un sello correntino del ámbito nacional, disco en el que se destaca “Enero en La Paz”, chamamé de Roberto Galarza y Ciprián Hérnandez, alusión también a ese festival de los entrerrianos pagos del “Padre de las Chamarritas”, don Linares Cardozo. Es que tenía Lohrman un especial afecto por esa tierra del “Cavayú Cuatiá”, ya que todos los años, los comenzaba participando del encuentro que reúne a chamameceros de todo el país en un clima de amistad y arte regional pocas veces igualado junto a las barrancas paranaseras.





Discussion about this post