OBERÁ. La inspección ocular realizada en el Hotel Casino de esta ciudad coincide con la descripción que efectuó la adolescente que al parecer participaba en las supuestas fiestas de sexo y alcohol que se realizaban en el lugar, consignaron fuentes de la pesquisa a PRIMERA EDICIÓN.El dato no es menor. De alguna manera suma otro indicio a la causa y confirma que la menor, de 16 años, hija de un sargento de la Policía de Misiones, concurría al lugar.La misma muchacha comprometió, al menos en el sumario de Asuntos Internos, a uno de los policías acusados de participar en las rondas de sexo, al que sindicó como la persona que la invitaba a esos encuentros, a sabiendas de que era menor de edad.El allanamiento del Hotel y la inspección ocular estuvieron a cargo de la Secretaría de Apoyo a Investigaciones Complejas (Saic).Al parecer, la primera parte del informe sería remitida el lunes al Juzgado de Instrucción 1 de Oberá, a cargo de la magistrada Alba Kunzmann de Gauchat.Los detectives creen saber ahora cómo ingresaban menores de edad a un lugar prohibido. Se adulteraban las edades en el registro de entrada con la complicidad de empleados.Ahora se tienen más precisiones; se hiló más fino como se dice popularmente. Hay un conserje en particular en la mira de la Justicia. Al parecer, se comprobó que únicamente en su turno se producían esas irregularidades. Todo apunta a que los especialistas de la Saic habrían efectuado una pericia caligráfica sobre las anotaciones en el Registro de Entrada y determinado que la letra de los datos adulterados le corresponden.La investigación no se inició con la pista de las fiestas sexuales, más bien esta apareció con posterioridad. En un principio, la UR II investigaba al comisario inspector, que realizó gran parte de su carrera en Oberá, en el contexto de su permanente presencia en el Casino de esa ciudad, una conducta prohibida por reglamento.En el medio apareció la hipótesis de las fiestas sexuales y de la presunta implicancia del comisario inspector, al que luego se sumó su camarada de mayor graduación.Ahora la Justicia tiene la última palabra de hasta dónde pretende llegar. Se trataba de un “servicio” sistematizadoLos investigadores no descartan la participación de más menores de edad en los encuentros de alcohol y sexo que se desarrollaban en Oberá.Sin embargo, surgió una nueva arista que pareciera desprenderse de la principal. Al menos en el caso de la adolescente de 16 años, hija de un sargento de policía, se habría establecido que solía concurrir no sólo a la casa de juegos de Oberá, sino también a la de Leandro N. Alem.Si bien en este lugar no hay Hotel Casino, se presume que la muchacha también deambulaba en un lugar que le estaba prohibido, guiada por el mismo grupo y objetivo por el que concurrían a Oberá: sexo.En un principio, los detectives tendrían comprobado que esta adolescente ingresó al Hotel Casino de Oberá en innumerables ocasiones, aunque su edad habría sido adulterada en el registro de entradas. En ese punto estaría comprometido uno de los conserjes del lugar.





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