BONPLAND. La mamá de una alumna del primer año del Instituto de Enseñanza Agropecuaria (IEA) de esta localidad denunció a través de PRIMERA EDICIÓN que su hija fue atacada en el dormitorio de esa institución por tres alumnas de los niveles superiores (cuarto y quinto año) y responsabilizó de lo sucedido a la mujer que, supuestamente, está a cargo del cuidado de las chicas en el internado. Según advirtió, esa persona “primero negó los hechos y después trató de que no llegaran a conocimiento de la rectoría”. Según relató la mamá, “los alumnos tienen que acostarse a las 22 y las tres alumnas que atacaron a mi hija ingresaron al dormitorio de primer año a las 23, sin que nadie se percatara de ello. ¿Dónde estaba el adulto que debe controlar por la seguridad de los chicos? Las chicas fueron directo a mi hija, la bajaron de la cama de arriba de la cucheta donde duerme le dijeron que tenía que pedir disculpas de rodillas a una de las chicas por algo que supuestamente había hecho. Ella les hizo caso porque tenía miedo y entonces le dieron una cachetada, la agarraron del pelo y le dijeron que al día siguiente tenía que volver a pedir disculpas, pero a otro chico. Eso ocurrió ante las quince alumnas que comparten el dormitorio y ninguna dijo ni hizo nada más que mirar. Con las tres agresoras entraron otras tres chicas que también fueron espectadoras. Después nos enteramos de que esas mismas alumnas que golpearon a mi hija se dirigieron luego a otro dormitorio, donde golpearon en el pecho a una chica de tercer año hasta que se desmayó”. El rol de los adultos Al ser consultada acerca del motivo que disparó la agresión, la mujer indicó que “las alumnas del nivel superior actúan con autoritarismo, les dicen qué tienen que hacer y qué no a las más chicas e imponen castigos cuando algo no les gusta o se sienten amenazadas. Aparentemente, esto se da desde hace muchos años, los agresores de ahora fueron las víctimas de antaño. Minimizando lo que sucede, me parece que la escuela institucionaliza la violencia”. Para la madre de la niña de primer año agredida, “todavía más grave que la violencia contra mi hija me parece la actuación de la señora que tiene a su cargo el internado, que ni siquiera puede decir que llegó tarde, porque nunca llegó. Cuando fui a hablar con el rector de la IEA trató de tranquilizarme diciéndome que fue un incidente. ¡Todavía no sabía que, después de pegar a mi hija, esas alumnas dejaron inconsciente a otra nena! Y quizás todo esto no hubiera trascendido si mi hija no se quebraba al día siguiente, cuando una de las chicas volvió a amenazarla en el instituto y ella se largó a llorar delante del celador”.Las tres alumnas agresoras recibieron 15 amonestaciones y debieron dejar el internado (se las expulsa de la escuela con 25 amonestaciones), “pero mi hija tenía miedo de quedarse por la noche por temor a ser abordada por las compañeras de las sancionadas. Al mediodía del miércoles, el coordinador de residencia, Juan Sartori, me llamó para avisarme de lo sucedido y decirme que mi hija tenía que volver con nosotros porque no se sentía bien. En el cuaderno de comunicaciones, Sartori escribió que mi hija regresa a casa por temas personales, y eso no es verdad. La otra nena agredida también volvió a su casa, supuestamente porque estaba con un cuadro gripal”, se quejó la mujer. “Como nunca me llamó el rector, este viernes viajé a Bonpland para hablar con él. En esa reunión el rector se enteró de la agresión contra la alumna de tercer año. Le pedí que me dijera qué medidas tomaría para garantizar que esto no vuelva a ocurrir. A mi hija la mandamos a una institución educativa, no a una cancha de fútbol donde puede ser herida. Y la verdad es que no me tranquilizó nada porque, en definitiva, no va a tomar ninguna otra medida. Ni siquiera nos convocó a los tutores de las alumnas involucradas en el hecho para una reunión. Todavía no sé si mandaré a mi hija el lunes a la escuela, es casi seguro que la voy a sacar del IEA porque no veo que haya un adulto haciéndose cargo de la violencia entre alumnos”, contó esta mamá que -paradójicamente- eligió esta escuela por su formación agrotécnica y porque estaba lejos de la vorágine de Posadas, donde vive la familia. Guía federal para los docentes Mientras que en Misiones aún se debatía si los docentes están obligados o no a intervenir ante una pelea entre alumnos y la falta de un protocolo sobre cómo debe actuar la escuela, el Ministerio de Educación de la Nación presentó esta semana una Guía Federal de Orientaciones para la Intervención Educativa en Situaciones Complejas Relacionadas con la Vida Escolar. Esta guía (cuya versión impresa se enviará a las escuelas, pero ya está en la web del Ministerio) es una muy buena herramienta para que los equipos docentes puedan abordar un hecho de violencia “antes, durante y después”. Parte de una idea básica: esconder, minimizar o ignorar un hecho de violencia no sólo está mal, sino que también es una forma de violencia. No son pocos los que minimizan el problema con sus palabras. El ministro de Educación provincial, Luis Jacobo, intentó hasta hace muy poco “naturalizar” la violencia en los alumnos diciendo que “este tipo de peleas hay desde siempre”. El año pasado, Jacobo llegó a decir que los hechos de violencia que se daban a conocer a través de los medios de comunicación eran una “realidad inventada”. Al menos, su reacción ante la pelea entre alumnas de la Escuela 782 de Bernardo de irigoyen, contemplada sin intervención por tres docentes, estuvo más a la altura de las circunstancias cuando cuestionó la no intervención de las educadoras. Intervención pedagógicaSegún se advierte en esta guía federal, el rol de la escuela ante los hechos de violencia es estratégico, pues concibe la intervención pedagógica intencional y sistemática de los educadores como generadora de vínculos democráticos entre las distintas generaciones e instrumento para la resolución pacífica de los conflictos. También remarca el documento la necesidad de “asumir la responsabilidad que tienen todos los actores institucionales en cuanto a la necesidad de favorecer una convivencia escolar democrática, part
icipativa y justa, donde todos se sientan involucrados en la comunidad educativa”.Adultos atentos En la guía se destaca el rol de los adultos, pues una mirada atenta “posibilita la intervención temprana y evita la escalada de los conflictos y su posible agravamiento. La negación del conflicto es tan perjudicial como su no resolución”.Advierte además que “las respuestas violentas de los alumnos se producen en muchas ocasiones frente a la supresión o negación del conflicto, frente a la falta de reconocimiento de las posibilidades del estudiante (fortalecimiento de la autoestima), frente a la negación de las diferencias, frente a la ausencia de proyectos y a la falta de intervención de las personas adultas; situaciones para una necesaria y oportuna intervención transformadora por parte de la escuela”.Frente a la agresión La guía es muy clara al momento de aconsejar cómo deben actuar los adultos de la escuela ante una pelea entre alumnos: debe intervenir siempre, tratar de apaciguar la agresión, conversar por separado sobre los hechos una vez que sea posible dialogar con más tranquilidad.El después también es importante: “Involucrar al grupo y no suponer que el problema es sólo de algunos. Esto no significa culpabilizar al grupo, a la clase, ni desconocer la responsabilidad del docente en la tarea de tomar y trabajar la situación. Convocar a las familias o adultos responsables de las o los estudiantes. Proponer espacios de diálogo entre las partes, una vez evaluada la posibilidad del encuentro. Generar acuerdos y compromisos para la convivencia posterior. Realizar siempre un registro escrito de la situación, detallando las intervenciones realizadas y los acuerdos convenidos. Comunicar las sanciones para establecer límites a las transgresiones a las normas acordadas, entendiendo la sanción como punto de partida de un proceso de transformación de los comportamientos y actitudes, y no como un punto de llegada. Para que no dé lugar a la sensación de impunidad en la institución; se deben establecer límites claros frente a las transgresiones”. Ante la violencia, nadie es neutralSegún reveló el estudio denominado “El mapa de la discriminación” realizado por el Centro de Estudios de Opinión Pública (Ceop) en Argentina, el 47% de los misioneros se sintió discriminado alguna vez. Este porcentaje de consultados en la provincia que fue víctima de discriminación (47%) es mucho mayor que el promedio país, con un 32,8%. El estudio mostró también que el 73,5% de los misioneros que sufrió una discriminación lo hizo en silencio. Otro dato para reflexionar es la responsabilidad que le cabe al espectador de un acto de agresión o discriminación. Ante la pregunta ¿Cómo caracteriza la reacción de las personas presentes?, el 58,9% de los encuestados misioneros señaló que los otros actuaron con indiferencia, un 19,6% hizo comentarios de reprobación hacia la víctima y el 6,4% apoyó al agresor. Esta cuestión fue abordada en la guía federal presentada esta semana en el Ministerio de Educación nacional. Se instruyó a los docentes a “resaltar el papel negativo que cumple el grupo cuando asume un rol de espectador que alienta la resolución violenta, o cuando decide no intervenir para detener la situación. Ayudar a los alumnos a asumir una actitud responsable y comprometida, señalando que en materia de violencia nadie es ajeno ni neutral”.





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