BUENOS AIRES. Cuatro estudiantes de la carrera de Diseño Industrial de la Universidad de Buenos Aires (UBA) de entre 25 y 26 años, reversionaron el clásico memotest y diseñaron el Memo Zoo, un juego de memoria sonoro para estimular a los niños ciegos en la edad temprana. Así, un trabajo práctico de la facultad las llevó a desarrollar, innovar y ayudar a través de un juego a esos chicos que, entre el primer y tercer año de vida, deben adaptarse al espacio y aprender a manejar distancias. Tras haber recorrido un centro de día para chicos no videntes, María Sol Fonollosa Villalba, Aimé Pratolongo, Mariana Beverati y Yanina Guinsburg, diseñaron este juego que, además, pretende ayudar a desarrollar otros sentidos como el auditivo y el tacto. “La idea del Memo Zoo es que la maestra los pegue en la pared y que luego los chicos recorran el espacio, toquen las texturas -que están en volumen- y escuchen el sonido. Así, ese chico sigue conociendo el espacio y lo relaciona con otras fichas que tocó anteriormente”, cuenta María Sol.“Con ganas y pasión todo se puede”, afirma María Sol Fonollosa, una de las ganadoras del premio “Innovación en las universidades”.Además, se trata de un juego tan práctico como económico. Con materiales de bajo costo como la goma eva, la idea es que sea en el mismo establecimiento educativo donde las maestras puedan armar las doce piezas que contienen el juego y que cuenta con distintas temáticas: animales, ruidos de ciudad o sonidos del hogar.Tintas sonorasA pesar del entusiasmo, las jóvenes todavía no pueden sacar el producto al mercado porque el diseño original es en base a tintas funcionales (electrónica impresa) tecnología que aún no está desarrollada en la Argentina. “Se está haciendo una planta para imprimir acá con esas tintas, pero por ahora debemos esperar. Ahora la espera nos desmotiva un poco porque las críticas nos demostraron que es una buena idea y queremos verla plasmada ya”, explica.“Lógicamente se puede hacer con otro tipo de tecnología, pero no es la idea justamente porque son las tintas funcionales lo que hacen que sea muy muy barato. Se supone que en un futuro va a haber impresoras de este tipo, por lo que en el mismo colegio o casa van a poder tener estas placas”, contó. Señaló que “en otras partes del mundo se usan estas tintas para cosas superficiales como publicidad, para que la gente toque un cartel y suene. Nuestra idea es aprovecharlo para algo más útil y que sea un aporte a la sociedad”.Premios innovarLa 9º entrega de los premios Innovar otorgados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva se realizó en octubre pasado. Basándose en el potencial innovador y el grado de originalidad de las propuestas, el jurado repartió un total de $ 985 mil para los diversos productos.En esta edición se presentaron 1.751 proyectos, de los cuales se seleccionaron 60 ganadores. Las categorías fueron: Producto innovador, Investigación aplicada, e Innovación en las universidades, que abarca proyectos de estudiantes.





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