EL CAIRO, Egipto (Medios Digitales). No hay tregua ni el más ligero indicio de marcha atrás. La “lucha contra el terror”, que la cercenada parrilla televisiva egipcia luce sin pausa, desconoce la fatiga. El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Abdelfatah al Sisi, ha asegurado en un discurso que “hay lugar para todos en Egipto”. No obstante, según han informado fuentes oficiales, 38 simpatizantes de Mursi fallecieron ayer durante un ataque a un convoy policial en el que se trasladaba a 612 presos.Un grupo armado intentó liberar a los detenidos y se enfrentó a las fuerzas de seguridad. Durante los intensos enfrentamientos se usaron gases lacrimógenos, por lo que hubo varios casos de asfixia entre los presos.Ya son cerca de 850 islamistas (79 durante la jornada del sábado) los que han muerto desde el brutal desalojo de las acampadas del miércoles y ayer unos 300 dirigentes de los Hermanos Musulmanes fueron arrestados en varias redadas policiales.El país más poblado del mundo árabe se enreda en la madeja del horror. El salvaje desalojo de las acampadas islamistas ha dejado desde el miércoles un reguero de cientos de muertos y una represión policial que ha asfixiado todas las manifestaciones diarias convocadas por los Hermanos Musulmanes. Con sus líderes encarcelados o desaparecidos y la organización a un paso de la ilegalización, los islamistas convocaron ayer a nueve marchas en El Cairo.La bautizada como “semana de la ira” tiene citas en el Tribunal Constitucional de la capital egipcia, en el distrito de Maadi, y el palacio presidencial de Itihadiya, en el barrio de Heliópolis. Las fuerzas del Gobierno han reforzado las medidas de seguridad anticipándose a unas marchas que debían comenzar poco después de la oración musulmana de las 15.30 hora local. Como sucede desde el miércoles, los partidarios del derrocado Mohamed Mursi están condenados a encontrarse con el puño de los agentes y el odio de los vecinos de los barrios por los que transcurren las manifestaciones. Parece que estos “comités vecinales” han logrado parar dos de las marchas.Panorama sombrío A principios de agosto visitaron El Cairo dos senadores norteamericanos, los republicanos Lindsey Graham y John McCain, enviados por el presidente Barack Obama. Ambos le dijeron al comandante que lo lógico sería convocar elecciones y dejar que los Hermanos Musulmanes se presentaran, pues sería muy poco probable que volvieran a ser reelegidos. Le pidieron, además, que liberara a Mohamed Mursi, el presidente depuesto, que se halla bajo arresto militar desde el golpe. Al Sisi se negó a escucharles o a ceder y, después de su marcha, autorizó las cargas mortales de los pasados días.“Egipto se va a convertir en un Estado fallido”, dijo Graham en la cadena CNN. “La Hermandad volverá a la clandestinidad. Al Qaeda acudirá a su ayuda. Y habrá una insurgencia armada, no sólo protestas, en sesenta o noventa días”. En privado, ha dicho a otros legisladores que cree que Al Sisi está “borracho de poder”.





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