POSADAS. A una semana del asesinato de Jazmín Stang, la fragilidad social se percibe a flor de piel en el barrio donde vivía la maestra con sus hijos. La noticia en sí sigue siendo impactante, porque es un caso que “nos toca a todos”, analizó el psiquiatra y psicólogo de familia, Raúl Quisamás, con experiencia de trabajo con menores y problemas de adicciones. “Jazmín somos todos en algún aspecto. Puede ser nuestra mamá, hermana, hija o pareja. Todos nos sentimos tocados y representados”.“Su caso hizo eco a nivel nacional, porque aborda el tema es la fragilidad de nuestra sociedad. Cuando se trata de hacer un análisis social de este tipo de situaciones, aparece recurrentemente la cuestión de que Posadas ha crecido muchísimo, y que indefectiblemente está dando los síntomas de los problemas y enfermedades de las grandes ciudades. En ello la cuestión de la inseguridad aparece y desborda”, analizó el médico especialista en salud mental.En esos mismos términos se refirió la presidente del Foro de Seguridad de la comisaría Novena, Mirta Morínigo, quien sostuvo “en la lucha contra la inseguridad nada es suficiente. Cuando nos dimos cuenta de lo que nos pasó, la situación nos superó”.Dijo Morínigo a PRIMERA EDICIÓN :“Nuestro trabajo cotidiano aborda mayormente la prevención, sin embargo no tenemos la capacidad para entender y adelantarnos a la mente de un criminal. La situación nos desbordó”, insistió. Lo cierto es que ayer, al cierre de esta edición, familiares, allegados y vecinos de la mujer asesinada en un intento de asalto al que resistió, se movilizó por las calles del barrio para reclamar justicia y seguridad.Sandra, una lugareña, quien vive a cuatro cuadras de donde mataron a Stang, confesó que “desde entonces respiro, vivo y duermo con miedo. Este barrio siempre fue inseguro, pero después de lo que pasó no salimos ni a la esquina”. La mujer explicó que su hogar se encuentra a escasas cuadras de la avenida principal donde la gente puede ir a tomar el colectivo, “pero en el ínterin hay chicos y jóvenes consumiendo alcohol o drogas, no importa la hora del día, y las cosas no cambiaron desde el asesinato. No se ve un solo policía en las calles. A veces a la noche vemos alguna patrulla en la entrada del barrio, custodiando algunos locales comerciales, pero en las zonas internas de Itaembé Miní, donde vivimos indefensos, no hay un solo custodio. Después de las 7 de la tarde nos encerramos todos”, denunció. Pensar hacia delantePara el psiquiatra Quisamás, hay dos caminos posibles de lo que puede pasar en adelante: “Nos podemos quedar con el hecho anecdótico de lo que pasó, de la desgracia de los hijos de Jazmín que quedaron solos, con la bronca, la impotencia y el dolor. O podemos preguntarnos qué podemos hacer para tratar de cambiar esto. Necesitamos tener una lógica desde el punto de vista mental y psicológico para poder entender esto. Tenemos que ir creando una que nos sirva para no vivir paranoicos, con miedo y fortalecer una sociedad en la que no queremos ser Jazmín, no queremos que nos pase”.En referencia e esto, el doctor relató parte de un trabajo que se está haciendo en el barrio El Palomar, con los vecinos Lucía Maidana (24), la estudiante violada y masacrada el 6 de abril del año pasado. “Una manera de poder sanar la sociedad es sanarse el uno al otro, generar un espacio dentro de la sociedad, de nuestro barrio y casa, para que entre todos nos podamos cuidar, más allá de lo policial, organizarse para hacer algo contra la inseguridad, que es algo que no diferencia estrato social ni género. Es indudable que hay que trabajar desde el punto de vista psicológico, social y comunicacional en conjunto con la Justicia para plantear cómo se solucionan estos problemas en cada barrio sea del tipo que fuere, desde ruidos molestos a violencia y consumo de drogas”. “Hacer cosas como para prevenir, si no, no se resuelve nada. Es importante defendernos, pero si no prevenimos después va a ser muy difícil defenderse porque vamos a vivir desconfiando uno del otro, viviendo una situación paranoica y destructiva que nos lleva al sálvese quien pueda en tierra de nadie. Una respuesta posible es pensar juntos qué podemos hacer, como nos unimos para poder evitar esto”, afirmó.Algunas accionesSegún Luis Altamirano, otro vecino consultado por PRIMERA EDICIÓN, el panorama de cómo prosigue la vida barrial es la siguiente: “las familias restringen sus horarios ir hasta el almacén del barrio, si es necesario comprar algo de ultimo momento, pero así y todo, después de las 7 de la tarde la zona queda silenciosa, con las familias metidas en sus casa y las barritas fumando o tomando en las esquinas”.Desde el foro, Mirta Morínigo explicó que una medida vecinal que crece y cobra fuerza mediante las redes y foros virtuales es la difusión de una lista de personas residentes en los barrios periféricos de Itaembé Miní, consideradas peligrosas por la Policía. La lista va acompañada con foto y prontuario.Por ahora la difusión todavía es electrónica y entre contactos de mismo foro, pero para que trascienda Morínigo informó que la colocarán en las paradas de colectivos, comisarías, supermercados y cualquier otro espacio público donde se encuentre disponible para cualquier persona que quiera estar al tanto.“El vecino tiene el derecho de conocer y reconocer los rostros de las personas peligrosas. Quien vive en el mundo de la delincuencia, conoce todos los movimientos de las personas que son sus posibles blancos, saben quien sos, donde vivís y qué bienes tenés. Entonces, si ellos nos conocen porqué nosotros no podemos identificar quienes son ellos, se preguntó Morínigo. La lista confeccionada identifica a veinte personas de las cuales quince estaban inculpadas de homicidio pero se encontraban en libertad. “De buenas a primera nuestro foro pasó el pedido formal de mayor personal policial de la seccional Novena en las calles del barrio. Esto como pedido urgente, además de un móvil policial más también hemos requerido una motocicleta para hacer recorridos más veloces en las calles internas y las plazas. Se trata de pedidos que hemos hecho antes de año nuevo, y a los vecinos queremos pedirles que participen y no tengan miedo de denunciar”, agregó Morínigo. Un reclamo que la gente hizo resonar a este diario fue el de la colocación de cámaras de seguridad, “que permitan actuar rápido”, dijeron.





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