La celebración del Día de la Independencia, el pasado 9 de julio, se enmarcó en la tensión generada previamente a partir de las revelaciones sobre el espionaje cibernético realizado por servicios de inteligencia de Estados Unidos en países latinoamericanos, entre otros Brasil, Argentina y México, y el agravio diplomático que sufrió el presidente boliviano Evo Morales en Europa; ambos hechos relacionados con los documentos filtrados por el ex empleado de los servicios secretos Edward Snowden; convertido hoy en el hombre más buscado por su país. En este contexto, la presidenta, Cristina Kirchner viajó el fin de semana a Cochabamba (Bolivia) a la reunión de urgencia de la UNASUR, en la que los países de la región sustentaron una declaración rechazando con dureza “el atropello y las prácticas neocoloniales que aún subsisten en nuestro planeta en pleno siglo XXI”.El episodio de tensión, que a su vez se relaciona con el intenso debate en curso en el plano internacional en torno al espionaje en base a violaciones de las redes comunicacionales privadas; obtuvo una respuesta activa de la presidenta Cristina Kirchner, pero no incidió mayormente en el clima interno; centrado en la escena política doméstica; que se activó a partir de las definiciones de candidaturas para las PASO de agosto y las legislativas de octubre. La tradicional celebración del Día de la Independencia, por su parte, permitió a la Presidenta reafirmar el ritmo económico, subrayando “un crecimiento de la actividad económica en abril de 7,7 % interanual y un superávit comercial en junio, que arrojó un saldo de 4.944 millones de dólares a mitad de año”.La bonanza relativa que insinúan esos números, en un contexto internacional de crecientes dificultades; no oculta la desaceleración de la economía, que este año crecería en torno del 3%, aunque mantiene una relativa estabilidad que se mantendría hasta octubre, dada la tradición argentina de alentar a cualquier costo la expansión de la economía en períodos preelectorales. Luego de que se conozcan los resultados de octubre, el gobierno se verá en la necesidad de encarar problemas de fondo que mantiene a raya, entre ellos el retraso cambiario y, fundamentalmente, la inflación que afectan los precios relativos y las economías familiares, constituyéndose en una constante amenaza para la sustentabilidad del modelo. TensionadosEn este marco, tanto el gobierno kirchnerista como las fuerzas de oposición comienzan a desarrollar las estrategias hacia octubre, ya con candidaturas definidas, en medio de fuertes debates y tensiones en torno de una tensionada agenda de temas. El pronunciamiento previsiblemente favorable de la procuradora de Justicia de la Nación, Alejandara Gils Carbó, sobre la constitucionalidad de la Ley de medios, en tanto, dejó el camino libre para el anunciado pronunciamiento de la Corte Suprema sobre el tema; decisión que, supuestamente, arrojaría luz sobre el conflicto de intereses que traba desde sus inicios, en 2007, la aplicación de la ley. El viernes, impactó la orden judicial, del juez federal Claudio Bonadío, ordenando la detención del ex secretario de Transporte del gobierno de Néstor Kirchner, Ricardo Jaime, figura emblemática de los niveles de corrupción institucional que se adjudican a la era kirchnerista, quien tendría “más de veinte causas abiertas”, según mencionó el propio Bonadío.Por consejo de su abogado, Jaime no se había presentado hasta ayer y permanecía prófugo, aportando a la “judicialización” del clima político que surge de un sector de la oposición que, apoyado en las denuncias semanales del periodista Jorge Lanata, en su popular programa televisivo PPT, apunta a instalar a la corrupción institucional como eje de campaña de las fuerzas anti K.“Pino” Solanas y “Lilita” Carrió, que sorprendieron en su momento con una alianza que provocó críticas y deserciones en las filas de Solanas, hacen punta en la decisión de captar el “voto anti corrupción”, estrategia que; sin embargo, sería beneficiosa para dirigentes sin estructuras que necesitan asegurarse una cuota de poder en Diputados para no desaparecer de escena (como es el caso de Carrió y Solanas o del misionero Puerta), pero no se ve como una carta segura para quienes van a los comicios de octubre con miras a disputar el poder real en las presidenciales de 2015.Este es el caso del intendente de Tigre, Sergio Massa, que se instaló a último momento como figura clave de la oposición, pero intentando transitar por una cornisa en la que evitaría la confrontación al “todo o nada”, como plantea el núcleo duro de la oposición, y que conduce a un escenario de polarización extrema, de vastas resonancias en la memoria histórica argentina. Las tensiones, y alianzas, que capta Massa en la oposición y en el espectro kirchnerista le otorgarían un interesante 33% de intención de voto, según los medios nacionales, aunque se abren interrogantes sobre si podrá mantenerse hasta el fin de la campaña en la delgada cornisa que eligió transitar. El dilema de Massa, en un sentido, se trasladaría al electorado en octubre, en comicios que por su carácter legislativo abren posibilidades a la diversidad de expresión, pero en las que, a la vez, la oposición debe encontrar un eje cierto para no volver a repetir la mala experiencia de 2009; en la que una estrategia de “todo o nada” le hizo ganar votos, pero a costa de una fragmentación que diluyó luego el capital político acumulado. Las elecciones en Misiones que abrieron el calendario nacional, por su parte, dejaron el mensaje, de un electorado propenso a señalar cuestionamientos al poder, en este caso provincial, que se estima que se repetirá en octubre, y llevaron al Frente Renovador de Rovira y Closs a anunciar la formación de un bloque propio en el Congreso.El desplazamiento obligó a que el gobernador Closs tenga que salir al otro día a aclarar a los medios nacionales que se trata de una postura que apunta a defender los intereses misioneros, pero siempre “dentro de la causa nacional”, aclaración que, obviamente, no resulta convincente, salvo que se explique porqué en los últimos diez años los legisladores nacionales misioneros no sintieron la necesidad de agruparse para “defender los intereses de la provincia” en el Congreso.El desplazamiento parece ser una jugada táctica destinada a evitar que en octubre la cosecha electoral del FR sea aún más magra que
en la reciente confrontación provincial, donde el caudal electoral oficialista sufrió una brusca e inesperada amputación.Los dos años de mandato que todavía tiene que transitar Closs lo obligaban, además, a dar explicaciones, como también el perfil “cristinista” que aspiró a construir durante una gestión en la que se esforzó por compensar con una imagen de gobernador K a nivel nacional, la pérdida de protagonismo local a manos de un excluyente jefe partidario. En los corrillos políticos dicen que el clossismo se decidió a”ponerse al hombro la campaña hacia octubre”, aceptando su responsabilidad en la reciente desbandada electoral; y esforzándose para cumplir en octubre la promesa a la Presidenta de sumar legisladores al oficialismo en el Congreso. La interna oficialista, afirman, surgió al rojo vivo de las elecciones, con tensiones que explican, por ejemplo, el cruce entre la senadora Sandra Giménez, que embistió contra el INYM por “sospechas” de corrupción, y el ex senador “Balero” Torres, que no dudó en acusarla de “lanatización”.





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