OKLAHOMA, Estados Unidos (Agencias y diarios digitales). “Retornó el monstruo”, fue el titular del miércoles de “The Oklahoman”, el principal diario de la zona, y eso que solo había un 1% de posibilidades de que un tornado tan destructivo afectara la población, después del sufrido en 1999. Al menos así lo venía asegurando en su página web el Ayuntamiento de Moore, la localidad de Oklahoma arrasada el lunes por la fuerza del torbellino, sin probablemente mucha justificación estadística.El exceso de confianza, sin el requisito de construcción de refugios contra tornados en centros públicos como hospitales o escuelas, es ahora eje de polémica. De los 24 muertos en Moore, nueve eran niños, y siete de ellos perecieron en el derrumbe de la escuela primaria Plaza Towers. Unas 1.500 casas quedaron destruidas y otras 4.000 sufrieron daños tras el paso de un tornado al que finalmente se le ha dado categoría 5, la máxima. “Es de esperar que los 24 muertos de ahora tengan más efecto que los 44 que fallecieron en 1999”, alzaron su voz varios vecinos de la zona. Desde aquel año, las nuevas escuelas de la localidad se construyen reservando algunos espacios de seguridad a prueba de fuertes vientos. Pero el edificio de Plaza Towers, que acoge a unos 500 alumnos, es de 1966 y en él no había refugio ni ningún tipo de refuerzo estructural. Las primeras investigaciones indican que los niños fallecidos allí quedaron sepultados por el derrumbe de una de las paredes. La mayoría de los escolares, de acuerdo con las instrucciones de sus maestros, en aplicación de las medidas de protección, se refugiaron en pasillos y lavabos.De todos modos, un tornado de categoría 4 o 5 arrasa todo lo que encuentra a su paso, y el único lugar seguro donde resguardarse es bajo tierra, en sótanos. Y muy pocas casas lo tienen, dado que tal refugio encarecería el precio de construcción y venta. El Ayuntamiento de Moore, población de 56.000 habitantes a unos quince kilómetros de Oklahoma City, había tramitado ayudas federales para subvencionar con 2.000 dólares a los residentes que construyeran en su casa una “habitación segura”. Con esa medida, las autoridades locales creían que ya se habían tomado las medidas de protección adecuadas.Pero la polémica tiene sus características genuinamente americanas. Muchos estadounidenses creen que la protección en su casa es responsabilidad única y exclusiva de ellos mismos, y además ninguno de los estados más afectados por los tornados tienen legislación obligatoria sobre medidas de seguridad especiales en los edificios. No la tiene Oklahoma, ni tampoco, por ejemplo, Misuri, donde el año pasado un tornado mató a 160 personas en la población de Joplin. Esa localidad consideró entonces la obligatoriedad de que las nuevas casas estuvieran dotadas de refugios, pero se desechó porque el precio sería prohibitivo.Las autoridades de Moore llegaron a pensar en levantar un refugio comunitario en el centro de la localidad, pero debido al escaso margen para la alerta de la llegada efectiva del tornado -alrededor de un cuarto de hora antes de que llegue la punta del cono de turbulencias- las autoridades pensaron que a la mayor parte de los residentes no les daría tiempo a llegar hasta allí.La providencial bóvedaYa no queda duda de que una bóveda puede ser el lugar más seguro del mundo. De esto dan fe 22 personas que salvaron sus vidas al encerrarse en una de ellas minutos antes de que les pasara por encima el gigantesco tornado de Oklahoma City esta semana.En la sucursal del banco Tinker Federal Credit Union (TFCU) de Moore, el suburbio que más sufrió el desastre el lunes, no quedó una pared de pie.Sólo la caja fuerte -y dentro- el tesoro más preciado, la vida de los empleados y clientes que allí se resguardaron del fenómeno natural que arrasó con todo al golpear la zona con vientos de más de 300 kilómetros por hora.Las imágenes después del paso del tornado sólo muestran desolación y desorden. Pero de repente, en algunas fotos que fueron compartidas por los protagonistas de esta historia en Facebook y Twitter, se ven personas que salen ilesas de una pequeña caja con puerta de acero y paredes de concreto.La bóveda, un poco averiada, parece surgir de entre los escombros de sillas, mesas y paredes destrozadas. Según le dijo Dena Clark a ABC News, ella no debía estar en el banco en el momento en el que el tornado pasó por allí, pero como vive en Oklahoma y estos fenómenos son tan frecuentes, subestimó su poder y decidió entrar a la sucursal para hacer sus diligencias.Y fue justo durante la transacción que se encendieron las sirenas de alerta.




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