JARDÍN AMÉRICA. Matías Servín tenía cinco años. Todo en su vida era normal hasta que, el 29 de abril amaneció con dolor de panza y vómitos. Nada podía preparar a sus papás, Natalia Bogado (24) y Gabriel Matías Servín (32), para lo que sucedería las próximas dos semanas. Matías murió el 16 de mayo y, sin consuelo pero con la necesidad de saber la verdad sobre lo que ocurrió con su único hijo y determinar las responsabilidades, sus padres pidieron a la Justicia que investigue su muerte. En una charla extensa con PRIMERA EDICIÓN, los progenitores relataron todo lo que recuerdan de esos días que marcaron el triste destino. “El lunes 29 de abril, por la mañana, Mati se quejó de dolor de panza. No quiso tomar la leche. Tampoco comió al mediodía, sólo aceptaba tomar agua pero vomitaba poco después. A las 15, con mi marido y mi mamá (Mirta Báez) lo llevamos a la clínica Candia de Jardín América, pero no había médico de guardia, por lo que viajamos a Puerto Rico. Fuimos al Imsa y esperamos alrededor de una hora… pero como ya era la hora en que su pediatra (José Vecchia) empezaba a atender, decidimos llevarlo a la clínica Vecchia, también en Puerto Rico”. Relataron que cerca de las 17.45 el doctor Vecchia lo revisó en su consultorio. “El doctor se dio cuenta de que sentía dolor en la zona del apéndice y nos mandó a hacer una radiografía con el ecografista Agustín Galero, que no atiende en esa clínica. Después de autorizar la orden en IPS fuimos al consultorio de Galero que nos confirmó que era apéndice. Llevamos este informe a Vecchia y, después de leerlo, nos dijo que Mati tenía que entrar a cirugía. Según recordó Gabriel, “nadie en la familia está operado de apéndice así que le preguntamos a Vecchia cómo era la cirugía. Nos dijo que era una operación sencilla y que no nos asustáramos”. El 30 de abril Matías ingresó a cirugía y le extrajeron el apéndice. “Entró a las 9.15 y salió una hora después. Participaron de la operación el cirujano José Luis Bandeo, el anestesista Nielsen y una enfermera. Al salir nos dijeron que todo salió bien, ‘nos dio trabajo el flacuchi’ nos comentó Bandeo, porque Mati tenía alojado el apéndice en un lugar que no es habitual, que ya lo sabíamos por la ecografía. Nos mostró el apéndice… era rosado, no parecía tener nada raro, el médico nos dijo que estaba inflamado pero no perforado”, contaron los padres. Después de la operación Según los médicos, en dos días Matías estaría totalmente recuperado y le darían el alta. Ya en la habitación, el niño se recuperaba de los efectos de la anestesia cuando, al mediodía, sus padres notaron que le salía sangre por el ano. “Le pregunté a Vecchia a qué se debía y me dijo que era normal y se debía ‘al toqueteo’, usó esas palabras”, recordó la abuela del niño, Mirta Báez. Según rememoró la mamá, “a la tarde del día en que lo operaron comenzó a levantar fiebre. Bandeo nos dijo que Mati ya podía empezar a caminar pero él lloraba, no quería saber nada de levantarse. Por la noche, aún medicado, volvió a tener fiebre. Al día siguiente su pancita empezó a hincharse, a nosotros nos pareció anormal pero Bandeo nos dijo que era normal porque los intestinos se paralizan con la cirugía y acumulan gases. Nos dijo que Mati debía caminar para eliminar gases”.Recordó que el 1 de mayo Mati seguía con fiebre, la panza hinchada y su piel empezó a tomar un color rojizo. No quería que le toquen la panza porque le dolía mucho. La enfermera nos dijo que el médico dejó indicaciones de que Mati debía caminar… tratamos de motivarlo para que camine. Esa tarde comenzó con taquicardia. Vecchia siempre pasaba a verlo con una sonrisa, como si todo estuviera bien. El doctor Galero le hizo una ecografía en la clínica Vecchia. Sacó fotos con su celular a la pantalla del ecógrafo y se las mandó a Vecchia. Nos llamó la atención que no hiciera un informe. Mati lloraba mucho porque le dolía cuando le tocaban la panza. Galero hablaba con Vecchia, a nosotros no nos dijo nada de lo que veía en la ecografía. Cuando volvimos a la habitación viene el doctor Bandeo y pide para hablar con el papá de Matías”. Sobre esa conversación, Gabriel recuerda que “me dijo que estaba todo normal, que no había nada grave pero que había sangre acumulada y que podía ser que eso esté irritando el intestino. Insistió en que lo hiciéramos caminar para que elimine los gases”. Pero, según recordó su mamá, “esa noche fue terrible, Mati tenía mucha taquicardia y fiebre, casi no durmió porque estaba incómodo, le faltaba el aire. La enfermera llamó a Bandeo. A los veinte minutos llega Bandeo y ordenó a la enfermera que le pusiera oxígeno. Nadie nos dijo que Mati estaba grave. El jueves -2 de mayo- Mati siguió con fiebre y la panza hinchada. A los gritos nos pedía que no lo levantáramos para hacerle caminar porque le dolía mucho. Cada vez que venía la enfermera o el médico nos repetían que eran gases y que nos pusiéramos las pilas para hacerle caminar. Era como que pensaban que Mati era caprichoso y malcriado y por eso no quería caminar”.Evolución anormal de apendicitis “El jueves le hacen análisis y el doctor nos dice que puede empezar a comer. Mati no tenía apetito y comía poquito. Seguía con fiebre, hinchazón y taquicardia. A la noche le vuelven a hacer una ecografía, Galero no nos dijo nada a nosotros pero sí le dijo a los médicos Vecchia y Bandeo (que estaban presentes) que las manchas o hematomas habían crecido. Nos dijo que las manchas eran por sangre acumulada de la operación. Nosotros sentíamos que no le estaban dando importancia a lo que estaba pasando con Matías. Al salir mi marido le preguntó a Galero cómo estaba Mati y le respondió que estaba bien. Media hora después Vecchia nos dice que Mati tenía una evolución anormal de apendicitis. Nos dijeron que era decisi&o
acute;n nuestra si queríamos llevarlo a otro lugar. Incluso el cirujano nos dijo que él opinaba que podíamos esperar un día más para ver cómo evolucionaba.Vecchia nos dijo que tenía un lugar para derivarlo al sanatorio Caminos. Entonces decidimos trasladarlo ese mismo jueves a la noche. Antes de subir de la ambulancia Mati vomitó una sustancia verde. Vecchia dijo que era bilis. Le dije a Vecchia que no se desentienda de Mati porque él era su pediatra”. Ya antes de salir de Puerto Rico, Vecchia avisó que no había cama en Caminos y que lo estarían esperando en el Hospital de Pediatría. (Continúa en página 10)Derivado a Pediatría “Mati vomitó todo el viaje, pedía agua. Quedó sin suero en parte del viaje. En el hospital -de Pediatría- no sabían nada de él, no lo estaban esperando. Esperamos media hora en la Guardia, Mati seguía sin suero, hasta que nos atendió la médica de guardia, Serón. Nos preguntó que había pasado, le entregamos el informe de Vecchia, que sólo era una hojita que decía que era una evolución postquirúrgica anormal de apendicitis -no adjuntaba ecografías ni laboratorios-. Le colocaron suero y una sonda nasogástrica y Mati empieza a despedir por la sonda el mismo líquido que vomitaba en la ambulancia. Quedó internado. Al otro día -viernes 3 de mayo- bien temprano empezaron a hacerle todos los estudios”, recordó su mamá. Según contó la abuela, después de que le hicieron la ecografía le preguntó a Serón qué estaba pasando, “me dijo que habíamos llegado demasiado tarde porque tenía el apéndice perforado”.En tanto, Natalia relató que “los médicos iban y venían para verlo. Ahí nos dimos cuenta de la gravedad de lo que tenía. Los cirujanos nos dijeron que lo único que podíamos hacer era abrirle la panza y ver qué había. Nos explicaron que era un paciente de riesgo y que teníamos que tomar dimensión de la situación en que estaba. Nos dijeron que podía no salir de la cirugía. Lo operó el cirujano infantil César Benmaor. Entró a las 10.45 y salió dos horas más tarde. El doctor nos dijo que se encontraron con lo peor: caca desparramada por todos lados y una terrible infección. Lo lavaron cuarenta veces pero nos dijo que no podía asegurarnos que no haya quedado alguna bacteria. Nos explicó que encontraron una perforación a la altura del colon… le preguntamos cómo pudo ocurrir esa perforación y nos respondió que sólo Dios lo sabía”.Después de la cirugía, Mati pasó a terapia intermedia. Las 48 horas posteriores de la cirugía estuvo bien, no tuvo fiebre. “Los médicos nos decían que era un milagro que estuviera vivo, pero la doctora Serón nos advirtió que podía recaer nuevamente. El cirujano infantil, Juan Casabonne nos dijo que era posible que Mati tenga que volver a cirugía y nos explicó que la materia fecal tiene muchas bacterias y eso podría desencadenar un cuadro de asepsia”. El lunes 6 le sacaron el oxígeno y la sonda. Según sus padres, Mati seguía con un poco de dolor en la panza pero empezó a bajar la hinchazón. El martes le hicieron ecografía y placa y le bajaron la dosis de medicamentos. “El miércoles, comenzó otra vez con fiebre. El viernes 10, una semana después de la operación, nos dijeron que Mati necesitaba otra cirugía porque se formaron abscesos de pus en los intestinos. Benmaor volvió a operarlo ese día.Nos explicó que le colocaron una malla y que le dejaron la pancita abierta porque tenía la piel muy lastimada y probablemente necesitaría volver a quirófano porque los medicamentos no lograban combatir la infección. Volvió a terapia intensiva, con respirador. Nos dijeron que estaba muy débil, le hicieron una transfusión de sangre. Ese fin de semana pasó con fiebre, pero estable. El lunes 13 volvieron a operarlo y el doctor nos dijo que ya encontró menos abscesos y que si todo iba bien el miércoles 15 volvería a quirófano y ahí decidirían si lo cerraban. Mati estaba con respirador, sonda y cinco sueros”. El peor desenlace El martes su papá estuvo una hora con Mati en terapia, “él estaba sedado pero abrió los ojos y me pidió que le hiciera masajes en las piernas. Yo le contaba cuentos y le ponía el pañito para bajar la fiebre”, recordó Gabriel. El miércoles volvió a quirófano y “Benmaor dijo que no le encontraron nada en la panza, que cerraron la herida y solo había que esperar que se recupere. Lo iban a sedar totalmente durante 48 horas. Fue un alivio escuchar al médico”, confió Natalia. Pero el jueves 16 a la mañana, la jefa de Pediatría llamó a los padres. “Dijo: ‘esta mañana se nos fue y su cerebro quedó sin oxígeno unos segundos’. Nos dejaron verlo un ratito. Fue la última vez que lo vimos y ya notamos que no se parecía más a él. Benmaor nos explicó que la bacteria había pasado a la sangre y era difícil luchar contra eso. Nos quedamos mal pero siempre con esperanza. Ese mediodía se acercó otro médico de Terapia, de apellido Niera, nos dijo que Mati sufrió un paro y lo reanimaron. Cerca de las 14 sale nuevamente para decirnos que estaba trabajando con Matías, que le había dado un segundo paro. A las 15.30 nos dijo que Mati había sufrido cinco paros y que falleció”. Quieren respuestasDiez días después de perder a su único hijo, Natalia y Gabriel decidieron acudir a la Justicia. “No culpamos a nadie pero confiamos en la Justicia. Queremos saber porqué murió Matías y que la Justicia investigue si hubo responsables. Todos somos seres humanos y podemos equivocarnos, pero sentimos que los dos días posteriores a la cirugía fueron claves y los médicos no hicieron caso a los síntomas de alarma que mostraba. La médica de guardia cuando nos recibió en Pediatría nos dijo, ‘llegaron tarde’, pero nosotros no veníamos de nuestra casa sino de una clínica”, argumentaron. Según contaron a PRIMERA EDICIÓN, “nos costó tomar la decisión, pero acudimos a la comisaría de Jardín América el 27 de mayo, a las 21, para hacer la denuncia. Allí nos atendieron muy bien
, estuvimos más de cinco horas haciendo la denuncia. Tomó el caso el juez Éctor Acosta, de Puerto Rico, y ordenó actuaciones inmediatamente: autopsia, allanamiento de la clínica Vecchia, donde se encuentra la historia clínica, y el secuestro del celular del ecógrafo Galero. También solicitó la historia clínica de Mati al hospital de Pediatría. Pero el abogado del doctor Vecchia, Miguel Noguera, el 24 de junio solicitó el apartamiento del juez Acosta de la causa alegando una enemistad pública entre el juez y el médico.Recibió la causa el juez Osvaldo Lunge y luego el juez Itálico Lirussi, pero con el tiempo ambos se apartaron del caso por diferentes razones.





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