Las constantes manifestaciones por los cortes de luz en la región metropolitana impregnan el cierre de un año político en el que, a través de los resultados adversos en las elecciones legislativas de medio término, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se vio obligada a dar señales de cambio, o al menos a oxigenar su gabinete. Sea por una decisión política, o porque el estado de salud de la presidenta condicionó bruscamente su estilo personalista de gobierno, simbolizado en sus apariciones diarias por cadena nacional, la salida del proceso electoral significó un “barajar y dar de nuevo” para el Gobierno nacional que incide fuertemente, a su vez, en la definición del escenario político que se viene. Aunque el gobierno no ha cedido en cuanto a la orientación del modelo kirchnerista, en forma pragmática se han dado incipientes pasos tendientes a flexibilizar aspectos de la política económica fuertemente cuestionados, como el “cepo” cambiario o la paridad con el dólar, por señalar dos temas que preocupan -fundamentalmente- al sector empresario.Si la designación de Jorge Capitanich en la jefatura de gabinete, un hombre del riñón K, pero también con históricos lazos en el peronismo tradicional y la Iglesia Católica, transparentó el reconocimiento de la necesidad de un diálogo político institucional, el recambio en el Banco Central -cargo en el que se designó al titular del Banco Nación y de la Asociación de Bancos Públicos y Privados (ABAPPRA) – implicó un guiño al sector financiero.No es casual que, en vísperas de su partida del cargo, Mercedes Marcó Del Pont haya reconocido por primera vez la necesidad de poner coto a la alta inflación, tolerada como mal menor en el discurso kirchnerista durante una década, ni que su sucesor, Juan Carlos Fábrega, a poco de haber asumido el cargo, hable de la necesidad de contener la emisión monetaria. En tanto, fue clave en el reciclado político al cierre de 2013 la salida de uno de los pilares de la gestión económica de la década kirchnerista, como lo fue Guillermo Moreno, con lo cual se inicia un replanteo respecto a la tendencia inflacionaria que, desde 2008 a esta parte, tiende a licuar los avances en materia de ingresos populares y a poner freno al crecimiento de la economía.La política de control de precios que se aplicará a partir del 3 de enero próximo, motorizada por el tándem Kicillof- Capitanich; y acompañados por Augusto Costa desde una Secretaría de Comercio, ampliada en sus funciones y competencias, reformula los esquemas de Moreno sin el personalismo del ex funcionario. La implementación de este renovado plan de control de precios; basado en un nuevo acuerdo con los supermercados y las negociaciones salariales que se iniciarán a la vuelta del fin de año darán la tónica de lo que es dable esperar en 2014 en lo económico, y por ende en el clima político y social.Según los analistas, la fuerte concentración de la oferta en la producción y comercialización de alimentos, reflejada en que una veintena de industrias elaboran el 80% de los alimentos y bebidas, y las grandes cadenas de ventas manejan el 65% de la comercialización de esos bienes, conspira contra las políticas basadas en controles de precios. El “lavado de cara” a nivel del Ejecutivo nacional coincidió con el descongelamiento del aparato del Partido Justicialista, en el que el kirchnerismo cifra sus esperanzas de mantenerse en el poder, desde el año entrante y mirando a las presidenciales de 2015. Esta semana, la elección del intendente K de La Matanza, Fernando Espinoza, como presidente del PJ bonaerense, abrió el camino a la normalización partidaria en todos los distritos que el kirchnerismo espera liderar, abriendo el juego a las PASO previas a los comicios de 2015. En el lado opuesto, también esta semana el ganador de las legislativas bonaerenses, Sergio Massa, relanzó su Frente Renovador con figuras como el ex ministro Lavagna, Carlos Reutemann y Facundo Moyano, aspirando a polarizar, probablemente desde afuera de la estructura partidaria, al dividido espectro político peronista. Negociaciones bajo presión Al filo del fin de año, la Unión Tranviarios Automotor (UTA) amenazó con un paro general de colectivos de larga distancia en pleno 31 de diciembre, en demanda de una mejora de 2000 pesos de partida, y el inmediato inicio de las negociaciones paritarias, que el año pasado se extendieron por casi todo el año, erosionando el poder adquisitivo de los asalariados. El titular de Transporte, Florencio Randazzo, logró despejar la amenaza de un paro extorsivo en plena celebración de fin de año, pero queda en pie la inquietud sobre una eventual prolongación excesiva de las paritarias, a realizarse este año en un marco de fuerte presión. La reciente rebelión policial en la mayoría de las provincias, que terminó con aumentos del orden del 100% en muchos casos, y del 35% en Misiones, que había sido pionera en cuanto a la revuelta de los uniformados, le puso un marco de tensión al contexto de las paritarias de gremios estatales. Según la Fundación Mediterránea, las provincias iniciarán 2014 en una situación fiscal complicada y de superarse el 30% de aumento general, “ante la imposibilidad de obtener financiamiento por montos importantes, algunas provincias podrían reservar como recurso de última instancia la emisión de cuasimonedas”.Anteriormente, el gobernador Ricardo Colombi removió el avispero al anunciar la inminente edición de una moneda provincial, en las semanas previas al acuerdo de refinanciación de los pasivos provinciales. El propio mandatario correntino diría presente luego, sin embargo, cuando este viernes 17 gobernadores, entre ellos Maurice Closs, firmaron con el ministro Capitanich un nuevo esquema de refinanciación, que ahora, a diferencia de la prórroga por un año que se decretó en 2011, es de tres meses y con metas a cumplir. Curiosamente, el gobernador Closs hizo triunfalistas declaraciones sobre la política de desendeudamiento y la holgura fiscal provincial el jueves último y luego firmó una serie de aumentos de alícuotas impositivas que aplicará la Dirección Provincial de Rentas de inmediato.Como ya lo demostró con el impuesto a los Ingresos Brutos, la DGR misionera se muestra proclive a aumentos drásticos que presionan sobre el sector privado, y esta no es una excepción. Ahora, pese al apriete fiscal imperante, las actividades de producción y comercialización de bienes,
locaciones y prestaciones de obras y servicios que tributan hasta ahora 2,5% sufrirán un 20% de aumento desde el primer día del 2014, pasando a pagar un 3% . En la comercialización de bienes, locaciones y prestaciones de obras y servicios, cualquiera fuese la actividad, cuando los mismos sean comercializados o prestados, según el caso, en forma directa a consumidores finales, pasaran de tributar un 3,4% a un 4% . El ajuste, al estar de las explicaciones que dio el propio mandatario en su discurso de inauguración de la nueva plaza de Colonia Delicia, se aplica para poder asumir el costo del aumento de 35% otorgado por el gobierno a la Policía provincial, medida que suscitó más de una protesta en la administración pública, donde se viven tiempos de agitación y descontento.La situación fiscal de la Provincia, tanto como los declarados propósitos de redistribución del ingreso del gobierno renovador, se pondrán a prueba el año entrante, en el que a la luz de un costo de vida en ascenso que no da señales de aflojar fácilmente, se acrecienten los reclamos de un sector público fuertemente castigado por las políticas implementadas en la última década. Además del incremento en las alícuotas de Ingresos Brutos, también despertó malestar la creación de la Tasa Yerbatera, que puso en pie de guerra a distintos sectores de la cadena productiva.En lo político, se espera que Closs avance tras el receso vacacional , en el mes de marzo, en un lavado de cara de su gabinete, en el que hay figuras que acumular un exceso de desgaste, pero que se mantienen en sus cargos. Los cambios que, eventualmente, realice el mandatario darán cuenta de la temperatura ambiente en el tablero interno de la renovación, en el que la alianza Closs-Rovira pasa por un momento de tensión emergente de los malos resultados electorales de 2013. Como en el ámbito nacional le ocurre al kirchnerismo, para la renovación es vital que 2014 sea un año de consolidación de posiciones y construcción política de cara a un complejo desafío electoral, en 2015, y a una sociedad movilizada y portadora de una creciente demanda de transparencia y legitimidad en el discurso político.




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