SAN VICENTE. Pensaron en grande, pero se llevaron apenas 60 pesos. Buscaron la libertad, pero terminaron detenidos. Los dos involucrados en el violento robo a una mujer -a la que uno de ellos golpeó, baleó y maniató- pagaron caro sus propios errores: fueron los mensajes de texto en los que planeaban la fuga lo que terminó por delatarlos.PRIMERA EDICIÓN pudo saber que el violento episodio que milagrosamente no resultó fatal sucedió a última hora del lunes en una chacra de Picada Santa Rosa, en el kilómetro 972 de la ruta nacional 14, unos cinco kilómetros al sur de San Vicente.Según se informó desde el sector de prensa de la Unidad Regional VIII, todo comenzó a las 20.30 cuando la dueña del predio, de 58 años, fue interceptada por un encapuchado, quien vestía ropas oscuras y portaba un arma de fuego.El furioso malviviente la interceptó cuando ingresaba a la chacra y, bajo amenazas y golpes de puño, la obligó a ingresar a la vivienda. Allí le exigió reiteradas veces la entrega de dinero y fue entonces que, quizás al no tolerar la ausencia de efectivo, le disparó a la mujer en el antebrazo izquierdo.Al malhechor no le tembló el pulso y, pese a que estaba herida, la maniató con cinta de embalaje y la encerró en una habitación. Recorrió el inmueble, pero sólo encontró 60 pesos en una billetera. Con ese magro botín escapó de la escena.A pesar de la conmoción, la mujer logró liberarse y dio rápido aviso a la Policía. Una comisión encabezada por el comisario José Fischer partió a la escena e inició la investigación, junto a detectives de la UR-VIII.Enemigo íntimoA los policías les llamó la atención que justo en el momento del hecho no se encontraba en la chacra uno de los peones de la mujer. Fueron entonces al encuentro de Juan (34) y descubrieron que el changarín estaba involucrado en el violento robo: en su teléfono celular hallaron mensajes comprometedores.Claro que esos envíos tenían un destinatario. Y resultaron claves para esclarecer el episodio, ya que el peón y su cómplice planeaban la fuga en motocicleta a través de mensajes de texto (ver “Estoy acá; te estoy…”).Los uniformados fueron entonces al “punto de encuentro” previsto por los delincuentes, una “capuera” ubicada a 600 metros del lugar del hecho. Llegaron alrededor de las 23.30 y allí, como lo suponían, encontraron escondido a Marcelo (23), quien fue inmediatamente arrestado.En su poder, los policías hallaron los 60 pesos sustraídos a la mujer -junto a otros 10 pesos- y una suerte de cartera con un revólver calibre 38 marca “Smith and Wesson” que casualmente tenía once proyectiles en el tambor y una vaina servida. También tenía un pasamontaña color verde musgo y guantes de lana negros.El joven fue reconocido como un ex vecino de la zona, amigo de Juan, su cómplice, quien meses atrás se había mudado a El Soberbio.La Policía informó que la víctima del violento asalto se encuentra fuera de peligro. Sufrió lesiones menores, pese a que el proyectil le atravesó el antebrazo izquierdo. Sin dudas, pudo haber sido mucho peor.Los dos apresados quedaron a disposición del magistrado Demetrio Cuenca, al frente del Juzgado de Instrucción 3 de San Vicente, donde podrían ser indagados en las próximas horas. Los investigadores creen que los delincuentes tenían algún dato sobre la presencia de una importante suma de dinero en la chacra. Sin embargo, se equivocaron. Fue un error más en medio de una serie de equivocaciones que les costó muy caro. “Estoy acá; te estoy esperando”Mediante el secuestro del teléfono celular del “peón infiel”, la Policía descubrió que se mantenía en contacto con el autor material del violento robo.Así fue que llegaron hasta él. Permanecía escondido en una “capuera” distante a 600 metros de la escena, a la espera de que su cómplice lo buscara en motocicleta para partir rumbo a El Soberbio.“Estoy acá, escondido; te estoy esperando”, decía, por ejemplo, uno de los mensajes, según le comentaron fuentes de la investigación a PRIMERA EDICIÓN.





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