POSADAS. Niños de distintas edades estuvieron desde temprano ya listos para asistir a la fiesta que se hacía en su honor en la plazoleta del barrio Los Paraísos, atrás del Tacurú.Todos los chicos estaban preparados para disfrutar de una tarde de juegos, sorteos y chocolate que prepararon jóvenes y adultos de diferentes organizaciones. Con la ingeniera Neny Valdez a la cabeza, colaboraron la Pastoral del Amor de la capilla de Fátima de la Bajada Vieja y de la parroquia San Francisco de Asís, Cáritas Emaús, Rotaract Villa Lanús y Rotary Club Posadas. Cada uno con su aporte lograron que cientos de chicos, desde bebés hasta más de catorce años, disfrutaran felices jugando al embolsado, al lobo y también a la pelota. Hubo música en vivo y por supuesto no faltó el baile, algo que a todos les gusta, así que también las mamás la pasaron bien mientras elegían ropa para sus hijos. Las voluntarias y voluntarios de la Pastoral del Amor habían recaudado muchas prendas de vestir, así que iba cada una eligiendo como en un shopping de ropa usada y gratis. Para el chocolate improvisaron una fogata en un rincón de la plaza y allí llegaron los hombres del sector de “lo de Zaya”, que siempre se encargan de esa tarea: Ángelo y Ramón. Dos personas maravillosas que viven en uno de los barrios más humildes de la zona y que están dispuestas a ayudar en todo. Los jóvenes del Rotaract llevaron cotillón y fueron ellos los que idearon al “lobo”, que generó mucho miedo con su máscara e hizo correr a gritos a unos cuantos. Hubo sorteo de pelotas donadas por el Rotary Club Posadas, que también acompañó con la presencia de su presidente, Federico Emategui, y otros socios. Neny Valdez y el grupo que siempre la acompaña para llevar alegría y alivio a diferentes lugares ayer vieron coronado su trabajo con muchas donaciones. Desde la capillita de la Bajada Vieja partieron tres camionetas con muebles, colchones, bolsas de juguetes, ropa y elementos de cocina. Todo eso se repartió entre las familias que, como explicaba Neny a PRIMERA EDICIÓN, “son gente muy, muy pobre. Sus ranchitos apenas tienen cositas y nosotros siempre pedimos elementos para la cocina, muebles, porque no tienen ni donde poner sus cosas”. Y dijo que lo bueno es que “acá se suman todos, no llegamos nosotros de afuera a dirigir ni entregar nada. Todo lo compartimos con ellos y ellos trabajan a la par nuestra, no somos protagonistas sino ellos”. Así, por ejemplo, contó el caso de Norma, quien es miembro de esa comunidad tan humilde. Ella busca crecer estudiando peluquería y no dudó en improvisar una silla para cortarle el pelo a los niños, mejorando su imagen y devolviendo así a su comunidad algo de lo que recibe. ReponiendoenergíasY después de mucho movimiento, entre música, juegos y risas, hubo un momento de distensión mientras saborearon el delicioso chocolate con unos dulces. Las donaciones provenientes de la comunidad de “Fatimita”, como llaman a la capilla de la Bajada Vieja, completaron varios litros de leche y paquetes de “Nesquik”. Había alfajores, vainillas, galletitas dulces y luego unos chupetines. Para repartir los juguetes, voluntarios y voluntarias organizan sorteos. Algo que también se complica cuando los pequeños usan su picardía para volver una y otra vez a pedir un numerito. Igualmente, todos quedan felices porque no solamente reciben regalos sino que sienten el afecto y el cariño de la gente. Los jóvenes rotaractianos, por ejemplo, organizaron a los cientos de chicos por colores, así nadie se quedaba sin jugar. Además estuvo la banda de música de la parroquia local, San Francisco de Asís.





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