POSADAS. Sensual e imponente, ella pisó el escenario y desde ese momento se entregó al tango con la misma pasión de quien se entrega a su gran amor. Como “Malena”, Adriana Varela “canta el tango como ninguna y en cada verso pone su corazón” y así lo demostró el martes, ante un público que colmó al Auditórium del Montoya, de esta ciudad. Subida a unos brillantes tacos altos y con un vestido dorado de estilo tanguero, la “piba” de Avellaneda llegó entre cálidos aplausos y abrió la noche con “Mano a mano” (letra de Celedonio Flores y música de Carlos Gardel y José Razzano). Estuvo acompañada de sus tres “cómplices”, como presentó a los virtuosos músicos Rafael Varela en guitarra criolla, Walter Castro en bandoneón y el maestro Marcelo Macri en piano, arreglos y dirección artística. “Posadas, estoy feliz de estar acá, terminando mi gira por el NEA y feliz también porque uno vuelve a casa, aunque es tan lindo acá que pensé ‘nosé si volver a casa’”, bromeó Adriana, mientras la gente apoyaba su deseo de quedarse. Luego expresó: “Quiero dedicarles un tango, para Posadas… ‘Toda mi vida’” y cantó ese tango escrito en 1941 por José María Contursi, con música de Aníbal Troilo, despertando cálidos aplausos. Como si el arrabal atravesara sus cuerdas vocales, Adriana canta con un estilo único, pausado, sentido y fue conmoviendo con esas historias llenas de nostalgias, de desengaños y de corazones heridos. “Las cuarenta” fue la canción que dejó después mientras con la punta del pie dibujaba círculos en el piso, como queriendo bailar ese tema de Roberto Grela y Francisco Gorrindo. Seguidamente, llegaron “Malevaje” y un tango al que, según confesó, quiere mucho por pertenecer a Homero Manzi. Fue allí que se sentó, cruzó las piernas y con esa sensualidad tanguera que la caracteriza interpretó “Fuimos”. Inmediatamente, presentó un tango “tumbero, portuario, atorrante”, de autor anónimo que cantaba Edmundo Romero: “En un feca”. Mientras tanto, el público respondía a cada canción con fervorosos aplausos y el grito de “bravo” resonaba entre las butacas del Auditórium. Otro tema muy aplaudido fue “Quién hubiera dicho”, al que consideró como un “tango humilde, poco pretencioso que habla de ese momento en el que cuando la mujer se pianta… el hombre se enamora”, expresó y rió mientras intercambiaba pícaros comentarios con la platea masculina a quienes les recomendó: “Para todos ustedes y para que cuiden a la mujer que tienen al lado”. Virtuosismo por tresLas ovaciones no tardaron y mientras Adriana dejó unos minutos el escenario, el espectáculo continuó con un momento musical maravilloso, a cargo de los tres artistas que la acompañaron. En primer lugar, el bandoneonista Walter Castro – quien cuando tenía 16 años fue elegido por Osvaldo Pugliese para acompañarlo- fue ovacionado luego de presentar un solo de bandoneón sublime. En la sala se generó un clima de intimidad y el goce que despertó la música fue total. Le siguió en la guitarra, Rafael Varela, que cautivó con las melodías que brotaron de las seis cuerdas. Por último, el maestro Marcelo Macri deleitó a los presentes con su interpretación en el piano y el público festejó ese gran momento con fuertes aplausos. “La Gata Varela”Después de la brillante actuación de sus músicos, Adriana regresó al escenario, elegante con un sensual vestido negro. Así volvió a soltar las riendas de la noche arrabalera con “Alma de loca”. Uno de los grandes momentos de la gala fue cuando Adriana le dedicó “un tangazo a las chicas” y comenzó a cantar : “Malena canta el tango como ninguna y en cada verso pone su corazón. A yuyo del suburbio su voz perfuma, Malena tiene pena de bandoneón”. Con este clásico de Lucio Demare (música) y Homero Manzi (letra), Varela dejó a la luz que su canto es visceral y que va de corazón a corazón. Inmediatamente, estallaron los aplausos ante la emoción por este gran tango.Un momento que hizo reír a todos fue cuando Adriana, espontánea y directa dijo: “Voy a cantar un tango con el que conquisté España…”, hizo una pausa y agregó con humor: “Bueno… ellos primero nos conquistaron a nosotros, entonces yo fui a conquistarlos a ellos, pero bien, con amor y con música”, exclamó, mientras se escuchaban las risas del público. Fue entonces que cantó “Una canción para la Magdalena”, de Joaquín Sabina y Pablo Milanés, siguió “Con la frente marchita” y luego con un tema que Fito Paez le contó que compuso como tango: “Tumbas de la gloria”. Aplausos e innumerables “bravos” coronaron este segmento del show.Como no podía faltar, Adriana rindió un homenaje a su entrañable maestro, Roberto “Polaco” Goyeneche y le cantó un tango que Cacho Castaña compuso para él: “Garganta con arena”. Este fue otro momento memorable de la noche y que hizo cantar a la multitud.Antes de despedirse, la tanguera de ley buscó complicidad en la gente, que ya se hacía oír al pedirle que cante los más diversos temas. Ocurrente y chispeante, les dijo: “Si cuando me voy, ustedes gritan, piden otra, aplauden bien fuerte, enloquecen y se arrancan los pelos, yo vuelvo y les canto todo lo que me pidan”. Todos asintieron al pedido. Pues entonces cantó otro tango que hizo historia: “Los mareados” y contó con el gran acompañamiento coral de los presentes. Adriana se fue y el público soltó aclamaciones, gritos, silbidos y un aplauso prolongado que la hizo volver. Más distendida y con ese modo de ser de“piba de barrio”, se sentó y comenzó a cantar los temas solicitados por la gente. Así llegaron: “Como dos”, entre otros y después interpretó “De la canilla”, de Jaime Roos. Como broche de oro de una noche que supo de tangos y arrabal, Adriana se despidió con “La gata Varela”, un tango que Cacho Castaña compuso para ella. E
l Auditórium la aplaudió incesantemente y de pie, con la ilusión de que regrese pronto para cantar esos tangos como ninguna.





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