POSADAS. “Si hacemos un recuento, nos da que se roban hasta cinco motos por día en Posadas, en el mejor de los casos. En promedio, pueden llegar a ser hasta 30 en una semana”. El que habla revela los números de un tipo de delito tan común que llega al punto de “naturalizar” a todos, autoridades, medios y opinión pública.Sin estadísticas oficiales por parte de los encargados de la seguridad pública en la ciudad y en la provincia, PRIMERA EDICIÓN dialogó con dos fuentes de confianza ligadas a la fuerza provincial, quienes revelaron una cifra alarmante que desnuda el opulento negocio que tanto rinde en el mercado negro, el de “la mafia de las motocicletas”.Los especialistas en seguridad contactados por este medio, cuyas identidades permanecen en el anonimato por cuestiones obvias, coincidieron en señalar que este tipo de delito sigue en ascenso en la capital provincial y tiene como punto principal de referencia “pequeños talleres que funcionan como desarmaderos, donde se reducen los vehículos siniestrados para su venta a menor precio o para el desguace y la venta de accesorios”.Un día, un ejemploLas palabras de las fuentes tienen sustento. Se apoyan, por ejemplo, en los hechos denunciados el último sábado solamente en la zona norte del Gran Posadas, donde se registraron al menos cuatro denuncias por robo de motocicletas.Dos de los episodios ocurrieron alrededor de las 8 de ese día. El primero fue en el barrio Cristo Rey, popularmente conocido como la chacra 32-33. Allí, delincuentes le robaron una Gilera Smash de 110 cc a un hombre de 60 años que había llegado a la zona para realizar trabajos de jardinería.A esa misma hora pero en una vivienda de Ituzaingó al 3.200 (casi Zapiola), un joven de 21 años denunció que desconocidos le habían sustraído una Jincheng de similar cilindrada, que había dejado estacionada cerca de la 1.Aquellas dos primeras denuncias aún se estaban registrando cuando una mujer de 39 años sumó la tercera del día. La damnificada había dejado estacionada su Honda Wave de 110 cc frente al Colegio de Farmacéuticos, en Rivadavia y Salta, pleno centro de la ciudad horas antes de las 9, cuando se percató del delito.Y la última de la jornada, al menos la que fue denunciada y a la que tuvo acceso este diario, se produjo alrededor de las 22.25, nuevamente en Cristo Rey. Allí, un hombre de 32 años denunció que los ladrones se llevaron una motocicleta Imsa de 150 cc.Este último caso tuvo un final diferente: minutos después, efectivos de la Policía provincial dieron con el rodado y detuvieron a un sospechoso de 21 años que circulaba con la Imsa en inmediaciones de la cancha del barrio Santa Rosa.Ilegalidad“Alrededor del 20 por ciento de los casos denunciados son los que tienen esclarecimiento”, contó otra de las fuentes a este diario, quien aseguró que “muchos guardan los documentos del rodado debajo del asiento y esto termina jugando en contra del denunciante”.Con respecto a las posibilidades de recuperar un rodado siniestrado, los especialistas aseguran que el tiempo que corre desde el hecho hasta que el propietario se percata del mismo resulta trascendental. “Por eso se habla de un 20 por ciento, porque hasta que se radica la denuncia muchas veces pasan varias horas. Y a esa altura, la motocicleta ya está desguazada o pasó al Paraguay”, señaló, en relación también con la “fuga” de los rodados hacia la vecina orilla.Sobre los vehículos circulantes en la capital provincial, el contacto reveló que cerca del 60 por ciento son de dudosa procedencia. “Al menos 6 de cada 10 motocicletas que se secuestran no tienen cédula verde o certificado de transferencia”, sentenció, y explicó que detrás de esos rodados “se esconde alguna cuestión ilícita, como una venta no regular, una estafa o directamente un robo”.El circuito“Una buena parte de los talleres de motos de la capital te venden un cuadro, un motor, una rueda armada. Todo es de dudosa procedencia”, aclara el informante, quien explica que el circuito es muy sencillo: el que roba “congela” la motocicleta por un tiempo en algún aguantadero o directamente la vende en los talleres clandestinos de los barrios posadeños.En ese lugar, dependiendo de algunos factores como el estado del rodado, los “reducidores” se deciden por desarmarla y vender los accesorios, o directamente a ofrecerla a precios irrisorios. Sin papeles, claro.“Los ‘reducidores’ se presentan como un taller de motos. Vos te vas y hasta tienen habilitación, un mecánico, todo aparentemente en regla. Pero cada uno de estos lugares es un potencial desarmadero y, como no está regulada la venta de esas autopartes, sigue todo igual”, confiesa la fuente con cierto desánimo.En esos lugares se pueden encontrar todo tipo de repuestos e, indagando un poco más, motos que valen 8 mil pesos a, por ejemplo, apenas 4 mil. Esos lugares también suelen ser punto obligado de “motochorros”, que obtienen allí repuestos a bajo precio, vehículos nuevos o un “cambio de cara” para los utilizados en los asaltos.“Te la venden a mitad de precio y aún menos. Y el que está comprando sabe que está adquiriendo algo ilegal, fuera de la ley”, señala el experimentado servidor público, quien opina que la cuestión es de fondo y sostiene que, según su visión, la ley también debería penalizar al “comprador de buena fe”, porque sabe que lo que está haciendo es ilegal y facilita el crecimiento del delito. “El día que no se compren más cosas robadas, se termina el afano”, finaliza. En el interior, el mismo dramaEl denominado “hurto de motocicleta” es uno de los delitos que más creció en Posadas, pero también en el interior de Misiones. Para ello basta con tomar como “termómetro” los operativos que a diario dan a conocer desde la fuerza.Como este diario publicó ayer, en las últimas horas en San Vicente se allanó un taller clandestino en el que se secuestró importante cantidad de accesorios.Lo mismo sucedió hace apenas horas en Puerto Iguazú, donde se incautaron diez motos robadas que estaban a punto de ser vendidas; en San Javier, donde se recuperaron tres rodados; o en Jardín América, donde se esclareció otro hurto. Esos son los hechos esclarecidos que deben ser tomados entonces en proporción con los incontables robos.





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