PUERTO IGUAZÚ. El hombre era celoso por naturaleza y esa característica parecía potenciarse cuando bebía alcohol. Lo conocen como “Cepillo”, es cuarentón y la madrugada del sábado 1 de junio selló su destino en prisión. Eran alrededor de las 4.30 cuando no soportó más ver a su mujer bailando con un chico que bien podía ser su hijo. De hecho, era amigo de su hijo. Lo llamó aparte y antes de que pudiera siquiera insinuar una tímida reacción, le clavó un destornillador en el pecho.El chico se dobló y desplomó al suelo en el mismo instante, mientras los testigos buscaban ayuda desesperadamente para llevarlo al centro de salud más cercano.Eduardo Rafael Espínola, a sus 17 años, batalló poco más de 24 horas contra la muerte pero al final no pudo torcer el rumbo de la tragedia.El día siguiente al hecho, el domingo 2 de junio, en horas de la tarde, dejó de existir en el nosocomio donde estaba internado.Lo curioso de todo es que Espínola fue invitado por un hijo del detenido a la fiesta familiar; una parrillada que arrancó la noche del 31 de mayo en la vivienda situada en inmediaciones de las calles Marta Schwarz y El Ceibo, jurisdicción del barrio Tacuara, en Puerto Iguazú.Protagonizó una acción que a los ojos de cualquier mortal sería absolutamente normal, pero no a los de Juan Esteban Rodríguez.El hombre siguió bebiendo y en cada sorbo miraba de reojo a aquel adolescente que movía el cuerpo junto a su mujer.Bailaban alegre y animadamente hasta que la desgracia cubrió la fiesta con su negro manto.Rodríguez dejó el vaso de lado, llamó al chico y sin darle ninguna chance de reacción, le asestó un puntazo mortal en el pecho, con un destornillador.Minutos después sería detenido por una patrulla de la Unidad Regional V, con asiento en La Ciudad de las Cataratas.Días atrás fue conducido a los estrados del Tribunal Penal 1 de Eldorado, donde lo aguardaba el fiscal de Cámara Federico José Rodríguez para elaborar la solicitud de juicio abreviado en base al acuerdo alcanzado con la defensa de una condena a quince años de prisión por el delito de “homicidio simple”.Allí se confesó culpable por el crimen del chico Espínola, previamente a ser conducido al Complejo Penitenciario III, donde purgará sentencia.





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