POSADAS. La presencia de las mafias en la provincia está más que acreditada y volvió a quedar al desnudo con la detención de un sicario “justo a tiempo”, cuando salía a cometer un crimen por encargo vinculado a la megaorganización narco desarticulada en todo el país días atrás y que, se sospecha, lavaba dinero del cartel de Cali en Misiones.Al respecto, en la historia policial local existen varios capítulos que quedaron grabados a fuego en la memoria colectiva, como los crímenes del ex intendente sanvicenteño Héctor Carballo (en 2010), del aduanero Gabino Sánchez o el de Zenón Araujo (ambos en 2008), por mencionar apenas tres, todos impunes hasta hoy en día.Lamentablemente, episodios de este tipo siguen siendo comunes en Misiones, donde en los dos últimos años se registraron al menos ocho crímenes mafiosos que siguen sin resolución y se encaminan hacia el misterio, según un relevamiento realizado por PRIMERA EDICIÓN.En muchos de ellos la investigación pudo al menos conocer cuál fue el trasfondo, el móvil del asesinato. Sin embargo, en otros ganó la complejidad propia de cada causa y hasta hoy en día no se sabe siquiera por qué actuaron los autores del hecho.Para los detectives, por ejemplo, está claro que el homicidio del funcionario y ex edil radical Mario Nicanor Cabañas (43) en su casa del centro de Montecarlo, el pasado domingo 15 de diciembre de 2013, está vinculado a los negocios que llevaba adelante la víctima.Aquel día, un sicario paraguayo identificado como Marcos Fabián Martínez Sánchez (36) y Elías Roberto “Matrix” Espíndola (28) irrumpieron en la escena. Cabañas se resistió y antes de morir logró ultimar al extranjero en medio de una intensa balacera.La Policía busca aún a Espíndola, oriundo de Jardín América. El caso dejó un hecho insólito: los familiares de Martínez Sánchez se robaron el cuerpo de una funeraria de Eldorado y lo repatriaron de manera ilegal, al mejor estilo de una organización criminal. Al mejor estilo de una mafia.La investigación por el caso Cabañas está aún abierta a resultados positivos, al igual que la del comerciante eldoradense Guillermo Leuberger (53), ultimado de un disparo en el pecho el martes 3 de diciembre de 2013.La víctima atendía su despensa de la calle Matienzo, en el Kilómetro 3 de Eldorado, cuando llegó un hombre con el que cruzó algunas palabras. Fue la mujer del comerciante quien, desde una habitación cercana, escuchó una discusión y un disparo.Cuando entró al local comercial, encontró a su pareja prácticamente sin vida. La Policía confirmó que Leuberger recibió un impacto proveniente de un revólver calibre .38. Las causas del hecho aún no están claras, aunque los detectives ya descartaron un violento robo: el homicida no se llevó absolutamente nada de la despensa.Un poco más atrás, también en 2013, pero el miércoles 10 de abril, otro hecho de tinte mafioso golpeó a la sociedad misionera, esta vez en Posadas. Cerca de las 21.45, un desconocido ingresó al departamento del carpintero Juan Carlos Marín (54) y sin mediar palabra alguna le descerrajó un tiro en la nuca.Fue en López y Planes casi calle 121 de la capital provincial y, cuando huía, el desconocido se cruzó con un empleado de 18 años al que también intentó ultimar, pero quien sobrevivió milagrosamente tras recibir un disparo.Ese joven contó que había visto al sospechoso por la mañana. Al parecer, el asesino hizo inteligencia horas antes por el oeste posadeño preguntando dónde quedaba “lo de un tal Marín”. ¿Otro sicario “local” similar al detenido días atrás a punta de ejecutar aquella “venganza narco”? Las preguntas sobran.El año que pasó se abrió con otro episodio dramático que en los próximos días cumplirá su primer aniversario. Se trata del crimen del empresario avícola Jorge Manfredi (51), quien desapareció en la tarde del 15 de enero a bordo de su “jet-ski”, cuando salió a navegar el Paraná, en Posadas.Su cuerpo apareció al día siguiente aguas abajo de la Isla del Medio. La autopsia reveló que la causa de la muerte fueron tres golpes que recibió en la cabeza, en pleno Paraná, al mejor estilo de la mafia, sin posibles testigos alrededor.Al confirmarse que se trató de un homicidio, la investigación se profundizó en busca del móvil del crimen y los autores. Nada está del todo claro todavía.A fines de 2012, la sociedad misionera volvió a conmoverse, esta vez con uno de los crímenes más sangrientos de los últimos tiempos y con el sello claro de la mafia: el caso Rojas.Como este medio publicó días atrás, en el primer aniversario del hecho, Miguel Ángel Rojas (23) apareció con sus órganos genitales cercenados, apuñalado y amarrado a un pino en una zona desolada de Puerto Mado, a pocos metros del Peugeot tipo remís que manejaba.Eran las 19 del sábado 20 de diciembre y el muchacho había salido de su casa en Puerto Esperanza en la tarde del 24 de diciembre, para hacer un viaje. Sin saberlo, sería su último trabajo.La sesión de torturas fue tremenda y los homicidas hasta lo empalaron antes de dejarlo abandonado “a la buena de Dios”. Los investigadores coinciden en que los criminales querían dejar bien en claro un mensaje. Y lo hicieron.Se trató de un crimen por encargo, como también sospecha la Policía en relación con el brutal homicidio del repuestero Elisandro Javier González (28). El comerciante salió de su casa en Aristóbulo del Valle y su paradero fue un misterio hasta el miércoles 29 de agosto de 2012, cuando su cuerpo fue hallado por una pareja que caminaba por Picada Propaganda. Tenía varios golpes en la cabeza y 840 pesos en sus bolsillos.Días después las pericias señalaron como principal sospechoso a Pablo Mafalda (51), oriundo de 25 de Mayo y con frondosos antecedentes criminales, quien sigue prófugo de la Justicia hasta hoy en día (ver nota relacionada).El último de los casos de este relevamiento, el primero en la línea de tiempo, es también insólito, como este diario publicó en abril del año pasado. Es que el changarín Juan Carlos Zamovargas (54) no tenía deudas ni enemigos, pero acabó carbonizado en la casa que alquilaba en el barrio Unión de El Soberbio, el 28 de febrero de 2012.Cerca de las 23.30 irrumpieron en
el lugar al menos dos sicarios que buscaban a “Araña”, un brasileño nacionalizado argentino con antecedentes por narcotráfico y otros delitos en el país vecino. “¿Dónde está la droga? ¿Dónde la dejaste?”, le preguntaron a Zamovargas, que no sabía de qué le hablaban.Los asesinos a sueldo le dispararon y, para que no queden rastros, incendiaron la humilde vivienda, emplazada a unos 300 metros de la frontera. El cuerpo del changarín fue hallado carbonizado por la Policía horas después.Como en el resto de los casos, hasta el momento no hay culpables por la muerte del hombre que pagó con su vida un error de los sicarios, de esos que caminan sueltos por las calles misioneras haciéndose pasar por otros, sin que nadie sospeche quiénes son realmente. Los dos más buscados por la Justicia localPablo Mafalda (51) y Elías Roberto “Matrix” Espíndola (28) son dos de los hombres más buscados por las autoridades misioneras en los últimos tiempos.Mafalda nació en el Paraje Tres Piedras, en jurisdicción de 25 de Mayo, y es conocido en el ambiente delictivo misionero por haberse fugado de la Unidad Penal II del Servicio Penitenciario Provincial, en Oberá, el lunes 4 de junio de 2007, donde purgaba una condena por el delito de homicidio simple.Gracias al cotejo de huellas dactilares, la Policía de Misiones lo involucró directamente al crimen del comerciante Elisandro Javier González (28), perpetrado en Picada Propaganda, cerca de Jardín América, en agosto de 2012.Los criminalistas hallaron sus huellas en la Chevrolet Montana de la víctima, que apareció en una zona de monte de Campo Grande, justamente donde Mafalda tenía registrado último domicilio.Espíndola es quizás uno de los últimos requeridos por la Justicia misionera tras el crimen de Mario Nicanor Cabañas (43), el pasado 15 de diciembre de 2013 en su casa del centro de Montecarlo.“Matrix” es oriundo de Jardín América y creen que es uno de los autores intelectuales del violento homicidio perpetrado en la mañana de aquel día.





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