PUERTO IGUAZÚ. “Esta realidad nos ha dejado a todos con la boca abierta. Es muy preocupante por la cantidad de gente metida, entre los que consumen y los que venden. Y los chicos andan como ‘zombies’. Es triste y realmente es muy grave. ‘Chocamos’ con un mundo que preocupa”. El que habla es un detective que, pese a décadas en el oficio, todavía no sale del asombro por lo que observó en Puerto Iguazú.El investigador se refiere a la droga, pero específicamente a la “Pedra”, como denominan en la ciudad al derivado de la cocaína que hace estragos y que ahora vinculan como el oscuro trasfondo detrás del crimen del remisero paraguayo Pedro Bernal (52), ultimado de 17 puñaladas hace poco más de una semana.Como PRIMERA EDICIÓN informó en su edición de ayer, las autoridades consideran el caso prácticamente esclarecido tras la detención de tres hombres y una mujer. No obstante, luego de la investigación por el sangriento homicidio se abrió una nueva puerta, la de uno de los flagelos más importantes y más trágicos que sufre Puerto Iguazú en las últimas décadas, que afecta incluso a niños de hasta diez años.Saña y drogasLa punta del ovillo fue el salvaje crimen de Bernal, hallado masacrado de 17 puntazos hace ocho días en una calle del barrio Obrero de Puerto Iguazú. Fue en la madrugada del domingo 11 y, horas después, la Policía encontró en el barrio Villa Alta el Chevrolet Corsa que manejaba la víctima. Estaba totalmente incinerado.Mucho se dijo al respecto, sobre todo por la saña con la que actuaron los homicidas. Por eso, enseguida surgió la hipótesis de un crimen de índole sentimental, hechos estos que suelen tener como particular punto en común un feroz ataque de esas proporciones.No obstante, si bien esa sigue siendo una de las posibilidades, como este diario publicó en los últimos días, la teoría principal se inclinó ahora del lado de un homicidio en ocasión de robo, vinculado directamente al mundo de las drogas.El punto de enlace surgió entre la noche del jueves y la madrugada del último viernes, con la detención de tres hombres de entre 33 y 39 años, y de una mujer de 28. Los investigadores descubrieron entonces que los apresados son adictos a la “Pedra” y que, al menos la joven, conocía a Bernal.Entre esos difíciles cruzamientos residiría el centro de la cuestión. Es que de una u otra manera, la “Pedra” que inunda la ciudad genera situaciones de euforia entre sus consumidores y una adicción tan fuerte que los lleva a conseguir dinero como sea para comprar más droga.Para la Policía no es una coincidencia: los detenidos aparentemente consumían un cóctel de alcohol y “Pedra” minutos antes de llevar a cabo el sangriento crimen.Una dura realidadEn el “caso Bernal” trabajaron y trabajan varios efectivos de la Dirección de Homicidios de la Policía de Misiones y de la Secretaría de Apoyo para Investigaciones Complejas (Saic) del Poder Judicial, junto a hombres de la Unidad Regional V y bajo las órdenes del magistrado Juan Pablo Fernández Rissi, al frente del Juzgado de Instrucción 3 de Puerto Iguazú.Justamente, varios de los investigadores que viajaron a Iguazú para abocarse a la causa coincidieron en catalogar la presencia de la “Pedra” en los barrios de la ciudad como “grave” y “preocupante”.La “Pedra” es un residuo que se obtiene de la cocaína y que toma forma sólida luego de procesarse con ácidos y hasta con combustible. “Es lo peor de lo peor, incluso más dañina que el famoso ‘paco’”, advierte un especialista de la fuerza provincial.Se trata de una droga muy parecida al “crack”, que ingresa al torrente sanguíneo luego de ser fumada en “pipa” o, como sucede en las zonas marginales de Iguazú y otras latitudes, en latas de aluminio o hasta antenas de televisión transformadas para tal fin.Sobre sus efectos, es sabido que genera una sensación de euforia, pánico e insomnio mucho más fuerte que la de la cocaína, aunque dura menos: entre cinco y quince minutos. Como genera una enorme adicción, enseguida el adicto siente la necesidad de volver a consumir.Obviamente, detrás de esos efectos, la “pedra” genera gravísimos daños en los consumidores, que afectan principalmente la actividad cerebral y que pueden desembocar en un paro cardiorespiratorio en poco tiempo, entre otras cosas.En Iguazú aseguran que la “Pedra” comenzó a golpear hace aproximadamente una década. Aprovechando las “facilidades” de la triple frontera, entró al país principalmente por Brasil -de ahí el nombre, que traducido al portugués no es otra cosa que “piedra”- aunque también por Paraguay.“En principio se la mezclaba con marihuana, pero después se comenzó a utilizar sola. Hace dos años empezó a crecer el consumo en la ciudad y, como nadie hizo nada, terminó de explotar en los últimos tiempos”, le contó a este medio una fuente de confianza con residencia en la ciudad de las cataratas. La onda expansiva de la “Pedra” hace estragos en la juventud desde hace una década, pero ahora también golpea a los más chicos. “Se ven niños de hasta diez años consumiendo por las calles. Literalmente, son ‘zombies’. Es una situación extrema”, le recalcó a este diario un vecino del barrio Villa Alta, donde justamente los uniformados realizaron varios procedimientos en los últimos días vinculados al crimen del remisero.Las “bocas de expendio” se multiplican tanto como los consumidores. “El movimiento es increíble, llamativo. Vos cerrás un ‘quiosco’ y a la semana abren otros tres”, cuenta un investigador ligado al tema. Otra fuente sostiene que en uno de los barrios de la ciudad hay hasta seis “quioscos” en apenas una cuadra (ver nota relacionada).La explicación, dicen en Iguazú, reside en que mucha gente subempleada aprovecha las “conexiones” de la frontera para ganarse dinero extra con la venta de la “Pedra”. Se enfrentan así a una condena que puede ir desde los cuatro hasta los seis años de cárcel. El riesgo existe, pero también las ganancias, que terminan por definir la situación. “Es una ganancia extra, porque por ahí hay gente que cobra ‘el plan’ y después ‘completa’ con la ‘Pedra’”, afirman.La “tentación” reside en
que cada “trozo” del estupefaciente, de pocos centímetros y que sirve para una sola dosis, vale alrededor de 10 pesos. “Hemos conocido jóvenes que nos cuentan que no pueden dejar la ‘Pedra’ y que han llegado a gastar hasta 1 mil pesos en un día para consumirla”, explica un funcionario policial con prestación de servicios en Iguazú que prefiere mantenerse en el anonimato. Claro que para sostener ese ritmo de peligroso consumo, muchos salen a robar. Justamente, ese sería uno de los motivos que llevó a los presuntos homicidas a ultimar a Bernal ne medio de una noche de “Pedra”.El flagelo, tremendo y profundamente preocupante, termina de sintetizarse en el relato de uno de los investigadores que forma parte de distintos operativos a lo ancho y largo de la localidad del Alto Paraná misionero: “A veces solemos hacer vigilancias y en medio de la oscuridad ves que se prenden seis o siete ‘llamitas’. Son los pibes que están fumando la ‘Pedra’. Por ahí se te acercan, vestidos de short, con ojotas y apenas una remera, cuando alrededor está helando. Tienen diez, doce o catorce años y la verdad es que da mucha pena. Están totalmente ‘fisurados’”. El subcomisario, Felipe y la “Pedra”“En la ciudad hay varios lugares donde se vende la droga que consumo, la ‘Pedra’, pero generalmente todas las ‘bocas’ venden para Felipe, ya que según lo que sé es él quien trae la droga de Paraguay y la reparte por trozos grandes. Tanto yo como mis compañeros lo respetamos mucho, ya que él y su gente son personas serias y agresivas”.La frase pertenece a una de las denuncias que tiempo atrás presentó en sede policial un joven del barrio Bicentenario de Puerto Iguazú, en el marco de la investigación por la que fue procesado el subcomisario Carlos Ojeda, en su momento jefe de Investigaciones de la Unidad Regional V de Puerto Iguazú.El muchacho no tuvo mayores inconvenientes en contar el calvario por el que pasa desde que era un menor, de apenas quince años, y los vínculos que terminaron por definir la situación procesal de Ojeda.Según la investigación que lleva adelante el juez Fernández Rissi, el ex subcomisario procesado aparentemente mantenía vínculos con “Felipe”, quien sería un “capo narco” paraguayo que desembarcó unos pocos años atrás en Puerto Iguazú.Al respecto, otro vecino de Bicentenario le contó en su momento a la Policía acerca del éxito del negocio liderado por “Felipe”, quien fue detenido por orden de la Justicia Federal.“Tiene tres casas; hace un mes compró una en cercanías del arroyo, construyó una casa de material con techo de cinc y puso a vivir a dos paraguayos para que vendan drogas”. Este mismo hombre es el que aseguró que en una oportunidad escuchó de boca del supuesto “líder narco” una frase elocuente: “A mí nadie me va a molestar porque tengo arreglado con la Federal y la Brigada”.Las declaraciones “pintan de lleno” el lamentable mundo del narcotráfico que arrastra consigo a jóvenes y adolescentes de Puerto Iguazú, donde como dijo otro vecino, no quedan dudas de que “Felipe es quien manda”.





Discussion about this post