POSADAS (NA, DyN y Redacción Central). La pobreza es un flagelo. Es en sí mismo un problema de fondo. Discutir porcentajes es casi obsceno. El problema radica en su existencia, que es por donde debería pasar el análisis.Parecía que el Gobierno iba a poner fin a la desinformación existente sobre cuántos pobres e indigentes hay en el país, con la difusión de los datos del segundo semestre de 2013. Se presumía que la corrección de las estadísticas que miden la inflación nacional se trasladarían finalmente a los indicadores que miden la capacidad económica de los argentinos.Sin embargo, todo fue suspendido a último momento por orden del ministro de Economía, Axel Kicillof. Las razones del volantazo político pueden imaginarse. Aparecería una realidad que se oculta deliberadamente desde hace años.Pero el viernes fue la Iglesia el organismo encargado de fijar el tema en la agenda política y social. Pero en vez de abordarse el núcleo del análisis que lanzó la Universidad Católica el drama pasó a ser el porcentaje. El drama en sí mismo pareciera no ser la pobreza de los argentinos sino la pobreza de argumentos al momento de analizar el flagelo.El informeLa tasa de pobreza volvió a subir en el ultimo trimestre de 2013 y alcanzó al 27,5% de las personas y el 17,8% de los hogares, de acuerdo con la encuesta dada a conocer el viernes por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA).El informe también destacó que los niveles de indigencia por personas tuvo una leve baja del 5,8% al 5,5%, en tanto se mantuvo en el 3,2% medida por hogares.El informe se dio a conocer 48 horas después de que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) dispusiera discontinuar la publicación de las estadísticas oficiales sobre pobreza e indigencia, por cuestiones “metodológicas”, según explicara el propio organismo en un comunicado y el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich.Precisamente, el funcionario insistió en su habitual contacto matinal con la prensa en que “la pobreza y la indigencia han bajado drásticamente en los últimos años” en el país y que “los opositores todo el tiempo pretenden desnaturalizar los efectos de las políticas adoptadas” por el Gobierno.“No hay ninguna duda, y esto es absolutamente claro y contundente, que la reducción de la pobreza y de la indigencia en los últimos once años ha sido drástica, por el rol preponderante del Estado, tanto en políticas de inclusión social, como en políticas de distribución del ingreso”, concluyó el funcionario.La encuesta de la UCA consta de una muestra sobre 5.700 hogares que se realiza en el último trimestre de cada año, de acuerdo con lo señalado por su coordinador, Agustín Salvia.Para las mediciones, se valen de dos tipos de canasta, una “conservadora” o mínima y otra máxima, ambas elaboradas en base a “fuentes no oficiales” y utilizadas, a su vez, para la medición de la pobreza y la indigencia por hogares y por personas.De esas combinaciones surgió que en 2013 la indigencia por hogares fue de 3% y 3,2% según las canasta elegida, elevándose al 4,9% y 5,5% en la medición por personas.En el caso de la pobreza, el informe de la UCA señaló que “se verifica que tanto las tasas de hogares como de población en situación de pobreza para las Fuentes No Oficiales habrían caído entre 2010 y 2011, para luego volver a crecer entre 2011, 2012 y 2013”.“Según la valoración más conservadora que surge de Fuentes No Oficiales (Canasta Mínima), si bien la tasa de pobreza habría caído de manera importante entre 2010 y 2011, de 17,6% a 14,3% en hogares y de 27,6% a 22,9% en personas, ambas tasas habrían subido en 2012 a 15,5% y 24,5%, y en 2013 a 16,5% y 25,6%, respectivamente”, precisó.Pero si se toma la canasta máxima, “las tasas de pobreza -tanto a nivel de hogares como de población- tienden a ser más altas”, destacó la UCA.“En este caso se pasa, entre 2010 y 2012, de 19,0% a 15,5% de hogares en situación de pobreza, para luego subir en 2012 y en 2013 a 16,9% y 17,8%. Esta evolución se replica a nivel de población: primero cae de 29,5% a 24,7% entre 2010 y 2011, para luego ascender a 26,4% en 2012 y a 27,5% en 2013”, completó.Salvia, advirtió ayer que el país tiene “un piso estructural del 20% al 25%” en los niveles de pobreza que “tiende a estabilizarse” en gran medida por la “segmentación del mercado de trabajo” que impide a buena parte de la población conseguir “un empleo más productivo”.“Nuestra mayor preocupación no es solamente la pobreza por ingresos, hay situaciones de pobreza estructural que no son suficientemente atendidas por las políticas sociales”, señaló Salvia.Al respecto, advirtió que en la Argentina “hemos llegado a un piso estructural del 20% al 25%, que ya no se mueve mucho por los ciclos económicos”.“Puede subir o bajar 4 ó 5 puntos en ciertas condiciones de recesión o crecimiento, obviamente los procesos inflacionarios pueden elevarlo a niveles mucho más altos como los picos de 1989 ó de 2001 y 2002, pero el piso tiende a estabilizarse”, aseveró en declaraciones a radio El Mundo.Salvia atribuyó la dificultad de reducir esos niveles de pobreza a “la segmentación del mercado de trabajo” que determina que “no haya condiciones laborales para que la gente consiga un empleo más productivo, que genere una remuneración mas adecuada”.En ese sentido, señaló que “se ha creado un mercado informal que se reproduce” y en consecuencia “La Salada puede ser la expresión visible, pero detrás de este tipo de ferias existe una importante red de productores, de prestadores de servicios que operan en condiciones de no registración y lo hacen así porque no podrían operar en condiciones de registración, por cuestiones de mercado”.“Esto es complejo, la política económica muchas veces atiende estas cuestiones vía fiscalización y no vía los costos de producción y los encadenamientos productivos”, señaló Salvia, para quien “no ha habido una política que articule el sector formal con el informal”, por lo que “el formal ha seguido dinamizándose y el informal se ha mantenido cristalizado, generando no solo una economía en negro sino también una cultura de la economía en negro”.Mucho en pocas
manosEl presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano, afirmó que “hay sectores que crecieron mucho económicamente” pero “ese crecimiento se concentró en pocos bolsillos” y consideró que las causas de la pobreza están relacionadas, en parte, “al trabajo no registrado o a los salarios insuficientes”.“Hay sectores que crecieron mucho económicamente. Ese crecimiento se concentró en pocos bolsillos y se distribuyó una parte”, sentenció el obispo que conduce la diócesis de Gualeguaychú.Además, opinó que los planes sociales “son necesarios para atender a las necesidades más urgentes”, pero remarcó que “el camino para superar la pobreza es el trabajo debidamente registrado y con un salario justo”.En una entrevista que publicó ayer el diario El Tribuno, el obispo analizó que “la inflación afecta especialmente a los más pobres, a los que tienen planes sociales o trabajos esporádicos y no registrados”, aunque “también a los jubilados de haberes más bajos”. En este sentido, el habitual vocero de la Iglesia, sostuvo que “los aumentos en los precios hacen que cada vez alcance el mismo dinero para menos cosas”.Aseguró que las causas de la pobreza están vinculadas, en parte, al “trabajo no registrado y los salarios insuficientes”.Peor aúnMediciones alternativas aseguran que el Gobierno oculta 13,4 millones de pobres. El dato escandalizaría a más de uno, pues ese numero significa el 36,5% de la población.Además, son 5 millones los que pasan hambre y están debajo de la línea de indigencia. Las cifras corresponden a un documento del Instituto Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), que coordinan los economistas Claudio Lozano y Tomás Raffo. Se trata del 12,1% de los argentinos.Los datos se basaron en el cruce e interpretación de los cálculos confeccionados por el Indec-de la junta interna de Asociación del Trabajadores del Estado (ATE) en el organismo- y del índice de inflación que elabora Graciela Bevacqua, ex directora de Precios del instituto y la primera desplazada por el kirchnerismo. La medición también contó con la ayuda de ex técnicos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que mide características de las familias, como sus gastos y composición.Los números están muy lejos de lo último que se publicó oficialmente, cuando el Indec estimó durante el primer semestre de 2003 una pobreza del 4,7%. Por entonces, la Universidad Católica Argentina (UCA) la calculaba en un 25%.De acuerdo al IPyPP, en un año -entre el segundo semestre de 2012 y 2013- hubo 1,8 millones más de pobres. Esto significó un alza de cuatro puntos, de 32,7% a 36,5%. La indigencia se mantuvo en el mismo nivel por una cuestión estadística que tiene que ver con el crecimiento demográfico. “Pero si se observan los últimos seis meses, se observa un crecimiento de 6,3% en la indigencia”, explicó el informe.La realidad podría ser peor, ya que los datos alternativos son previos a la devaluación de enero y febrero, y la fuerte inflación que conllevó. “Esto quiere decir que la cifra que publicamos hoy es un piso para lo que está ocurriendo en la actualidad”, concluyó Tomás Raffo.Los expertos estimaron también que el alza de precios desde 2007 fue del 337,6%, cuatro veces más de lo difundido oficialmente. “Según el Indec, una persona puede alimentarse adecuadamente con 8,50 pesos diarios y una familia de cuatro miembros, con 26 pesos. En nuestra estimación una persona necesita al menos 37 pesos diarios y una familia, 115 pesos”, estimaron.El IPyPP elaboró también una “geografía del hambre y la pobreza”, donde se señala que Chaco es la provincia con más pobres del país. En el distrito que gobernó el actual jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, la pobreza trepa al 61,6% de los habitantes, mientras la indigencia es del 30,4%. En el otro extremo, la Ciudad de Buenos Aires (13,4%), Tierra del Fuego (14,9%) y Santa Cruz (22,4%) son los que cuentan con menos personas carenciadas.“Papelón”Bevacqua, calificó de “papelón” que el organismo del que fue despedida en 2007 tras su intervención no haya publicado esta vez el índice de pobreza. “Lo sorprendente es que haya estado en el calendario. Si la intención era no publicarlo lo hubieran quitado del calendario previamente”, dijo la mujer que ahora elabora sus propias estadísticas desde su consultora.“Eso es un papelón para un organismo de estadísticas. El calendario está para respetarlo por una cuestión de transparencia y se supone que se acuerda con la dirección del instituto y los técnicos. Cuando está en el calendario es porque se está con amplitud de tiempo para publicar. Si no ocurriera, no se saca de golpe para que no aparezca en el calendario el mismo día, sino que se pone a la fecha siguiente y se argumenta qué es lo que pasó, que tiene que ser algo excepcional”, explicó Bevacqua en diálogo con el economista Tomás Bulat en radio El Mundo.La ex funcionaria del Indec que fue apartada por el ex secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, se preguntó cuál va a ser el seguimiento de la canasta básica a partir del nuevo IPC que elaboró el Gobierno para “corregir” las inconsistencias del anterior. Cuarta en el “ranking de miseria”La Argentina marca una pésima posición en el denominado “índice de miseria”, elaborado por Cato Institute, uno de los “think tanks” (tanques de pensamiento) de derecha más respetados a nivel global. Por su alta inflación, el país se ubica en el cuarto peor lugar del mundo en términos de miseria -un concepto que excede el de pobreza-, tras Venezuela, Irán y Serbia.Vale destacar que también, Venezuela e Irán figuran en ese lugar por su alto nivel de precios (60 y 40% anual, respectivamente), mientras que Serbia lo hace por su alto desempleo (20%).Luego de la Argentina se ubican Jamaica, Egipto, España, Sudáfrica y Brasil. Del otro lado de la tabla, los mejores ubicados en el ranking son Japón, Uzbekistán, Taiwan, Singapur, Corea, Tailandia, Qatar, Malasia, China, Panamá, Noruega, Austria, Alemania, Dinamarca y Hong Kong.El “índice de miseria” fue creado por el economista Arthur Okun -asesor del presidente estadounidense Lyndon Johnson- y luego ampliado por Robert Barro, pero en ambos casos sólo se utilizaba para medir las condiciones sociales en Estados Unidos. En particular, se integra a partir de la situación de inflación, desempleo, nivel
de crédito y PBI per cápita.





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