PUERTO IGUAZÚ. El Santuario Santa María del Iguazú, construido por el fallecido Monseñor Joaquín Piña donde se encontró la imagen de la virgen tallada en un árbol, pretenden reconstruirlo, pero mientras tanto permanece cerrado. Días atrás, el Santuario tenía un estado de completo abandono pero luego al haber sido mostrado por las cámaras de un canal local, el Obispado realizó la limpieza de malezas en las gradas de piedras que dan a la imagen de la virgen patrona de la Diócesis de Iguazú. El santuario de la selva permanece cerrado. Por ese motivo, la comunidad decidió celebrar su día, el 15 de agosto próximo, en la parroquia San Roque González de Santa Cruz, ubicada en el barrio Ignacio Abiarú, donde se realizará la misa central y además recordarán al fallecido monseñor Piña con actividades especialmente programadas.El obispo de Iguazú, Marcelo Martorell manifestó públicamente que la obra “no está bien hecha, hay un sector electrocutado, que es muy peligroso”. Además afirmó que se necesitan unos 500 mil euros para la continuidad del proyecto, monto que sería recibido desde Alemania. “No tengo los medios para hacer un santuario, pero estamos buscando los medios de reconstruirlo. Los primeros días de agosto hemos tenido reunión con gente de Europa”, sostuvo y recalcó que “necesitamos 500 mil euros para levantar ese lugar”. Días atrás corría un fuerte rumor en la comunidad sobre las intenciones de vender ese predio que tiene un lugar privilegiado, en medio de la selva, a orillas del río Iguazú, a la altura del Kilómetro 5. Sin embargo, el obispo desmintió esa posibilidad. El lugar posee una estructura para albergar a un gran número de personas y con vista al río se puede acceder a la capilla de la virgen Santa María del Iguazú. La última vez que se utilizó el predio fue hace dos años, cuando Piña celebró sus 25 años de ordenación como obispo. Año tras año los feligreses se congregan en el lugar y en la víspera del 15 de agosto inician una caminata desde Puerto Libertad, por la ruta nacional 12, y desde el paraje Cabureí, en Andresito, por la ruta nacional 101 hasta el santuario. La caminata arranca a las 5. Usos múltiplesTambién en el mismo santuario, que está a punto de cumplir los 27 años, distintos grupos, ministerios, cursillistas y movimientos católicos realizaban retiros, encuentros de posta, catequesis y confirmación.Con el obispo Piña, el mantenimiento del lugar se lograba cobrando 10 pesos el albergue, luego con Martorell, esa cifra aumentó a 30 pesos. Actualmente, un pabellón fue demolido, algunas puertas están rotas y el sector de cantinas vacío. Piña había escrito el 17 de agosto del 2007: “Santa María del Yguazú, en todos estos años, nos demostró ser madre especialmente de ‘los pobres y de todos los que sufren’. Por esto le tomamos tanto cariño. Ella nos fue moldeando, como la madre que va educando a sus hijos. Nos fue enseñando un estilo de ser Iglesia. Esta Iglesia de los pobres, de la que ya hablaba el Papa y los documentos de los obispos: Medellín, Puebla y, últimamente, Aparecida. En realidad, lo importante es que tratemos de seguirle a Jesús. No tenemos otro Maestro”.Historia difundida por el Obispado Se sabe que en este lugar, muy cerca de las Cataratas del Iguazú, existió un antiguo pueblo jesuítico, que se llamó Santa María del Yguazú. Esta reducción fue fundada en 1626 por los padres Diego Boroa y Claudio Buyer. Los caciques Taupá y Paraverá llegaron a ser sus mejores colaboradores, trabajando en la edificación del pueblo. Según el padre Techo, los guaraníes que allí acudieron para hacerse cristianos fueron unos 8.600.No fueron pocas las dificultades que tuvieron que afrontar los misioneros, sobre todo a los comienzos, en que la pobreza era muy grande. No fue fácil convencer a los aborígenes para que abandonasen el uso de la poligamia. Pero la mayor dificultad fue la persecución de los blancos sobre todo de los mamelucos o bandeirantes, que venían de San Pablo para llevarse a los indios como esclavos.Esta fue la razón que obligó a abandonar el primer asentamiento de la Misión, y a trasladarse más al sur, cerca del río Uruguay, donde se encuentran hasta hoy las ruinas de Santa María del Yguazú. Era el año 1633 cuando tuvo lugar este éxodo.Cuando se intentó rescatar de las cenizas el título de Santa María del Yguazú, su imagen no existía más. Por esto, en un primer momento se pensó en encargar una talla, réplica de alguna de estas antiguas imágenes jesuíticas, del clásico barroco colonial. Pero parece que la Virgen no quiso que fuera así. Tal vez porque, lo que hoy pretendemos no es exactamente reeditar lo que fue, sino crear algo nuevo, aunque en la línea histórica de lo que fue.Por esto, y de un modo providencial, aparece esta imagen, que es una creación artística, de un estilo nuevo, original, pero sobre todo autóctona de profundas raíces en la tierra, como las del tronco de este árbol misionero que se llama cancharana. Don Rodolfo Allou lo había tallado en 1980, inspirándose en la mujer pobre y campesina, que habita nuestras picadas. Mujer sufrida con su hijito en los brazos, que acuna y estrecha contra su pecho en actitud de mucha protección. Sus manos no es que sean tan finas y femeninas, exactamente como las de la mujer del campo, que tiene que trabajar la chacra. Está parada, y tiene en sus brazos al Niño, para que todo se centre mejor en el misterio de su hijo Jesús. El rol de María será siempre llevar a Jesús. Ella, tan humilde, estuvo presente en el polideportivo el día de la creación de la Diócesis. Casi nadie se dio cuenta. Y de allí volvió otra vez al Museo de D. Allou. Hasta que llegó su día, por una serie de coincidencias providenciales.El obispo Piña quiso dedicarle la fiesta aniversario, el 16 de agosto de 1987, al cumplirse el primer año de la creación de la diócesis. Fue una hermosa fiesta, precedida de una Novena sobre la Iglesia y la Santísima Virgen, que predicó el obispo en la catedral y que los sacerdotes repitieron en sus respectivas parroquias. La noche anterior hubo una solemne Vigilia de Jóvenes. El día 16 amaneció frío y lluvioso, lo que no fue obstáculo para que se pudiera tener una hermosa Celebraci&o
acute;n, en la que acompañaron al obispo diocesano, monseñor Joaquín Piña, el obispo emérito de Posadas, monseñor Jorge Kemerer y casi todos los sacerdotes y religiosas, rodeados de muchísimos devotos de la Virgen, venidos de todos los rincones de la Diócesis.




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