GARUPÁ. Resulta evidente: Sergio Mendoza (37) no pega un ojo desde hace tres días. Estaba durmiendo cuando su cuñada le avisó que Cristian Omar (18), su hijo, había sido atacado a tiros por una patota. Desde entonces, no puede conciliar el sueño. Esa madrugada se despertó de sopetón y corrió hasta el hospital, pero no pudo hacer nada: cuando llegó, ya estaba muerto.Mecánico de profesión, Sergio se lleva ahora un cigarrillo a la boca. Se toma su tiempo para encenderlo. Le cuenta a PRIMERA EDICIÓN todo el dolor y la angustia que siente por la pérdida de su hijo. Y en medio de un barrio convulsionado por el intento de linchamiento a uno de los allegados al principal sospechoso, aclara: “Nosotros no vamos a hacer justicia por mano propia, no somos personas malas, no nos sale de adentro; pero el barrio está cansado de esta gente”.Mendoza habla desde el dolor. Tiene la mirada perdida. Y no es para menos. Cristian, su hijo, fue asesinado el último sábado de madrugada por un grupo de adolescentes en el barrio Don Santiago de Garupá. Todos tienen entre 14 y 17 años. Seis fueron aprehendidos, entre ellos “Picurú” (16), vinculado en la zona al delito y acusado de haber gatillado dos veces cuando el hijo de Sergio intentaba escapar.Pese a que en un principio se dijo que todo sucedió en medio de una pelea callejera, Mendoza confirma que se trató de un ataque más del grupo, conocido en la zona por cobrar peaje, arrojar piedras para robar a automovilistas o, lisa y llanamente, asaltar a punta de revólver o cuchillo. Aunque esta vez, dice el hombre, no sucedió nada de eso.“Los vecinos nos contaron que ellos ya venían ‘tirando’ desde allá abajo”, asegura, y señala la calle en dirección al bajadón que desemboca en la ruta provincial 105, a unas cinco cuadras. Sergio y su familia viven a apenas 100 metros de avenida Las Américas.“Mi hijo estaba tomando tereré con un amigo y juntos fueron a comprar hielo a la esquina. Ellos eran como quince y cuando se cruzaron le dijeron ‘¿Qué onda? ¿Qué onda?’. El amigo contó que mi gurí les dijo que no estaban haciendo nada, que ya se iban, pero entonces uno sacó de la cintura un revólver y empezó a disparar”, cuenta Sergio y hace un silencio. Reacomoda el cigarrillo entre sus dedos. Toma aliento y sigue. Le cuesta continuar. “Mi hijo quiso escapar corriendo y ahí le pegan los tiros desde atrás”, cierra el relato. Difícil imaginar la escena que se le viene en la cabeza en ese momento al padre.Por el testimonio del principal testigo y de los vecinos, Sergio sabe que no fue una pelea o un intento de robo. Mucho peor: “Fue por diversión, por diversión de ellos”, concluye angustiado. Difícil de entender para cualquiera que respete la vida.En el Hospital Madariaga el médico le dio la mala noticia y le explicó los motivos del deceso. Uno de los balazos entró por la espalda y le hizo estallar la arteria aorta. Cristian se desangró y murió camino al centro asistencial. No hubiese existido médico que lo salvara.Toda una lucha emprendió la familia Mendoza desde ese momento. Con el principal sospechoso y cinco presuntos cómplices tras las rejas, Sergio y sus vecinos cortaron la avenida Las Américas en la noche del sábado para pedir que se haga justicia y que le entreguen el cuerpo de su hijo lo antes posible.En esa manifestación, en medio de la bronca, los vecinos golpearon e intentaron linchar a un joven allegado a los menores apresados. El padre de Cristian asegura que ellos no formaron parte de la agresión e incluso trataron de frenarla, pero no pudieron con la bronca del resto de la gente.“Hubo medios que dijeron que los familiares le pegamos y eso no fue así. Nosotros tratamos de evitar que pase eso, pero el barrio está cansado de esta gente. Los vecinos lo reconocieron y le dijeron que se fuera, que no tenía nada que hacer acá, pero el muchachito se reía y se quedó. Entonces lo agarraron y le pegaron”, relata Sergio, quien repite que no cree en la “justicia por mano propia” y que espera por lo que resuelva la Justicia.A un lado, Paula (37) asiente con su esposo y repite el pedido de la familia y también del barrio. “Queremos justicia, que se haga algo. Mataron a mi hijo a sangre fría, no se puede seguir así”, sostiene al borde de las lágrimas. Más atrás, Lidia, una de las abuelas de Cristian, todavía conmocionada, intenta decir algo, pero le ganan las lágrimas.La familia Mendoza está destruida. El cigarrillo de Sergio se termina prácticamente junto a la entrevista. El hombre, su mujer, la hija que le queda y la abuela se quedan ahí, ensimismados, a la espera de un antídoto que les ayude a soportar tanto dolor. El principal sospechoso, seriamente involucradoPOSADAS. “Picurú” (16), principal sospechoso de ejecutar a Cristian Mendoza en la madrugada del último sábado, está seriamente comprometido con el hecho.Así lo informaron las fuentes, quienes confirmaron que las pruebas de parafina le dieron positivo. Ese elemento de prueba se suma al testimonio de testigos del hecho, que lo señalan como autor del disparo mortal.Por el momento, los seis aprehendidos seguirán alojados en la Alcaidía de Menores, a disposición del magistrado César Jiménez, a cargo del Juzgado Correccional y de Menores 2 de Posadas.





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