POSADAS. Toda una vida como efectivo de Gendarmería Nacional le había enseñado a Esteban López (77) a tratar con los peligros de la calle. Quizás por eso aquella mañana decidió resistirse, a pesar de su edad y artritis que había hecho estragos en su cuerpo. Sin embargo, pese a la tenaz resistencia que había presentado, un resbalón lo dejó postrado y a disposición de su contrincante.Luis Roberto Monzón (29) lo tomó entonces del cabello y golpeó su cabeza contra el suelo una y otra vez, tanto que el piso de cemento terminó quebrado. Después, se deshizo del cadáver arrojándolo a una letrina.Ocurrió el sábado 12 de septiembre de 2009, hace casi cuatro años. El último viernes, Monzón finalmente confesó la autoría del hecho y firmó un juicio abreviado que derivó en una condena a prisión de once años, según le confirmaron en las últimas horas las fuentes a PRIMERA EDICIÓN.Fue luego de un acuerdo al que suscribió la defensa, representada por el defensor oficial de Instrucción 3, Marcelo Ozuna, y la fiscalía del Tribunal Penal 1 de Posadas, a cargo de la doctora Liliana Mabel Picazo, bajo homologación de ese alto órgano judicial. Es que en las próximas semanas el acusado debía sentarse en el banquillo en un juicio oral y público que, aseguran los especialistas, definitivamente complicaría su futuro.El hecho por el que fue condenado ocurrió alrededor de las 6 de aquel día en la vivienda de la hermana de la víctima emplazada en la chacra 26, cerca del cruce de las calles Japón y Misiones, en inmediaciones de la rotonda de Posadas.López, según los vecinos, acostumbrado a levantarse temprano, escuchó que alguien había ingresado al predio que compartía con su hermana. Como todavía estaba oscuro, el jubilado tomó una linterna y caminó en dirección al pequeño portón situado sobre uno de los costados del terreno, que no tenía candado.De la investigación surge que en ese momento el jubilado y el ahora condenado se trenzaron en una feroz lucha en el patio de la vivienda. A pesar de la artritis, el anciano le propinó al joven por lo menos dos golpes en el rostro con la linterna. Además, producto del forcejeo, alcanzó a arrancarle la camisa que llevaba puesta.Sin embargo y pese a la tenaz resistencia que opuso, López perdió el equilibrio y cayó al piso. Esta situación fue aprovechada por Monzón, quien primero pateó al hombre en distintas partes del cuerpo y luego lo tomó del cabello y comenzó a golpearle la cabeza contra el piso de cemento del patio.Los impactos fueron tan brutales que en el lugar los peritos hallaron restos de cuero cabelludo y de masa encefálica, además del punto exacto donde golpeó la cabeza de la víctima, ya que el piso quedó destrozado.Al percatarse de que había matado a López, Monzón arrastró el cuerpo hasta una letrina ubicada en el mismo terreno y lo arrojó. Hizo lo mismo con alguna de sus prendas. Cuando efectivos de la comisaría seccional Octava llegaron a la escena, siguieron los rastros de sangre y hallaron el cadáver. Durante la investigación judicial, fue clave el testimonio de una vecina, quien escuchó los gritos de López y alcanzó a ver parte de la brutal agresión. Incluso fue esa mujer quien llamó a la Policía para alertar acerca de lo que sucedía.Aunque en un principio se habló de un robo frustrado como principal hipótesis, con el transcurrir del tiempo esa teoría quedó descartada. Meses después se supo que, en realidad, todo fue una suerte de “ajuste de cuentas” por parte del joven.Al parecer, la madre del ahora imputado había iniciado una relación sentimental con López. Entonces, en una aparente primera disputa entre los hombres, el jubilado le habría arrojado una piedra a Monzón en el rostro, que le costó la visión de un ojo. Ese ataque, según habría asegurado el condenado, fue el inicio del rencor que desembocó aquella mañana en un violento crimen.





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