POSADAS. Ramona Araujo (54) falleció el pasado martes 13 de mayo. Fue una penosa agonía, de meses de sufrimiento y padecimientos por una enfermedad que la dejó postrada. “No merecía este final, ella era una ama de casa activa, de esas mujeres que mantienen limpia la casa y que jamás dejan de desatender al marido. Le lavaba la ropa, le cocinaba…”, dice una de las vecinas de la víctima, que se quiebra en llanto al recordarla. La Justicia de Familia, advertida por una denuncia que realizaron los vecinos por la falta de atención que tenía la mujer por parte de su pareja, acudió a su domicilio con asistentes sociales, pero ya era demasiado tarde: Ramona ya estaba internada en el hospital Pedro Baliña (donde acuden pacientes con patologías agudas o con enfermedades infectocontagiosas) y cinco días después de ingresar a dicho nosocomio se produjo su fallecimiento. Una vez al tanto de la situación, intervino el Juzgado de Instrucción 7 de Posadas por subrogación, a cargo del magistrado Marcelo Cardozo, quien dispuso la inmediata detención del concubino de la infortunada mujer. La imputación que pesa sobre el individuo es de “abandono de persona”. El operativo donde fue arrestado el acusado se concretó ayer a las 17 en el barrio Nueva Esperanza, en la populosa zona de Itaembé Miní. Una comitiva policial-judicial, encabezada por el citado juez, golpeó la puerta del sospechoso, un hombre de unos 45 años, quien no mostró mucha sorpresa al notar la presencia de las autoridades. Los peritos y efectivos allí presentes realizaron las diligencias de rigor y procedieron a sacarlo esposado de la vivienda que compartió durante varios años con su ahora fallecida pareja. La mujer era oriunda de Corrientes, al igual que su concubino. No tenía hijos, parientes o amistades. Dicen que ni siquiera tuvo un velatorio. Pero lo que ahora realmente se preguntan los investigadores es si verdaderamente tuvo a su pareja al lado mientras sufría y se le aproximaba la muerte. Mientras tanto, Ramona seguramente no descansará en paz. Preocupado por sus mascotas El acusado dejó pasar a la comitiva policial a su domicilio y, al enterarse el motivo de su detención, lo primero que hizo fue preguntarle al juez que encabezaba el operativo “qué iba a hacer con sus mascotas, una perra y dos cachorritos”. Con buen criterio, el magistrado le sugirió al sospechoso encargar los animales a una vecina, quien aceptó cuidarlos hasta que se resuelva su situación procesal. La anécdota hubiera pasado desapercibida y hasta innecesaria en cualquier crónica policial, sin embargo, en el contexto en que se realizó el operativo, es una triste y lamentable paradoja que refleja la frialdad con la que algunas personas actuan con su prójimo. En el domicilio donde Ramona Araujo pasó sus últimos días de vida -antes de ser internada y de morir en un hospital-, personal de la fuerza incautó varios machetes con los que, de acuerdo a denuncias, el acusado amenazó en varias ocasiones a la víctima y a vecinos de la zona. En ese sentido, se debe destacar que muchos de los pobladores que residen en casas lindantes a la del sospechoso coincidieron en manifestar a este diario que “se trata de un hombre violento y exaltado cuando consume bebidas, y que en dicho estado en numerosas ocasiones habría agredido a su pareja y que hasta causó daños en su propia casa”. Estas declaraciones serán analizadas por la Justicia, que no descarta acusar además al individuo por presunta violencia de género. “A los cinco días hizo un asado”“Ramona falleció un martes y al domingo siguiente su marido organizó un asado en la casa. Vinieron sus amigos y tomaron bebidas como si nada hubiera pasado, parecía un clima festivo. Todavía no lo puedo creer”, dice Leonora, que no puede evitar las lágrimas al recordar a su vecina. “Fue una enfermedad que se le declaró de un día para el otro, para la Semana Santa pasada ya estaba postrada, no podía moverse y le habían amputado las piernas. Fue todo muy rápido, pero ella aún estaría viva si alguien se hubiera interesado por su salud, si alguien la hubiera acompañado e insistido para seguir su tratamiento. Llegó al colmo de no alimentarse porque realmente no podía levantarse de la cama. Él (por su pareja) se iba a trabajar a las 7 y no regresaba hasta caída la noche. Se imaginan no poder tomar agua, estar con un hambre terrible y depender de un individuo que viene exaltado, violento y al que no le interesa ni la higiene de la persona enferma ni la de su propio hogar. Sus mascotas (tres perros en total) andaban por toda la casa, ensuciando el lugar y pobrecita, a ella ni las curaciones en la herida le hacía, y se notaba porque sus lesiones largaban un olor muy feo”, reveló muy indignada la vecina. Luego Leonora aseguró que en algunas conversaciones que mantuvo con la infortunada mujer “ella me dijo que los moretones que tenía en la cara era porque él venía por las noches y la obligaba a mantener relaciones”. Finalmente, la vecina -quien será citada a declarar en calidad de testigo en la causa- expresó que “ella (por Ramona), pese a tener atención médica al principio de su enfermedad (diabetes), no contaba con los medicamentos específicos que le pedían los profesionales. Se automedicaba mucho y llegó a tener como una fuerte depresión al verse seguramente tan sola y al borde de la muerte, porque después hasta se negaba a acudir a un centro asistencial para que le hagan las curaciones y limpiezas de sus heridas”. El acusado fue trasladado a la comisaría Novena, donde quedó detenido y a disposición de la Justicia. En las próximas horas deberá comparecer en sede judicial, donde podrá dar su versión de los hechos o abstenerse.





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