BRASILIA (AFP-NA). Los camioneros bloquearon numerosas carreteras ayer en Brasil, por tercer día consecutivo, ante lo que el gobierno advirtió que no tolerará más interrupciones de la circulación. Los bloqueos y ocupación de carreteras han afectado ya a 13 de los 26 estados brasileños y este miércoles continuaban en carreteras de seis estados, informó la prensa local.“Es fundamental en el país que las carreteras no sean interrumpidas. Mi gobierno no se mantendrá quieto ante procesos de interrupción de (la circulación en) carreteras”, dijo Rousseff durante un discurso en Brasilia.“El gobierno no negocia, no está de acuerdo, con procesos que lleven a cualquier turbulencia en las actividades productivas y en la vida de las personas”, afirmó tajante la presienta en un evento en el que presentó la inversión de cerca de 6.000 millones de dólares en terminales de puertos privados en el país.Los camioneros reclaman, entre otros, “subsidios al diesel, exención en peajes, mejor infraestructura y servicios en carreteras, crédito para la compra de camiones, mejora en salarios”, divulgó el sindicato Movimiento Unión Brasil Camioneros (MUBC) que los organiza. El ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo ordenó a la policía federal que investigue los bloqueos, tras una extensión de la huelga por más de 48 horas.El Estado de Minas Gerais (sureste) fue el más afectado por los bloqueos, que afectaban al menos a cuatro grandes carreteras, entre esta la que lo conecta a Sao Paulo. En otra carretera que conecta la capital de Minas Gerais, Belo Horizonte, con Brasilia, un autobús fue incendiado y otros sufrieron daños, durante una manifestación contra la mala calidad de los transportes. Allí, el tránsito fue reabierto tras seis horas de interrupción, informó el diario O Estado de Sao Paulo. En el Estado de Sao Paulo ocho cabinas de un peaje entre los municipios de Cosmópolis y Paulinia, fueron incendiados por manifestantes, según el sitio G1.“Una ola que sube y baja”La revuelta social en Brasil, nacida de la indignación ciudadana por la corrupción política y los pésimos servicios públicos, ha disminuido en intensidad pero será como una ola “que sube y baja”, advierten expertos brasileños.Las manifestaciones empezaron tímidamente hace unas tres semanas y fueron creciendo hasta alcanzar su clímax el 20 de junio, en plena Copa Confederaciones, cuando más de un millón de brasileños se volcaron a las calles exigiendo castigos contra los políticos corruptos y más inversiones en educación, salud y transporte, en vez de en estadios para el Mundial de fútbol de 2014.Aunque desde entonces la cantidad de gente en las calles ha bajado fuertemente, persisten focos de protesta, como la de los camioneros, que han bloqueado importantes carreteras.La inminente visita del papa Francisco a Rio para liderar la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) del 22 al 28 de julio, a la cual se prevé que asistan dos millones de personas, podría motivar a los manifestantes, que buscan visibilidad para sus reclamos.Pero julio es período de vacaciones, y eso puede afectar las movilizaciones. “El poder del pueblo”La protesta “sube y baja; es como una ola”, y “esta ola seguirá mientras la población se movilice por cuestiones sociales”, dijo Paulo Henrique Martins, presidente de la Asociación Latinoamericana de Sociología.“Es plausible que ocurran nuevas protestas durante las JMJ, un evento que coloca al país en evidencia y moviliza las estructuras sociales”, estimó.La población ha aprendido que mostrar su indignación y exigir cuentas al gobierno “es posible y eficaz”, señaló a la AFP la antropóloga Alba Zaluar, de la Universidad estatal de Rio de Janeiro.Y a los políticos, “que están ahora con recelo, cautelosos, han mostrado el poder del pueblo”, acotó.“Ahora habrá un tiempo de espera para ver qué sucede, y si la respuesta de la clase política no satisface las demandas, las protestas continuarán”.





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