POSADAS. La iniciativa presentada ante la Cámara de Diputados de la Nación por la diputada Diana Conti es bien clara: prohíbe a padres y familiares, docentes y demás funcionarios y adultos del ámbito público o privado recurrir a los castigos físicos como método de corrección o crianza de niños, niñas y adolescentes. No importa si el castigo se aplica ocasional o habitualmente o si deja o no marcas visibles en el cuerpo.Además, en el artículo 2, señala que toda persona que tome conocimiento de estos hechos debe comunicarlo a la autoridad local de aplicación, que deberá ordenar el cese de los hechos y podrá aplicar medidas preventivas y sanciones civiles y/o penales.El proyecto fue presentado el 8 pasado y se debate en comisiones.Prevenir la violencia socialSegún la Convención Internacional de los Derechos del Niño, la justificación de este tipo de violencia va en detrimento de la integridad física y psíquica del niño y atenta contra su dignidad. El proyecto de ley de Conti va en sintonía con la misma y aporta a la recomendación que la Convención realiza a los estados parte de “poner fin” a las prácticas violencias en la familia, escuelas y otros entornos, ya que es una “estrategia clave para reducir y prevenir toda forma de violencia en las sociedades”.El proyecto se enmarca en la Ley 26.601 (2005) de Protección Integral de los Derechos de Niños. Niñas y Adolescentes. Un antecedente de la iniciativa es la propuesta de modificación del artículo 278 del Código Civil argentino -actualmente se está debatiendo en foros en todo el país-.En el proyectado nuevo Código, el artículo 647 prohíbe el castigo corporal en cualquiera de sus formas, los malos tratos y cualquier hecho que lesione o menoscabe física o psíquicamente a los niños o adolescentes. Los progenitores pueden solicitar el auxilio de los servicios de orientación a cargo de los organismos del Estado. Y entonces, ¿cómo corrijo?La psicóloga Roxana Krausemann dijo a PRIMERA EDICIÓN que “una crianza sin violencia física es sumamente posible, con mucho diálogo, explicando a nuestros hijos los por qués de las prohibiciones y límites”. Y destacó que “hay una cultura de ejercer la violencia física y verbal que está naturalizada, por eso no se la ve como que esté mal”. Entre las técnicas para poner estos límites de manera más sana, señaló la de colocar a los niños en un rincón de la casa y que permanezcan quietos (uno o dos minutos por cada año de edad) cuando realizan alguna tarea sobre la cual estaban advertidos que no podían hacer. “Es un refuerzo negativo que se usa para marcarle al niño que su acción estuvo mal. Pero para que surta efecto es importante que el padre se mantenga firme y no dé el brazo a torcer si el niño llora o hace un berrinche durante el castigo”, destacó. Asimismo, Krausemann enfatizó en que durante la crianza “no sólo hay que buscar extinguir las conductas malas, sino también reforzar las positivas. Hay padres que sólo destacan y castigan las conductas malas y cuando el chico tiene conductas buenas nunca se lo premia ni se lo reconoce. Y eso trae problemas de conducta: el chico aprende que si hace algo bueno, no le importa a nadie, pero si hace algo malo, sí podrá captar la atención de sus padres u otros adultos mayores; en consecuencia: refuerza las conductas malas”.Al respecto, René Diekstra, psicólogo holandés, destaca que cualquier forma de violencia física está enseñando al niño que esa es una acción que él también podrá hacer cuando crezca. Además está generando ansiedad al niño, porque la persona más importante en su vida, es decir, sus padres, están agrediendo su integridad física. Cambio culturalDurante mucho tiempo se consideró al castigo corporal como un modo de corrección, es así que hoy se lo ha llegado a tolerar como un método de educación o crianza.Pero esto va en detrimento de la integridad física y psíquica del niño y atenta contra su dignidad, condición propia de la persona humana. En ese orden, es imperativo para el Estado brindar herramientas legislativas eficaces, a fin de dar acabada protección a los niños cuya condición de sujetos plenos de derechos hoy no se discute.Existen resabios culturales que admiten o toleran esta modalidad correctiva, por ende se hace necesario ir más allá de la sanción de normas que prohíban estos castigos. Se requiere la promoción de modelos educativos plenamente respetuosos de los derechos de los niños, que permitan modificar criterios de educación basados en la violencia sobre aquellos.





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