POSADAS. Aún cuando resta el resultado de una prueba de ADN, el juez de Instrucción 3 de esta ciudad, Fernando Luis Verón, se apresta a solicitar la prisión preventiva para los dos detenidos por el brutal crimen de la niña Miriam Celeste Valiente, abusada sexualmente y muerta sin piedad a un costado de la ruta que conduce al puerto de Santa Ana.El cuerpo de la niña, que al momento del hecho tenía doce años, fue divisado desde el coche por una maestra que se dirigía hacia su lugar de trabajo, alrededor de las 7.20 del lunes 6 de agosto de 2012.La docente continuó la marcha y denunció lo que vio en la comisaría de Santa Ana.Los imputados son Milcíades González, un joven de 23 años, tío de la víctima; y un albañil, vecino de la familia, identificado como Federico Vallejos (47).El cadáver tenía el cráneo destrozado. Cuando la Policía llegó, aún estaba, intacta, la media docena de huevos que la noche anterior había ido a comprar con su hermanito de ocho años, a un negocio cercano a la zona portuaria de Santa Ana.Y un poco más allá, la ropa que vestía la víctima, bien acomodada.De acuerdo con la investigación, el trabajador de la construcción, Vallejos, era vecino de la familia de la víctima.Para entender esta historia hay que situarse en un ambiente de necesidades elementales insatisfechas; de promiscuidades; de ausencia de normas y ejemplos de conducta; de exclusiones totales en que las víctimas principales eran niños. Una de esas víctimas resultó Miriam Valiente y uno de los que solía aprovecharse de la situación era Federico Vallejos. Este hombre -según la investigación-, abusaba de las carencias de una niña para accederla carnalmente. Aquella noche en que Miriam regresaba del almacén iba a ser una ocasión más; por eso es que encontraron su ropa perfectamente acomodada y los huevos intactos. Porque la cosa fue consentida, claro entre un hombre de 45 años y una nena, con el estómago vacío, la ilusión destrozada y una psiquis inmadura. La pequeña le dijo a su hermanito que regresara a la casa solo, sin saber que esa decisión le costaría la vida.Algo salió mal. De repente apareció González, el tío de Miriam, y el caos se apoderó de una situación caótica de por sí.Los investigadores creen que el tío quiso sumarse a la fiesta, de hecho la tomó de las muñecas, y la nena se negó.La mente vuela al momento y escenario del crimen. Una bofetada al rostro, la víctima que intenta escapar y González que va tras ella. El muchacho enloquece, prefiere morirse a que su hermana se entere que él mantenía relaciones con su sobrina; con la hija de ella.Entonces la alcanza, ya a pocos metros de la carretera, toma una roca y golpea sin parar. Allí quedó el cadáver; los seis huevos y la ropa bien tendida de Miriam. A lo lejos, desaparecen Milcíades y Vallejos. Ni siquiera se recriminaban lo que hicieron.Ahora deberán rendir cuentas ante la Ley. Vallejos, cuyo ADN de semen dio positivo en el cuerpo de la víctima, llegará inevitablemente a juicio por “abuso sexual con acceso carnal y homicidio”. González como partícipe necesario de abuso sexual con acceso carnal y homicidio. Allí sabrá si es capaz de mirar a los ojos de su hermana. Mientras el juez Verón se apresta a formular el requerimiento de prisión preventiva, aguarda el resultado del último examen de ADN que podría ser decisivo para determinar si González también accedió o no a la sobrina. Igual, todo indica que la suerte está echada para él.





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