OBERÁ. Lidia Sanabria (61) es una prueba más de que una discapacidad física no es un obstáculo insuperable, sino que es una puesta a prueba de la perseverancia. A sus 38 años, la muerte de un hijo fue el disparador de un glaucoma congénito que en poco tiempo la dejó ciega.“Cuando perdés la vista y aceptás que tenés que depender de un bastón, podés rehabilitarte y seguir adelante, pero cuando no aceptás esa nueva condición todo cuesta mucho más”, reflexionó Sanabria en diálogo con PRIMERA EDICIÓN, destacando la importancia del acompañamiento familiar para afrontarlo. “Nunca quiero escuchar que un ciego diga ‘no puedo’. Es cierto, nos puede costar un poco más, pero si contamos con la ayuda de nuestra familia y de nuestros compañeros, se puede”, dijo.Entre esos desafíos personales de autosuperación están los almanaques para ver y tocar que comenzó a fabricar hace algunas semanas en su casa con ayuda de su hija Carolina (22). “En 2002 hice almanaques por primera vez, y ahora retomé el proyecto con ayuda de mis hijos. Son artesanales y hacerlos lleva su trabajo, pero estamos muy contentos”, señaló quien los ofrece a través de su blog (www.ojossinluzmanosdeamor.blogspot.com.ar) y su cuenta de Facebook “Lidia Sanabria”.Tienen una página por cada mes y sobre cada día está escrito en relieve el correspondiente signo en Braille, “así lo pueden usar personas que ven y personas que no ven”, dijo.Un gran desafío“El ciego solamente no ve, pero camina, habla, escribe, es creativo. Estamos capacitados para muchas cosas. Yo aprendí a leer y escribir en Braille y puedo hacer traducciones de libros, también les enseño a mis compañeros del Centro Amigos del Ciego (se refiere a un grupo de seis personas de su edad que acuden a esa institución)”, dijo Lidia. Con sus manos y un sentido del tacto cada vez más fino y desarrollado, realiza macramé y tejido en telar, también cestería con diario y botellas de plástico.Todas estas tareas las aprendió en el Centro del Ciego -cuya Comisión Directiva integró hasta hace un tiempo- y hoy por hoy planea redoblar la apuesta y abrir un espacio de talleres para en su propia casa del barrio Oberá 7. “La idea es enseñar lo que aprendí a quienes tengan ganas. Es abierto a personas ciegas, con baja visión y convencionales”, dijo.La discriminación de cada día“A pesar de todas las cosas que sabemos hacer y aprender, como usar la computadora, atender y marcar un número en el teléfono, y otras actividades, no podemos tener un trabajo”, señaló Lidia. Aún peor, el sentimiento de discriminación está presente cada vez que salen a la calle. “Dentro del Centro, que es un lugar hermoso, es nuestro mundo, podemos ser plenos, pero salimos de ahí y la gente te mira como un bicho raro”, dijo. “Nos sentimos muy discriminados en la sociedad. Yo por ejemplo, cinco años tardé en que me dieran una pensión por discapacidad porque me decían que yo no era discapacitada”, dijo.El respaldo familiarLidia tiene tres hijas y tres hijos. Carolina (22) y Johnatan (21) -los menores- nacieron cuando ella ya había perdido la vista. “Mis hijos son los ojos que no tengo. Me ayudan y están siempre cerca y eso es lo más importante para poder superarme día a día”, señaló. “A veces llegan al Centro padres con un bebé que tiene problemas de vista o un hijo de siete años que ya tiene su bastoncito blanco, eso es muy fuerte, y siempre felicito a los padres por acompañar a sus hijos”, dijo y recordó las palabras de los integrantes de Los Murciélagos, la selección argentina de fútbol de salón para ciegos que visitó Misiones recientemente. “Con algunas amigas viajamos a Posadas a conocerlos a ellos y a Los Magos -el equipo de fútbol de Misiones- y fue muy emocionante escuchar sus palabras, tanta motivación para enfrentar la vida y hacer lo que a uno le gusta aunque cueste. En la ocasión Diego Cerega, uno de los Murciélagos que también perdió la vista por un glaucoma había dicho entonces: “La discapacidad no se contagia, lo que se contagian son las ganas de hacer cosas”.Este es el lema que alimenta cada día a Lidia, y que intenta transmitir a quienes la rodean. Almanaques para ver y tocarLos almanaques 2014 “para ver y tocar” que hace Lidia son para colgar en la pared.Los confecciona con ayuda de su hija Carolina (22), que se encarga de pegar la portada, cuidando que quede bien prolijo -ya que según señala Lidia en su blog “soy muy perfeccionista, mis manos me dicen cuando quedó bien”. Los meses y días del calendario están impresos en tinta y sobre ellos, Lidia perfora con una maquinita los signos en Braille, así pueden leerse a través del tacto.Los interesados en adquirirlos pueden comunicarse al (3755) 426482.





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