POSADAS. “Ser abanderado de Misiones, es más difícil que ser abanderado de la Bandera Nacional, ya que implica ser elegido por el otro, por sus propios compañeros de curso, destacado por sus valores y compromiso”, señaló la directora de la Escuela Nº1 Félix de Azara de esta ciudad durante el acto realizado el sábado 30 para recordar el nacimiento de Andrés Guacurarí y Artigas. En ese marco la abanderada entrante recibió de manos de la abanderada saliente la enseña tricolor, que simboliza la solidaridad y el compañerismo.Esta bandera fue izada por primera vez en 1815 por Guacurarí, tras el triunfo en Guayabos. Los soldados le juraron lealtad y el pabellón fue izada en todos los Pueblos Libres. Por Ley provincial del año 1992 fue declarada bandera oficial de Misiones. Una celebración colectiva “La celebración de las efemérides en la escuela se caracteriza por ser una práctica colectiva, grupal, que promueve la participación de la comunidad en la esfera de lo público. Así es que se vuelven a suceder, como en otros actos, representaciones teatrales, bailes y cantos”, señaló a este matutino la licenciada en Comunicación Social María Itatí Rodríguez, becaria de Flacso-Conicet, quien actualmente investiga sobre las efemérides escolares en el marco de su Doctorado en Comunicación Social en la Universidad de La Plata.Rodríguez compartió una de las representaciones, que a su criterio se destacó “por la fuerte entonación de sus protagonistas”. Se trata de la canción “Andresito” entonada por estudiantes de 7º grado. En una de sus estrofas, la canción dicta: “Para la historia oficial fuiste siempre un bandolero, General improvisado de un ejército harapiento; profanador de costumbres; usurpador de la tierra, vengador de tus abuelos. Para nosotros, en cambio, tu nombre seguirá siendo la sagrada rebeldía de una dignidad sin precio, que se aguanta la pobreza y sobrevive al saqueo. ¡Sos Dignidad, sos Justicia, sos Patria Grande de pie! Una vez más, por nosotros: ¡volvé, Andresito, volvé!”.ReflexionesA modo de reflexión sobre los homenajes a Guacurarí, Rodríguez señaló: “La puesta en escena de la efeméride del 30 de noviembre procura la construcción de lo que implicaría la ‘misioneridad’: un imaginario basado en la supuesta existencia de valores y virtudes del ‘ser misionero’, que fue construido desde un discurso histórico centrado en la figura de Andrés Guacurarí como ‘prócer’ o ‘héroe’ local, en el contexto de reivindicación provincialista de la década de 1940 (Jaquet, 2005). Nuevamente surgen (y advertimos, en la coyuntura de estos procesos) los siguientes interrogantes ¿Cuáles son los mecanismos por los cuáles los debates sobre la misioneridad entran en la escuela, se van haciendo cuerpo en los rituales escolares, y re-actualizan viejas y nuevas discusiones y contenidos en torno al Nos-Otros como Nación y como provincia? ¿Qué historia(s) aún siguen sin poder ser contadas?”.





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