POSADAS. “Desde un principio, desde que me fue a buscar a la Terminal desconfié de él. Me decía que no iba a pasar nada, que no me iban a asaltar. Hasta fuimos al Correo para que yo renunciara a hacer cualquier problema si me asaltaban o me paraba la Policía. ¡Qué me iban a detener si yo tenía el comprobante del Banco! Para mí él fue el entregador”, señaló ayer Raúl Brítez, el agricultor al que robaron 480 mil pesos de una indemnización laboral en una salidera bancaria que ahora está en dudas. O mejor dicho, bajo la lupa de la Justicia.La contundencia del testimonio de Brítez llevó al juez de Instrucción 6 de Posadas, Ricardo Walter Balor, a disponer la demora del abogado en carácter de incomunicado, caída la tarde del miércoles.Al menos hasta el cierre de esta edición, el letrado particular continuaba en esa situación.En paralelo, Balor dispuso la custodia personal del denunciante. Fuentes de la causa indicaron que, al parecer, habría recibido amenazas, aunque otra versión señaló que la medida se debió a la delicadeza de la situación y al miedo que tenía la pareja de agricultores.La supuesta salidera, ahora puesta en duda por los detectives, se produjo el miércoles, minutos después de las 9.40, en la chacra 109 de Posadas, cuando Brítez y su esposa se retiraban del domicilio del abogado en el coche que conducía éste.El vehículo fue interceptado por otro, presumiblemente un Peugeot 406 oscuro con vidrios polarizados.Bajaron dos hombres encapuchados y con armas de fuego. “Sólo me apuntaban a mí y me gritaban ‘dame el dinero, dame el dinero’. Cómo sabían que estábamos en la casa del abogado, que teníamos mucha plata. Además, cómo sabían que yo llevaba el dinero”, se preguntaba Brítez aún con un dejo de consternación e indignación en una comunicación telefónica mantenida con PRIMERA EDICIÓN en la tarde de ayer.Aun “cuando se fueron en el Peugeot, él demoraba mucho. No les siguió con el auto. Incluso, cuando salimos a una avenida, se paró y yo le gritaba ‘metele, dale, metele’. Hasta que llegamos a la comisaría. Ahí yo les conté mi sospecha. Para mí, él fue el entregador”, consignó.Hubo otro indicio que llamó poderosamente la atención del trabajador rural, prácticamente retirado de la actividad debido al accidente laboral que lo llevó a cobrar 480 mil pesos el miércoles pasado.“Él en ningún momento me dijo que el dinero ya estaba en mi cuenta. Yo le dije para hacer una transferencia a Oberá, pero me explicó que el Banco no quiso. Me pareció raro que no quieran recibir o transferir semejante cantidad de dinero. Tengo fe que pueda recuperar algo”, concluyó Brítez antes de dejar la frase final: “Era mi esperanza”. “Sólo me apuntaban a mí con el arma”“‘Dame la plata, dame la plata’ me gritaban y yo retenía la mochila. No quería darles. En un momento él -por el abogado- me dice ‘¡Dale la plata Raúl, que nos van a matar!’. Entonces me saca y se la entrega”. La frase pertenece al agricultor que el miércoles se quedó literalmente sin nada. Sin el dinero de su indemnización y sin la posibilidad de volver a trabajar en el rubro yerbatero, después de la discapacidad del 60% que le diagnosticaron en la última y definitiva junta médica.Una máquina atrapó su mano derecha y perdió dos dedos. “Ese dinero era mi esperanza, la posibilidad de reiniciar mi vida con algo propio, porque con el problema que tuve nadie me acepta, nadie me quiere dar trabajo. Tengo 28 años y lo único que hice toda mi vida fue trabajar. Esa plata era mía, nadie me la regaló, me la gané con una desgracia. Nunca pensé que pasaría algo así”, manifestó con notoria tristeza en la voz.Brítez pareciera no rendirse y hasta tiene fe en poder recuperar algo del dinero. “Tengo esperanzas todavía. Para mí, él fue el entregador y debe conocer a los que nos asaltaron”, añadió a PRIMERA EDICIÓN.La causa está radicada en el Juzgado de Instrucción 6 de Posadas, a cargo del magistrado Ricardo Balor, quien dictó el secreto de sumario en la causa. No obstante, al cierre de la edición de ese día, igualmente trascendió que el letrado estaba demorado en averiguación del hecho.Brítez indicó que en el interior de la entidad bancaria habían repartido el dinero. Luego le extrañó que el abogado le dijera para ir a su casa, en lugar de la terminal o una parada de taxis. “Me dijo que le había dado de más y que en su casa me devolvería una parte del dinero. ¡Qué abogado más generoso! me repito ahora. Lo curioso es que él salió de la casa con su parte, para qué. Para mí ya lo tenía arreglado”.Al parecer, el letrado se habría quedado con unos 145 mil pesos. El resto fue a parar a manos de dos criminales.





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