ELDORADO (Por Marcelo Galeano y Nicolás Maradona). “El cura sabe quién fue; se lo contaron en secreto de confesión y no lo puede decir”, señaló Ademar Francisco Bourscheid en alusión al párroco de Puerto Rico, Carlos Chatelain. Sobre él agregó que “no sé exactamente cuáles fueron sus palabras, pero es como que me desligó del hecho”.El panadero, como lo llamaron desde el inicio de la investigación, aunque en realidad se dedicaba a repartir pan, hizo alusión a la declaración testimonial que el religioso efectuó en sede judicial.Al parecer, habría dicho que escuchó la identidad de otra persona y no la del único detenido como responsable del homicidio, lo que de alguna manera pareciera desvincularlo como autor material.Tal vez podría ser así para los creyentes, pero la Justicia se maneja por otros carriles y no precisamente por el de la fe, más bien por el de las pruebas y si son científicas, con más razón.Las declaraciones del cura, si fueron hechas como asegura el imputado, asoman insuficientes para rebatir una prueba científica, considerada de certeza por la Justicia, como un ADN.Y la Justicia, en este caso a través de la Secretaría de Apoyo a Investigaciones Complejas (SAIC) y la Policía, encontró el patrón genético de Angélica Ramírez en una mancha de sangre recogida de una zapatilla de Bourscheid.En la entrevista exclusiva que mantuvo con PRIMERA EDICIÓN en Eldorado, este hombre deslizó su creencia de que la prueba se la plantaron.Aunque pudiera brotar desde lo más profundo de sus convicciones, resulta inverosímil que los investigadores pudieran involucrarse en una maniobra de esa magnitud.El allanamiento en la casa del panadero se produjo cuatro días después del crimen y las zapatillas estaban lavadas.Resulta ilógico que alguien quiera dejar caer una gota de sangre de la víctima para después lavarla. Además, los peritos encontraron tierra en los resquicios de la suela de los calzados deportivos (al parecer, mal lavados), que se condicen con la micromorfología del suelo del lugar donde mataron a la adolescente de 14 años. No obstante, es la versión del acusado y está a derecho. Desde un principio se informó que la Policía orientó la investigación hacia Bourscheid porque, supuestamente, mantenía una relación sentimental con Angélica.Sin embargo, en la entrevista mantenida con este Diario, el único imputado y detenido que tiene la causa negó terminantemente cualquier tipo de relación con ella. Fue más allá incluso. Aseguró que hacía tres o cuatro años que no sabía nada de ella.Son manifestaciones públicas que pueden ser fácilmente rebatidas por la investigación o en un juicio oral, siempre y cuando hubiera sido verdad lo del vínculo sentimental.En este punto específico de la entrevista, Bourscheid sonó tajante y en cada negativa acompañó sus palabras con un movimiento de cabeza como si fuera una puerta vaivén.Habrá que ver cómo reacciona la Justicia también ante las declaraciones del cura párroco. PRIMERA EDICIÓN consultó con especialistas y pudo comprobar que las aguas están divididas respecto de si un sacerdote debe o puede ser obligado a brindar la identidad del supuesto asesino.Para algunos la Justicia puede obligarlo, aunque debe haber un justo motivo. Allí justamente radica el dilema. Más allá de esta circunstancia, que seguramente no llegará a esa instancia, hay una prueba de ADN contra el panadero.Es la madre de todas las pruebas en esta causa que actualmente está a cargo del juez civil y comercial de Puerto Rico, Itálico Lirussi, y que pasó por las manos de otros tres magistrados antes de que se resolviera el conflicto de competencia.Entre ellos el juez original Éctor Acosta, del Juzgado de Instrucción 1 de Puerto Rico; Osvaldo Rubén Lunge, del fuero Correccional y de Menores de esa Circunscripción Judicial, y Marcela González, de Jardín América (hoy en la Justicia Federal). Decide la Cámara de ApelacionesAdemar Francisco Bourscheid fue procesado por el delito de “homicidio calificado por la alevosía”, resolución que luego fue confirmada en segunda instancia por el Tribunal Penal 2 de Posadas.Esa calificación prevé una sola pena en caso de una resolución condenatoria: “reclusión o prisión perpetua”.Cuando la fiscal Mabel del Rosario Luna efectuó el requerimiento de elevación de la causa a juicio oral y público, la defensa volvió a oponerse y por ende, el expediente volvió al órgano de alzada.La diferencia es que ahora el caso está en la flamante Cámara de Apelaciones en lo penal y correccional, que deberá expedirse antes de la feria judicial de fin de año.Lo que sí es seguro que el debate oral se llevará a cabo el año que viene, en el Tribunal Penal 1. Allí se terminará de saber la verdad.





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