BUENOS AIRES (NA). El comienzo de las clases también supone un poco de nervios para los padres, especialmente cuando sus hijos van por primera vez o si se trata de un nuevo colegio. Por eso es importante tener en cuenta algunos consejos para que la “vuelta al cole”, sea menos dura, no sólo para los chicos, sino también para los padres.Una de las claves es introducir rutinas antes del inicio de las clases, ya que los cambios bruscos son estresantes, tanto para los adultos, como para los niños, por lo que pasar de unas vacaciones sin horarios a las rutinas escolares debe hacerse paulatinamente; será cuestión de ir adaptando los horarios de los hijos al que llevarán cuando comience el curso.Ser previsor vale por dos, por eso, comprar con antelación los libros y el material escolar que llenará la mochila de los pequeños durante el curso permitirá ahorrar algunos pesos y no dejar todo para último momento.También es importante que los chicos no olviden durante las vacaciones, lo aprendido el año anterior: un tiempo de lectura cada día, algunos ejercicios, repasar lo más importante y en los días previos acrecentar esas prácticas para no llegar “desprevenidos” al reinicio de las clases.Dejar todo listo para evitar el estrés, es mejor prepararlo todo la noche antes de empezar el colegio para no olvidar nada esa primera mañana de clases.Tras más de dos meses de vacaciones y juego, llegan las clases, con los madrugones y los deberes, una serie de cambios que pueden provocar estrés en los pequeños.Los padres son los primeros que deben mantener una actitud tranquila para transmitírsela a sus hijos. Si la mamá está nerviosa, estresada o emocionada con la entrada de su hijo al colegio, el pequeño reflejará todos esos sentimientos. Otras actividades que pueden ayudar a tranquilizar a los nerviosos alumnos es preparar juntos el desayuno del colegio y el material que habrán de llevar. Escuchar a los hijos con atención refuerza su autoestima ya que sienten que lo que tienen que decir es importante para sus padres y la autoestima es inversamente proporcional al estrés, es decir, a mayor autoestima, menos estrés y viceversa.





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