BUENOS AIRES (DyN). El Gobierno intentó ayer retomar la iniciativa política con una serie de anuncios de planes y proyectos en distintas áreas y hasta acotó las preguntas de la prensa al jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, a fin de bajar el tono de la polémica desatada por las desinteligencias entre funcionarios y las marchas y contramarchas de las últimas semanas.En unas pocas horas, a través de varios voceros, la Casa Rosada confirmó que la presidenta Cristina Fernández fue quien pidió reforzar la presencia de gendarmes en el conurbano y el ministro de Economía, Axel Kicillof, hizo saber que se autorizó una mayor exportación de trigo para intentar llegar durante el año en curso al millón y medio de toneladas (ver pág. 14).También se anunciaron avances en un acuerdo para aumentar el financiamiento del sector turístico (Enrique Meyer) y se adelantó la posibilidad de incrementar la capacidad de producción, las exportaciones del sector metalmecánico (Débora Giorgi) y el “desestímulo” al ingreso de camiones por autopistas a la Capital Federal en las horas pico (Florencio Randazzo).La verborragia de anuncios oficiales se contrapuso con los límites que se impuso Capitanich, quien, para evitar nuevas desmentidas a sus anuncios, blanqueó que sus habituales conferencias de prensa matinales desde ahora serán “cortas”, con una exposición y sólo tres preguntas de los periodistas.De esta manera, el Gobierno intenta marcar una nueva agenda oficial que coloque en un segundo plano los temas más conflictivos y las disputas internas en el Gabinete, que dejaron mal parada la imagen de la Casa Rosada frente a la sociedad.Los anuncios oficiales se realizaron en medio de la preocupación por el silencio de la presidenta Cristina Fernández, quien lleva ya más de un mes sin mostrarse en actos oficiales y de la creciente conflictividad social.En forma paralela a la ausencia de la jefa del Estado, el Gobierno mostró en las últimas semanas una confusión en el rumbo que salió a la luz pública a través del anuncio de algunas medidas que luego fueron desmentidas.Los dos ejemplos más notorios fueron cuando el jefe de Gabinete y el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, adelantaron que el impuesto a los Bienes Personales se cobraría sobre la base de la “valuación de mercado” y no sobre la fiscal, iniciativa que el ministro de Economía, Axel Kicillof, descartó de plano a través de la radio sin que sus colegas del Gabinete se enteraran de antemano.Horas después, Capitanich aseguró que se permitiría la importación de tomates, un mecanismo para moderar precios internos que recordó a épocas pasadas, incluida la importación de pollos del radical Ricardo Mazzorín.No obstante, al día siguiente tuvo que dar marcha atrás y confesar que la idea había surgido a partir del comentario de “un supermercadista” (Alfredo Coto), tras la afirmación del secretario de Comercio, Augusto Costa, quien aseguró por la TV Pública que “el Gobierno nunca informó de una medida determinada que se iba a aplicar”.En medio de estas marchas y contramarchas, que mostraron a una parte del Gobierno operando en línea con recetas “neoliberales” justamente en dos temas económicos críticos, como son la situación fiscal y la inflación, se viene acentuando la devaluación del peso, el dólar paralelo continúa en alza, los precios no dejan de crecer pese al acuerdo que la Rosada impulsó, mientras la inseguridad se incrementa cada día y se teme que los cortes de luz vuelvan a aflorar.





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