WASHINGTON, Estados Unidos (Agencias y diarios digitales). La Agencia Central de Inteligencia (CIA) reconoció por primera vez la existencia de la misteriosa Área 51, ubicada en el estado de Nevada a unos 200 kilómetros al noreste de Las Vegas. La reticencia del organismo, hasta la fecha, a admitir el uso de las enigmáticas instalaciones había alimentado los rumores de que estas dependencias se utilizaron para el estudio de objetos volantes no identificados que se habían llegado a relacionar con la vida extraterrestre.La Zona 51, en el desierto de Nevada, donde los adeptos a las teorías conspirativas sospechaban que el ejército estadounidense ocultaba la prueba de la existencia de los ovnis, era en realidad la base de pruebas de los aviones-espía U-2, según la CIA. En una nota desclasificada del programa del famoso avión-espía consultada por la AFP, la CIA afirma que la Zona 51, de unos 51 kilómetros de largo, había sido seleccionada en 1955 para servir de terreno de pruebas de este aparato.Fue al sobrevolar esta área a bordo de un U-2 cuando un alto funcionario de la CIA, Richard Bissell, identificó un terreno que le hizo pensar en una pista de aterrizaje, ubicado en las cercanías de un lago salado llamado Groom Lake, al noreste de una zona de experimentación de la Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos, en el desierto de Mojave, tal como indica un mapa de la región revelado por la agencia de inteligencia.Desde el inicio de los vuelos de práctica y de entrenamiento, en julio de 1955, “la elevada altura alcanzada por los U-2 produjo rápidamente un efecto secundario inesperado: el fenomenal aumento de los avistamientos de objetos voladores no identificados (OVNI)”, relatan los autores de la nota de la CIA.En aquella época, los aviones comerciales volaban a una altura de entre 3.000 y 6.000 metros, mientras los U-2 alcanzaban 20.000 metros, explican. “Avistamientos cómo esos eran muy frecuentes por parte de pilotos comerciales que volaban de este a oeste”, cuando el sol estaba casi a nivel del horizonte y el avión permanecía “en la sombra”.Si un U-2 volaba en las cercanías a elevada altura, el sol se reflejaba en sus alas plateadas, haciendo que desde un avión comercial, situado 12.000 metros más abajo, tuviera la impresión de estar ante un objeto en llamas, señalan. El fenómeno podía también ser apreciado de manera similar desde tierra. “Nadie sospechaba entonces que fuera posible que alguien pudiera tripular un avión a 20.000 metros sobre el nivel del mar y, por consiguiente, ver a un objeto en el cielo a tanta altura”, apuntan los redactores de la nota.El carácter ultrasecreto del programa U-2 impedía a los funcionarios de la Fuerza Aérea encargados de investigar los avistamientos de ovnis “responder a quienes les escribían la verdadera razón” de estos fenómenos. El informe, de unas 400 páginas, no hace sin embargo mención alguna al extraterrestre de Roswell, cuyo ovni presuntamente se estrelló en Nuevo México en 1947 y que, según la leyenda, fue inmediato ocultado en la Zona 51.





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