POSADAS. “Solamente vinimos a pedir un hospital para Santo Pipó”, dijo Carlos López Vera, el padre del joven Carlitos (12), quien falleció tras atragantarse con un trozo de carne y no ser asistido en una clínica privada del pueblo, ya que no había médicos para atenderlo. Con todo el dolor a cuestas, López Vera estuvo ayer en el Ministerio de Salud Pública, donde junto con sus familiares y la intendenta de Santo Pipó, Mabel Cáceres, participaron en una reunión con el subsecretario de Salud, Germán Bezus. Durante este encuentro, tanto el papá de Carlitos como la jefa comunal le pidieron a Bezus la pronta instalación de un hospital, pero a sabiendas de que esto es muy difícil “al menos le dijimos que contraten a un médico de guardia”, dijo el hombre a la salida del organismo público y en un breve contacto con la prensa. El funcionario sanitario se comprometió a darles una solución inmediata y luego de la reunión viajó a Santo Pipó para observar la infraestructura médica que existe y ver la posibilidad de tener allí una guardia permanente. Carlos contó cómo fue el trágico desenlace: “Mi hijo estaba comiendo un pedazo de carne y se atragantó, le hicimos los primeros auxilios, pero no podía expulsar la carne, entonces mi hermana llamó por teléfono a la clínica que está una cuadra de donde estábamos para avisar que necesitábamos un médico. Fuimos a la clínica, y la enfermera llamaba al teléfono del doctor, pero no respondía. La enfermera procuró asistirlo, pero no había reacción. Fuimos a Gobernador Roca que está a unos siete kilómetros, y allí el doctor que estaba de guardia lo asistió, le pudo sacar el pedazo de carne, pero ya era tarde”, dijo López Vera. Carlitos era único hijo, su papá lo educaba solo. “Él era mis ojos y mi luz”, dijo.La jefa comunal en diálogo con PRIMERA EDICIÓN comentó que “el doctor Bezus nos confirmó que van a instalar una guardia médica las 24 horas. Nosotros hace mucho tiempo estamos pidiendo un hospital, porque Santo Pipó lo necesita”. “Nosotros contamos con un médico que por las mañanas atiende en el CIC y por las tardes recorre las colonias”, concluyó. El dueño de la clínica a la que asistió la familia de Carlitos, Otto Pigerl, dijo ayer a la prensa que como a su clínica, por su categoría (4), se le permite tener “guardias pasivas”, no estaba el médico, sólo una enfermera. Además indicó que “hay gente que quiere hacer política con esto, jamás hemos cobrado un peso de nadie para hacer las guardias pasivas y vienen a hacer toda una historia que no tiene pie ni cabeza”.





Discussion about this post