BANQUI, República Centroafricana. “Mataron a mis hijos sin piedad”, afirma Oure, una musulmana, que junto a dos hermanas y su anciana madre, vio como miembros de las milicias cristianas Antibalaka, en la República Centroafricana (RCA), masacraron a sus dos vástagos y cinco sobrinos, de entre 8 y 17 años. La familia iba camino a una iglesia en la ciudad de Baoro, al noroeste del país, donde pretendían refugiarse de los milicianos.Este hecho ocurrió el pasado 26 enero y se recoge en un informe que este miércoles ha presentado Amnistía Internacional (AI), en el que documenta cómo en la últimas tres semanas las milicias Antibalaka (“antimachetes” en sango, la lengua local) persiguen a los musulmanes para expulsarlos del país.Donatella Rovera, consejera general sobre situaciones de crisis de AI, explica por teléfono que en las últimas semanas la población civil musulmana “ha pagado el precio de la brutalidad del régimen Séléka”. El mensaje de los Antibalaka ha sido: “En este país no queremos a ningún musulmán”.Estas milicias aparecieron en los últimos meses del año pasado como respuesta a los abusos y saqueos que los antiguos rebeldes de Séléka -integrada principalmente por musulmanes- cometían contra la población mayoritariamente cristiana del país. Entre marzo de 2013 y enero pasado, la RCA estuvo gobernada por el presidente interino Michel Djotodia, que llegó al poder a raíz de un golpe de Estado de la coalición Séléka.AI en su informe asegura que “la limpieza étnica de los musulmanes” se ha llevado a cabo en la parte occidental de la RCA, desde principios de enero. Comunidades enteras musulmanas han sido obligadas a huir, mientras los “cientos de civiles que no han logrado escapar han sido asesinados por las milicias”, según el documento.El informe indica que Amnistía Internacional ha documentado “repetidos ataques a gran escala” en las poblaciones civiles de Bouali, Boyali, Bossembélé, Bossemptélé, Baoro, Bawi, y la capital, Bangui. Además, ha recibido información fidedigna respecto a los ataques adicionales en Yaloké, Boda y Bocaranga.Uno de los ataques más letales tuvo lugar el 18 de enero en Bossemptélé, cuando al menos 100 musulmanes fueron asesinados, según AI. Entre los muertos había varias mujeres y ancianos, entre ellos un imán de setenta años. Dos días más tarde, “los combatientes mataron a cuatro mujeres musulmanas que se habían escondido en la casa de una familia cristiana”, añade el informe.Rovera comenta que cuando los musulmanes tratan de huir, las milicias los persiguen o les preparan emboscadas, por lo que las únicas opciones para salir son escoltados por las fuerzas internacionales o escondidos en camiones de las Naciones Unidas (ONU). Datos de la ONU muestran que unas 2,6 millones de personas -600.000 de ellas en Bangui- necesitan ayuda humanitaria debido al deterioro de la situación en el país desde diciembre pasado. Se calcula que existe más de un millón de desplazados.En la pequeña localidad de Boali, a 100 kilómetros al norte de la capital, Bangui, los barrios musulmanes permanecen sumidos en un silencio sepulcral; todos sus habitantes se marcharon. Todas y cada una de las casas fueron saqueadas de arriba abajo. Incluso las puertas de entrada desaparecieron.La mayoría de los residentes musulmanes huyó de la localidad, desplazados a la fuerza por los crueles ataques perpetrados por las denominadas milicias “anti-balaka”. Los 800 que no consiguieron marcharse se refugiaban en la iglesia local donde un sacerdote joven predica con el ejemplo de la interreligión y la solidaridad vecinal. Un joven habló de un ataque lanzado en Boali el viernes 17 de enero por los “anti-balaka” que se saldó con cinco muertos y veinte heridos. Contó cómo, hacia mediodía, unos jóvenes armados con machetes irrumpieron en la casa de su familia.“Todo sucedió muy deprisa. No dijeron nada: simplemente empezaron a atacarnos con sus machetes. Golpearon a mi padre, Sanu, de 55 años, una y otra vez, hasta destrozarle la cabeza; lo mataron en el acto. También hirieron a mi madre, Fatimatu, de cuarenta años, y a su hermana menor, Aichatu, que murió por sus heridas hoy mismo (19 de enero), antes de poder llegar al hospital. Tenía heridas muy graves; deja una niña de ocho meses, Ramatu, que ahora es huérfana”.Por ahora, los aterrados residentes musulmanes gozan de una cierta seguridad gracias al cordón que mantienen en torno a la iglesia las tropas de mantenimiento de la paz francesas y de la Unión Africana, pero quieren marcharse y no saben cómo.





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