ELDORADO. A raíz de los rumores que circulan en el barrio Las Carayá (un predio fiscal ocupado por un grupo de familias sin techo) se generó una fuerte controversia y tensión entre los vecinos que aspiran al permiso municipal para quedarse en el lugar. Es que, por un lado, tienen la exigencia del Ejecutivo de que frenen la intrusión o, de lo contrario, serán desalojados. Por otro, el “movimiento” de caras nuevas hace suponer que el “negocio inmobiliario”, dado por la venta de mejoras, continúa. Lo cierto es que habría por lo menos una persona que estaría vendiendo los espacios y esto desencadenó una pelea entre vecinos, inclusive uno de ellos resultó lastimado con un arma blanca, todo por un lugar que supuestamente se había vendido y ya tenía “dueño”. La metodología es más o menos la de siempre: “Quienes se encuentran en el terreno levantan sus casas precarias, si alguna persona proveniente de algún barrio se acerca para tomar posesión de una porción del lugar, por supuesto, se producen inconvenientes, que ocurren a diario”, pues “nunca vinieron a trabajar por la tierra ni a levantarse su casita, no les importa la situación y tampoco pelean por la luz y el agua”. Un poco de historia El barrio Las Carayá surge a fines de 2012, por iniciativa de un grupo de mujeres que decidió instalarse en un espacio en el kilómetro 3, cercano al edificio en construcción de la Escuela 896.Las vecinas optaron por nombrar “Las Carayá” al barrio porque se mantienen solas o sus maridos trabajan todo el día, regresando por la noche, un dato no menor es que cada una cuenta con no menos de tres o cuatro hijos.En sus comienzo el conglomerado se levantó con alrededor de 43 viviendas precarias y actualmente supera las 50. Quienes habitan allí se encuentran con el problema de la falta de luz y agua.“Necesitamos que nos conecten la luz, nadie pide que se nos conecte de arriba, no nos negamos a pagar, lo único que queremos es la luz”, comentan y explican que hay muchos niños, por lo que manifiestan que en caso de ocurrir algún accidente, “quién se hace responsable”. Cuando alguna de las vecinas debe salir por razones particulares por la tarde y vuelve en horas de la noche, se turnan para cuidarse entre ellas, “acá una cuida a la otra, nunca nadie tocó nada de la otra”, dijo una de ellas. Días atrás una joven que se encontraba en su último mes de gestación comenzó con los trabajos de parto y las mujeres “no sabíamos que hacer, ni para donde ir, podíamos haber llamado a una ambulancia pero no sabíamos si en medio de la oscuridad iba a entrar al barrio, nos desesperamos y salimos a buscar un remís, por eso la luz es muy necesaria acá en el barrio”, contaron.Graciela Travessini otra vecina, comentó que a ella no le vendieron el lugar, “nosotros ya estábamos aquí”, señaló.





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