BUENOS AIRES. (Diarios digitales). Falleció, en las últimas horas del domingo, la condesa Eugenia de Chikoff, conocida porque sus clases de protocolo y ceremonial llegaron a distintos programas de televisión.De Chikoff nació en Buenos Aires pero fue educada “en una zona francesa, que durante años fue alemana”, motivo por el cual preservaba ese acento germano. Ella no tuvo hijos y pasó gran parte de su vida en la biblioteca y en el Teatro Colón.Sus restos fueron trasladados ayer al cementerio Parque Iraola, ubicado en la bajada de la localidad bonaerense de Hudson, en la autopista Buenos Aires-La Plata.Pese a ser reconocida por sus clases de protocolo y ceremonial, la hija del conde ruso Juan Eugenio de Chikoff tuvo durante 23 años una escuela de Kung Fu, ubicada en la intersección de Rodríguez Peña y Santa Fe, en Barrio NorteUna familia de la Rusia Imperial en Buenos AiresAl igual que los Von Dietrichstein, los Radziwill o los Wenckheim, entre otros, la de Eugenia de Chikoff fue una de las tantas familias de la aristocracia que escapó de Europa en busca de mejor destino durante la Primera Guerra Mundial.Muchos hallaron suerte al casarse con miembros de la alta sociedad, dedicándose al mundo del arte, o bien disfrutándolo. Este es el caso del conde Juan Eugenio de Chikoff, el padre de la fallecida Eugenia.Juan Eugenio de Chikoff nunca olvidó la educación recibida en la Rusia zarista y defendió a ultranza su origen noble, pese a que siempre se dudó del mismo. Nacido en 1896 cerca de Moscú, vivió allí hasta que, encontrándose en París, la revolución bolchevique le impidió volver a Rusia, donde varios familiares fueron fusilados junto a las familias nobles y cercanas a la Familia Imperial.Desembarcó entonces en Argentina, dotado de cierta fortuna, hablando nueve idiomas y asegurando ser aviador, periodista, jinete y bailarín. En Buenos Aires, a pocos les importó si todo eso era cierto y el conde terminó encantando a la sociedad por sus buenos modales.Eugenia de Chikoff describió a su padre como “un hombre hermoso que hablaba cualquier cantidad de idiomas y una vasta cultura”. Pero el hogar de los Chikoff en Buenos Aires se regía por un protocolo estricto. Nacida en Buenos Aires, la única hija del conde fue educada desde los tres años y medio en Francia, Gran Bretaña y Alemania, y a los veinte ya había viajado por China y Japón, interesada por las culturas orientales. “Después que incorporé Oriente en mis costumbres, me recibí de kung fu en China, durante años ejercité como maestro de karate, de judo y de esgrima”, dijo en una entrevista.El conde de dudoso linaje contaba a sus conocidos que su familia desapareció sin dejar rastro alguno durante la revolución que derrocó al Zar Nicolás II, y en su propio hogar en Buenos Aires prohibió terminantemente hablar de Rusia y de sus antepasados. Según contó el diario La Nación, “en los años veinte, la figura del conde era familiar para quienes frecuentaban el Ocean y el Golf Club en Mar del Plata, donde daba lecciones de baile, gimnasia y patinaje sobre hielo”. Desde 1928 ayudó al presidente Marcelo T. de Alvear a diseñar el protocolo de ceremonias oficiales presidenciales y protocolos militares, y comenzó a enseñar protocolos y buenos modales. Su fama llegó, a finales de los años 40, al general Juan Domingo Perón, quien decidió pedirle su ayuda.“Basta de protocolo, Juan, para mí sos siempre el tocayo. Quiero que le enseñes protocolo y ceremonial a mi señora. Quiero que le enseñes a Eva, porque toma la sopa cantada”, le dijo Perón al conde, quien de inmediato se dio a la tarea de “reeducar” a la primera dama en la residencia presidencial de Recoleta.Se cuenta que, después de varios meses de intenso trabajo, los resultados logrados por Chikoff eran increíbles, pero una tarde el noble llegó hasta el despacho presidencial con una fuerte queja sobre Evita: “Las malas palabras… Cuando su mujer se enoja es incontrolable. Me doy por vencido”. Y renunció. Murió en 1988 y su nombre el recordado en el tango “Chikoff”, del pianista catalán Manuel Jovés. Algunos consejosAl saludar, lo mejor es apretar la mano sonriendo y sin movimiento del brazo. Cuando va a tomar asiento lo aconsejable es no mirar dónde va a sentarse, es decir, la silla o el sofá. Los hombres no deben levantar el pliegue del pantalón al sentarse. Los brazos y las manos deben estar apoyados sobre los antebrazos de la silla. Enviar la comida a la boca y no la boca a la comida. Ante cualquier movimiento que desea realizar en la mesa, actúe con lentitud. Mientras que se continúa con la comida y realiza un descanso, tendrá que ubicar el tenedor con la cavidad hacia abajo y al finalizar coloque la cavidad hacia arriba. Para conversar debe utilizar un tono medio, nunca gritar, ni emitir silbatadas, tampoco hablar al oído.





Discussion about this post