APÓSTOLES (Enviado especial). Hubo disparos. Muchos disparos. Creen que, al menos, fueron una docena. Y uno de ellos fue el que atravesó el brazo izquierdo de Marcelo Francisco Ferreyra (16) y se le clavó en el corazón. La muerte del adolescente fue el triste desenlace de la madrugada de sábado en el barrio San Martín de Apóstoles.El cuerpo del menor de edad apareció herido de un disparo de arma de fuego en el tórax alrededor de la 00.15 de ayer sobre la avenida Juana de Ibarbourou y calle Tántera, en el límite entre el conglomerado antes mencionado y el barrio Chesny, al oeste de la ciudad.Según pudo saber PRIMERA EDICIÓN, que recorrió la escena, el cuerpo de Ferreyra fue hallado tendido sobre el sector terrado de la avenida, a un costado de una cancha de fútbol, en una zona rodeada de casas de clase trabajadora.Fue un llamado telefónico anónimo el que alertó a la guardia de la comisaría seccional Primera. En pocos segundos, efectivos de esa dependencia y de la Unidad Regional VII llegaron hasta la escena y confirmaron la peor noticia: el cuerpo del adolescente yacía sin vida sobre un charco de sangre.Por orden del magistrado Miguel Ángel Faría, al frente del Juzgado de Instrucción 4 de Apóstoles, el cadáver fue trasladado para la realización de una autopsia. Pese a que en un principio se hablaba de que la víctima había recibido tres disparos, el examen forense estableció que fue sólo uno.Aquella confusión bien puede haberse fundamentado en que, al decir de los peritos, ese único disparo le atravesó primero el antebrazo izquierdo y luego ingresó en la cavidad torácica, dañando fatalmente el músculo cardíaco.Enseguida los uniformados comenzaron a recolectar testimonios de testigos del hecho. Fueron al menos cinco las personas que dieron su versión a los policías, dos de los cuales apuntaron seriamente contra un vecino del lugar, de 20 años, conocido como Luciano.Los detectives pudieron construir así una primera hipótesis, que indica que Ferreyra -domiciliado junto a sus padres en el barrio Cantera, al otro lado de la localidad- compartía un asado en casa de su hermana cuando escuchó los estampidos. Al salir a la calle fue atacado a tiros por el sospechoso.Sin embargo, los uniformados tampoco descartan que el ataque haya sido en medio de un enfrentamiento entre dos grupos de jóvenes de la zona. En el barrio, vecinos le dijeron a PRIMERA EDICIÓN que primeramente el presunto autor fue atacado a piedrazos y que por eso respondió con balas. Todo era hasta anoche materia de investigación. También, si el “pistolero” actuó alcoholizado.Lo que sí estaba prácticamente confirmado era que el autor de los disparos abrió fuego varias veces, regresó a su casa -en las inmediaciones- y volvió a gatillar, quizás con otro arma.De una u otra manera, lo cierto es que luego de la investigación, hombres de la Primera, de Investigaciones y del Comando de la UR-VII rodearon la cuadra en la que funciona el museo “El Solar de Tántera”. Todo indicaba que en el lugar se escondía el asesino.Después de una exahustiva búsqueda por el predio, unos minutos después de las 14 de ayer, los policías finalmente dieron con Luciano y lo detuvieron. Había logrado ocultarse en el lugar por más de medio día, pero sabía que estaba rodeado y no tenía posibilidades.En un horno del museo los policías encontraron dos revólveres, uno calibre 38 y otro calibre 32 largo, con cinco vainas servidas y un proyectil intacto. Está ahora en manos de los peritos de Criminalística establecer de qué arma salió el disparo fatal.Por lo pronto, Luciano permanece detenido en la Primera apostoleña. Mañana podría ser indagado por el juez Faría, quien maneja la causa. Recién entonces se comenzará a saber por qué actuó de la manera en que lo hizo.





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