COMANDANTE ANDRESITO. El barrio “Quintas Altas” se encuentra a escasos 400 metros del centro urbano de esta localidad, es habitado por muchas familias trabajadoras y de humilde condición económica, que con esfuerzo y muchas veces viajando hasta la zona rural para desempeñar su labor cotidiana decidieron vivir más cerca del “centro” por la comodidad de acceder a los servicios básicos. Sin embargo, los pobladores se sienten abandonados, ya que hace tiempo requieren algunas mejoras, sobre todo en las calles, pero no son tenidos en cuenta por las autoridades. “Trabajo en la chacra, pero acá en el pueblo tengo mercados, farmacia, comercios, luz, es decir tengo un montón de cosas que en la zona rural no dispongo, por eso nos vinimos”, explicó a PRIMERA EDICIÓN Emilio, quien hace dos años reside en el barrio Quitas Altas junto a su madre.El acceso está dado por una muy angosta calle de tierra colorada, llena de baches, de muy difícil tránsito y con la dificultad agregada porque tanto desde el ámbito municipal como desde el privado fueron sacando y utilizando tierra de ambos lados de la calle, que provocó una zanja muy pronunciada a cada extremo y los vecinos temen por la estrecha dimensión del ancho de la calle, un posible desmoronamiento de la misma, ya que no se colocó ningún tipo de estructura que contenga los costados. “Estamos muy preocupados”, describió Teresa Worman, “ya fuimos varias veces con varios vecinos del barrio a la Municipalidad, las primeras veces nos contestaban que iban a venir y solucionar, pero ahora directamente no nos reciben. Estuve con el capataz de las máquinas, las paré en la calle cuando los vi trabajando en otro barrio, ya no sabemos qué hacer para que nos escuchen”.“Necesitamos que vengan a arreglar esta calle, en los planos está marcada, no es un invento nuestro, acá no sube ningún auto, sólo moto o alguna camioneta, y estamos a tres cuadras del centro, a cinco de la Municipalidad. Una va a hacer las compras y tiene que subir esta lomada a pie porque ningún remís puede llegar y tienen razón, es un desastre y si llueve peor”. María Damacena tiene cinco hijos y algunos nietos, también es vecina del barrio y tiene algunos problemas en la columna, “nada que no tengamos los que trabajamos en la chacra desde chicos”, dijo y señaló que la pendiente hace que para ella sea casi imposible caminar por ese sector.En diálogo con este diario afirmó: “Estoy indignada, ya pedimos, reclamamos, insistimos, fuimos como diez veces en el último año y sigue igual, o peor, porque las lluvias estropean la calle, encima la misma Municipalidad estuvo sacando tierra del costado, esto es peligroso además de incómodo, fíjese si no está quedando como una cornisa, antes podíamos mandar a la gurisada hasta el almacén a buscar algo ahora así es peligroso. Las veces que fui me dijeron que nuestro pedido eran pavadas, llevo quince años viviendo en el barrio, nunca estuvo tan mal”. “Tengo problemas de columna, usted no se imagina lo que es subir caminando con las bolsas de las compras hasta mi casa, y lo tengo que hacer obligada pues no hay auto que suba por acá, y eso que estamos a 50 metros del empedrado, es una verdadera vergüenza, ni siquiera vinieron hasta acá para ver qué es lo que hay que hacer o necesitamos en el barrio”, concluyó.Muy difícil y peligrosoAlejandro Estelter vive con su esposa hace dos años en el vecindario, es otro de los moradores que habitan los márgenes de la angosta callejuela de tierra. “No entiendo qué hacen o qué vienen haciendo, nuestra calle ya es angosta encima vienen sacando tierra de ambos lados, en lugar de ensanchar sacan tierra, en cualquier momento se desmorona. Está cada vez peor, los días de lluvia tengo que tomar carrera en el empedrado y subir a toda velocidad, porque si no la moto no trepa no llega, es peligroso porque si se cruza un gurisito o una vecina puede terminar en accidente y encima como está quedando cada vez más chico uno puede caer por el barranco. Hasta ahora no tuve ninguna caída, pero hay vecinos que sí, otros suben acelerando y empujando la moto porque realmente está muy, muy difícil”.Graciela Cardozo también es una antigua habitante del barrio, vive con su familia (esposo y tres hijos) a 60 metros del empedrado a la orilla de la calle devenida en angosta y poceada cornisa: “Necesitamos una calle transitable, está muy deteriorada, es peligroso como está quedando, cuando llueve se pone muy patinosa y dado lo angosta que está una puede caer , yo si no es por urgencia o necesidad trato de no salir. Les pido a las autoridades que se pongan las pilas y hagan lo que tienen que hacer”. Jugando a las escondidasTodos los testimonios hablan de varias visitas al municipio, de intentos de dialogo con el alcalde Bruno Beck, con sus secretarios o con diferentes funcionarios de la comuna.“Hablamos con los de las máquinas, hablamos con el de Obras Públicas, unos nos dicen que sí y otros que enseguidita o que confirmemos el pedido con el intendente. El tema es que nadie nunca viene y nuestro acceso está cada vez peor”, dice María y los presentes asienten.Florencia Sosa es una de las vecinas que varias veces intentó dialogar con el escurridizo intendente.“Este año fuimos ya un montón de veces a pedirle que arregle, y se esconde. El secretario de él nos pregunta por qué tema es y cuando le decimos, nos responde que no nos puede atender que está para cosas más importantes, ¿Y nosotros que somos? Somos parte del pueblo, somos pobres , pro nuestros derechos son los mismos o el solo atiende a los ricos , ¿Y nuestras necesidades qué?”, sostiene enojada la vecina.





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