El reino animal nos pone frente a criaturas sorprendentes, con habilidades de supervivencia fascinantes, en este caso una de las aves pescadoras por excelencia. Esa flecha azul turquesa que surge con un grito estridente y desaparece en un recodo del río es el Martín Pescador. Su pico en puñal, de temibles proporciones, que alarga su rechoncha figura. Con un poco de paciencia, podrá vérselo sumergirse vigorosamente bajo el agua con el pico apuntando a algún pececillo, luego vuelve rápidamente a su posadero, una rama de sauce o cualquier elemento que sobresalga de la superficie del agua. Todo un espectáculo que cautiva a todo aquel que tiene la suerte de presenciarlo. Al Martín Pescador le gusta pescar en aguas claras, en especial en el borde de ríos tranquilos. Nada le impide sacar a relucir sus rápidos movimientos al sumergirse, unos pocos segundos para emerger con la gloria de una fructífera cacería, sin importar el clima ni el reducido espacio para cometer su entusiasta clavado.En nuestro país existen cuatro especies distintas y todas están presentes en Misiones. Se trata del grande, mediano, chico y enano, siendo este último el menos frecuente y el primero el más conocido.LeyendaTodos los miembros de su familia habían sido pescadores y el último descendiente, de nombre Martín, también quería serlo. Sin embargo, el padre no admitía que su hijo se expusiera a los peligros del oficio, más él no le hizo caso y, una madrugada, bien temprano, mientras sus familiares dormían, Martín se embarcó con unos amigos dispuesto a realizar su primera pesca.Cuando el padre lo supo, no pudo disimular su enojo y saliendo de la choza, los ojos vueltos al cielo, murmuró: “Antes que mi hijo sea pescador, prefiero perderlo”.Pasaron las horas, nada se supo de la barca que había salido a las afueras del Río de la Plata. Se fue la mañana, se gastó la tarde, ninguna noticia… El amanecer encontró al pescador en vela. Nada… Entonces el padre, arrepentido, pidió, desde el fondo de su alma, el regreso del hijo amado. La barca no regresó nunca más, en cambio los habitantes de la región pudieron apreciar la aparición de un ave no vista antes. Poseía pico largo y plumaje verde oscuro. ¡Raro animal! Pasaba su tiempo posado sobre una rama que avanzaba sobre el agua, observando el paso de los peces y cuando alguno se dejaba ver, se lanzaba sobre él con la velocidad de una flecha; o bien esperaba el paso de los peces volando alrededor de un mismo punto, con un rápido aleteo como el de los picaflores, a la espera del bocado predilecto. A partir de allí, aquel grupo de gente sencilla supuso que sería el alma del hijo del pescador, transformada en ave por el destino.Afortunadamente para todos los amantes de la naturaleza, aún es relativamente sencillo encontrar a estos hermosos e interesantes representantes de nuestra avifauna e incluso no es necesario alejarse mucho de los centros urbanos, por ejemplo en Posadas es muy común observarlos en la desembocadura del arroyo Itá, y es bueno saber que existen planes concretos de preservar lugares como este, permitiendo así que se constituya lentamente en una opción para todo aquel que desee observar y/o estudiar la naturaleza, de esta manera revalorizamos nuestros recursos y abrimos una ventana más al desarrollo del turismo en la provincia. Desde Aves del NEA celebramos y apoyamos la iniciativa. Fuente: Aves del NEA





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