La presidenta Cristina Kirchner participó del encuentro de dos días de los líderes del G-20 en San Petersburgo, en el que expresó la postura argentina de firme rechazo a la pretensión del presidente de Estados Unidos Barack Obama de que la comunidad internacional avale un ataque militar de su país a la República de Siria.A su vuelta al país, la mandataria destacó que, al exponer la posición argentina, subrayó que una intervención militar contra el régimen de Damasco “desataría cosas que serían tal vez imposibles de controlar” y pidió que el multilateralismo tenga un rol decisivo en el conflicto. Cristina tuvo éxito en su sugerencia de que en el documento final del G-20, en la declaración sobre los “paraísos fiscales”, se denomine a estos “guaridas fiscales”; sin embargo, no logró imponer su sugerencia de que se incluya en el documento final una condena contra los fondos buitres. Aunque la inminente agresión norteamericana no estaba incluida en la agenda del encuentro, se erigió en un tema dominante que dividió a los mandatarios presentes y obligó al presidente Obama a retirarse con las manos vacías del cónclave; resultado en el que gravitó el compromiso contra la premeditada agresión de otro argentino, el Papa Francisco.El pontífice envió una extensa carta al presidente de Rusia Vladimir Putin, en la que instó a los integrantes del G-20 a rechazar la invasión a Siria y a defender una resolución pacífica de la crisis siria, a la vez que reflexionó sobre la importancia de mantener la paz para garantizar la obtención de los objetivos de desarrollo económicos previstos por organismos internacionales como la ONU. En su exposición, el Papa no dejó pasar la oportunidad de destacar que “la economía mundial sólo se desarrollará si se permite una forma de vida digna para todos los habitantes de la tierra, no sólo para los ciudadanos de los países miembros del G-20”. En la conferencia de prensa que dio al término de la reunión, Cristina kirchner señaló que la carta que el papa Francisco le envió al presidente fue leída durante la reunión y sostuvo que ello “tuvo una particular importancia”. “Fue mencionada por Rusia y por Italia, que también se manifestó en contra de una intervención militar, junto con Alemania, Brasil, China, Rusia y Argentina”, precisó. CompensacionesDurante la ausencia de la mandataria, que llegó el viernes a la mañana de Rusia, la Cámara de Diputados de a Nación aprobó por mayoría el proyecto de ley enviado por el Ejecutivo para compensar la exención el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias a salarios de hasta 15.000 pesos. Obtuvieron media sanción la eliminación de la exención impositiva a la compra-venta de acciones de compañías que no cotizan en Bolsa y se impuso una tasa del 20% a la distribución de dividendos de las compañías. Por esta vía, el gobierno recaudaría unos 2.100 millones, menos de la mitad de los 4.500 que resigna al subir el piso de Ganancias.La medida no fue acompañada por la oposición que había elaborado una propuesta alternativa sostenida en la elevación semestral del piso y en “gravar la renta financiera”. La polarización extrema de al política argentina lleva a estas votaciones en las que se apunta más al rédito político de cara a la opinión pública, que a una evaluación criteriosa de los proyectos que involucran recursos del Estado. En el caso de Ganancias, un impuesto que en todo el mundo es parte de la financiación del Estado; se cuestiona con razón el abuso del Gobierno al no actualizar el mínimo no imponible en medio de una fuerte inflación, perjudicando a los más débiles. Resulta irracional plantear, en cambio, ante esta realidad, la eliminación lisa y llana del impuesto. Un eco de este dilema se percibió el miércoles en el Senado, tras la aprobación del proyecto de reapertura del canje de deuda, que el Ejecutivo envió al Congreso en el marco del conflicto judicial con los “fondos buitre”. La senadora radical Laura Montero se sintió obligada a explicar el apoyo de su bloque al proyecto oficialista. “Lo que primó -dijo- fue hacer una abstracción del contexto político y electoral, en un marco en el que creemos que hay una transición hacia 2015 que es muy complicada”. La cuestión electoral, no obstante, resuena en todos los ámbitos, como se pudo ver en los últimos días en el giro dado por la política de seguridad en la provincia de Buenos Aires. La derrota a manos del massismo en las recientes elecciones primarias, que marcaron una tendencia para las legislativas de octubre con un fuerte sesgo crítico para el gobierno, parece haber hecho saltar más de un tapón en la estructura ideológica del kirchnerismo, que salió a reforzar pragmáticamente y a ritmo acelerado las medidas de seguridad en el principal distrito electoral, convocando a la Gendarmería Nacional y desdoblando el Ministerio de Justicia y Seguridad para dar paso a lo que, se estima, será una política de “mano dura” contra la inseguridad. Tolerancia ceroLa designación del intendente de Ezeiza, Alberto Granados, conocido por la estrategia de “tolerancia cero” que aplicó en su terruño, y en no menor medida el sorpresivo anuncio del intendente de Lomas de Zamora -y principal candidato del FPV en territorio bonaerense- Martín Insaurralde, de que trabaja en un proyecto de ley para bajar la edad de imputabilidad de los menores, hicieron que desde la oposición se criticara el “viraje” de la política oficial en materia de contención del delito. La candidata a diputada de la Nueva Izquierda Vilma Ripoll puso el dedo en la llaga: “Es repudiable que uno de los peores ejemplares de los barones del conurbano del menemismo, la impunidad y la mano dura, venga ahora a decir que va a garantizar la seguridad de los bonaerenses.”El gobernador Daniel Scioli se defendió con un poco convincente juego de palabras, “nosotros no cambiamos el que cambió es el delito”, sin lograr disipar la impresión de que las medidas de endurecimiento de la lucha contra el delito son -simultáneamente- parte de la batería política del kirchnerismo en una etapa de incertidumbre. Más allá de las medidas de seguridad en sí, y de su
efectividad, algunos observadores ven en este giro no sólo un intento del oficialismo de arrebatarle la iniciativa a la oposición en un campo sensible, y mejorar en lo inmediato su performance electoral, sino el reflejo del escenario que se viene después de 2015, una fecha cara -dicho sea de paso- a las aspiraciones presidenciales del gobernador bonaerense. Una voz cercana al gobierno, la del ministro de la Corte y prestigioso jurista Eugenio Zaffaroni, manifestó en un reciente curso en Tucumán, sobre “herramientas criminológicas”, su escepticismo respecto a las políticas de seguridad meramente fácticas, a las que interpretó a partir del concepto de “criminología mediática”. “Si esto se maneja como una conversación de café y no con datos técnicos ciertos, no se puede prevenir un delito o fenómeno que no se conoce. Ya que no se destina ni un solo peso al análisis macro del fenómeno”, advirtió. El síndrome de la criminología mediática también atacó al gobierno del Frente Renovador misionero, que tiene que remontar una derrota en Posadas y el Departamento Capital en las PASO, y salió a anunciar un reforzado planteo de seguridad que no le envidia nada al del gobierno bonaerense. En la semana visitaron la provincia, por otra parte, el nuevo ministro de Defensa, Agustín Rossi, y, en su comitiva, el cuestionado jefe del Ejercito, general César Milani, ambos con perfil bajo frente a los medios. Rossi se cuidó, además, de hacer declaraciones sobre un tema ríspido, las relaciones del Gobierno nacional con su “aliado” renovador. La semana entrante vendrá la presidenta, en el marco de otro tema controversial: las obras de Yacyretá y las represas.





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