POSADAS. “La situación de violencia es tan límite que sólo trabajando entre todos podremos frenarla. Si no lo hacemos, esto va de mal en peor”. La frase preocupa sabiendo de quien viene: el psiquiatra y psicólogo Raúl Quisamás, al frente del equipo de profesionales y médicos de la salud mental que realizan un trabajo social con menores, jóvenes y adultos en situación de riesgo.La labor que realiza para nada es sencilla: atiende en 17 hogares y refugios comunitarios asentados a lo largo de la ruta nacional 12, desde Posadas hasta Santa Ana, en conjunto con Rogelio Peralta, director del proyecto y encargado del hogar Padre Mujica, que a la vez se encuentra bajo la coordinación del sacerdote Alberto Barros y Neny Valdez en algunas acciones de organización y logística.“Trabajamos con chicos y grandes cuya situación es muy límite, ya que son personas en situación de calle con todo lo que implica. En sus casos todo está relacionado: delincuencia, violencia, inseguridad. Una cosa tiene que ver con la otra”, apuntó.Respecto del trabajo en sí, Quisamás explicó que “estamos trabajando en materia de prevención. Es un trabajo arduo, difícil y complejo porque las situaciones de por sí son complejas. No podemos hablar de patología, porque para hablar de ello primero tiene que haber un aparato psicológico que funcione y muchas veces en estas personas directamente no hay esto”. “Conductas psicópatas” “Muy frecuentemente nos encontramos con rasgos de psicopatía, caracteropatía y otros rasgos de conductas psicópatas en chicos de diez años o menos. El tema es realmente muy complicado, da miedo, realmente da miedo”, insistió. Actualmente el grupo está haciendo una investigación y un seguimiento de los casos, porque nos hemos topado con situaciones muy parecidas, cómo se relacionan, cómo hablan, qué tipo de reacciones tienen, donde se reúnen, qué hacen y que no. Esto porque aunque no se conozcan entre sí hay un código inconsciente de violencia y psicopatía en ese aspecto que funciona de manera tan similar que sorprende”.Ante la pregunta sobre si el panorama es del todo desalentador, Quisamás sostuvo que “si bien es cierto que hay muchos chicos rescatables que caen en manos de estas bandas, donde suele haber gente adulta que hace funcionar este sistema que asusta, los casos de cambio y transformación son muy pocos”.“Lo que más pasa a diario es que se inicia un trabajo con algún chico de un barrio, vamos con la trabajadora social, hacemos trabajo clínico y psicológico, si la situación lo requiere lo internamos, pero después estos chicos se vuelven a escapar del sistema, a veces hasta con ayuda de los padres, ya que en estos casos hay una situación de no familia, la mayoría vive en un estado de deshumanización que realmente es muy completo”, lamentó.Propuestas Para el doctor Quisamás no hay un solo camino para resolver la problemática: “Una de las propuestas que estamos analizando para hacer un trabajo de fondo que realmente sirva es convocar a los distintos referentes de la ciudad, llámese la policía, jefes de familia, periodistas, Iglesia, defensorías para lograr trabajar entre todos ante esta situación, porque de forma aislada no vamos a lograr nada. Todo el entramado social está afectado y esta es la parte más dolorosa que tenemos que afrontar como sociedad. Es tan complejo el trabajo que los grupos van trasmutándose”. “Si no hacemos algo entre todos, como sociedad, aportando y colaborando desde el lugar que nos toca, la cosa no va a cambiar, al contrario, va a ir de mal en peor. Tengo miedo”, insistió el profesional. “El trabajo es muy lento, terminan siendo casi acciones individuales que se diluyen. Luego esos chicos que tratamos de ayudar van creciendo en edad y en mentalidad criminal. Es muy oscuro el panorama”, agregó.





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