APÓSTOLES. “Estoy subiendo la bajada, sueño enterrarme en la tierra colorada y hacerme yerba” escribió Raúl Taurant Delavy, el escultor, pintor, escritor, músico y deportista que dejó su huella en la tierra que amó y cuyos moradores miraron indiferentes, al punto de no haberse cumplido este, su último deseo y de quien el pasado viernes se cumplió un aniversario más de su fallecimiento, en 2008.Muchas son las obras de este artista que vivió adelantado para la época pero, sin dudas, hay una que distingue a la Capital de la Yerba Mate, que embelesa a cuanto turista la visita, el monumento a San Martín, reconocido por el Instituto Sanmartiniano como el tercero más grande del país y el único que fuera realizado íntegramente en Argentina.Delavy dedicó más de siete años a esta obra, “cuando papá tenía algo de dinero compraba cemento y seguía. Él lo emplazó, hasta las rocas basálticas sobre las que está emplazado se ocupó de acomodar” para que nada quede librado a la suerte, explicó su hijo Claudio.“Mi viejo nos enseñó una técnica, tamizábamos arena tres veces, cuando obteníamos lo más fina la poníamos en una caja de madera, con un Jesucristo de yeso que él había hecho dejábamos la forma en la arena, preparábamos una lechada de cemento y la volcábamos, esperábamos de un día para el otro, pintábamos la aureola de dorado, el cuerpo de marrón y lo salíamos a vender casa por casa para tener para comer”, relató Claudio para explicar a PRIMERA EDICIÓN la situación en la que vivían por aquel entonces.Y agrega que “tengo cuadros que los das vuelta y hay otra pintura del otro lado, porque a veces no tenía ni para comprar la tela. Ninguno de sus monumentos está reconocido, se consagró en Brasil y el mundo por la pintura”.Durante la década del 60 Taurant Delavy participó de numerosas muestras, hasta que en 1967 obtuvo el primer premio en el Salón Nacional representando a los artistas del interior con el cuadro “Pintor de leyendas políticas”, una crítica a la dictadura militar y los años 80 lo encontraron intensificando su labor escultórica, trabajando con mármol y bronce, explorando con técnicas de bajo y sobre-relieve, con la que lleva a cabo grandes monumentos, envolviéndose en todo el proceso, realizando incluso trabajos de arquitectura e ingeniería.Por esas marcas que deja la vidaRaúl Delavy nació en Palermo, Buenos Aires, sin embargo a los cinco años conoció a su tierra colorada, cuando llegó junto a su familia, motivada por el trabajo que le habían ofrecido a su padre llevando la contabilidad de empresas de la zona.Al culminar sus estudios secundarios Taurant regresó a la capital del país a estudiar Publicidad, momento en el que es llamado para efectuar el servicio militar en Campo de Mayo, donde al poco tiempo estalla la guerra civil, acontecimientos que lo marcan profundamente y que lo regresan a Misiones.Nuevamente en Apóstoles, se casó en 1964 y abrió su atelier, en que realizó varias caricaturas con personajes locales para el diario más antiguo de la provincia. Además llegaron solicitudes para llevar a cabo importantes obras, que hoy engalanan a la región.Un grande para el mundoQuizá por aquello que dicen que “nadie es profeta en su propia tierra” o por, justamente, ser un adelantado en su tierra, encontró en Apóstoles más piedras en el camino que las que un hombre pueda soportar, fue entonces que decidió continuar su vida en Brasil.Quienes vivieron la década del 80 en La Ciudad de las Flores recuerdan que a Delavy le había sido encargado un monumento a Andresito, de 4,5 metros de alto. “Era un monstruo, lo mirabas y estaba vivo”, dijo Claudio. Cuando quienes lo solicitar llegan al atelier a buscarlo para emplazarlo porque iba a estar el gobernador el dinero no estaba, entonces Raúl decide no entregarlo y fue, nada más y nada menos, que el hacer valer su dinero lo que lo obligó a hacer la valijas y llevarse a su familia.“En Curitiba nos esperaba una pintora, nos prestó una casa y mi papá comenzó a pintar. Al tiempo le compraron una exposición completa, veinte cuadros. Mientras que sus obras son promocionadas en Europa”, contó Claudio. Brasil, Europa, las mejores galerías del mundo reconocen a Raúl Delavy, un hombre que eligió una tierra que no supo estar a su medida.





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