Una de las razones por las cuales el conocimiento logosófico conquista al espíritu humano, es la de estar fundamentado en verdades inalterables. Además, este tiende siempre a aproximar al ser a la realidad de la existencia, lo cual brinda la oportunidad de experimentar y percibir por sí solo el hecho cierto que configura a todo conocimiento proveniente de la sabiduría logosófica.Veamos; si tomamos, después de muchas observaciones, a un crecido número de seres, sin considerar para nada la posición y el estado de los mismos, veremos que la mayoría no sabe a ciencia cierta qué es la felicidad ni cómo ella puede alcanzarse, y menos aún conservarse. ¿Por qué acontece esto? Sencillamente porque cada uno de esos seres –puede esto afirmarse- vive ausente de sí mismo, es decir, de su propia vida y de su propia realidad. Es así como pasan inadvertidas a casi todos ellos, los hechos y las cosas, ya que de estar presentes en su conocimiento asumirían para su entendimiento y conciencia, especial significación.¿Quién, acaso, lleva cuenta de sus fugaces instantes de felicidad y de alegría? ¿Qué importancia se concede a esos mismos estados? ¿Qué huellas dejan en el espíritu? ¿Qué reflexiones promueven en la inteligencia?Pensamos que muy pocos podrían responder a lo que estos interrogantes sugieren. Tal vez ello se deba a que el ser humano, aunque aparenta realizar todos sus actos conscientemente, lo hace sin la menor seguridad consciente, y tal vez ésta sea la causa de que pase la mayor parte de sus días sumergido en pesares, agitaciones y amarguras de toda índole.Sabemos que la felicidad endulza la vida y la llena de esperanzas y de gracia, pero cuando la conciencia del ser permanece extraña a la felicidad al aproximarse ésta a ella, ocurre que su permanencia en el sentir íntimo es fugaz, y rápidamente se esfuma el bien que pudo otorgar o brindar.La Logosofía descubre el medio, no ya de alcanzar la felicidad, sino de crearla en uno mismo. Para lograr esto será menester corregir antes muchos conceptos erróneamente admitidos por la generalidad, conceptos que bien podría decirse, llevaron a la confusión, al escepticismo y a la insensibilidad. Parecería confirmarlo el hecho de que a medida que el ser fue alejándose de su origen a través de los tiempos y de las edades, se apoderó de él el pensamiento de separatividad; esto es, su desvinculación, como único ser racional entre todas las demás especies, de su Creador, y su desconexión de cuanto debió constituir la propiedad de su vida. La observación de los hechos que consigna la Historia, así lo atestigua.¿Qué experimentan los seres humanos durante el curso de sus días? Nada o muy poco en relación a lo que debieran experimentar, desde que, como hemos dicho, la mayoría vive ausente de su mundo interno y, por lo tanto, de su realidad.Sentir por las mañanas la felicidad de despertar; sentirla porque se comprende su significado. Sentir de igual modo felicidad en el trabajo y en cuanto se realiza en el día, y también en los pensamientos que anidan en la mente, y sentirla en el reposo, por la noche, es ser consciente de la vida y experimentar la felicidad porque se siente latir dentro de sí la vida universal.Pero debemos advertir que no todo lo que el hombre lleva a cabo durante el día le conduce a sentir la dicha anotada. Hay que crear la capacidad consciente para poder percibirla. ¿Cómo? Ofreciendo al alma aquello que le es grato; aquello que por conocimiento propio se sabe la hará feliz o dichosa. Al aumentar así el volumen de las posibilidades de una mayor felicidad, el secreto luego consistirá en conservarla, pues bien sabido es el vacío que se produce en el ser cuando ésta cesa de existir. Naturalmente, en esto mucho tiene que ver el cultivo de las calidades personales, el fortalecimiento de los sentimientos más tiernos y la identificación con un ideal superior que mantenga siempre vivo el anhelo de ser feliz. Y bajo la égida de pensamientos de esta naturaleza, se encontrarán los medios para neutralizar y mitigar las horas de dificultad, de sufrimiento o de simple contrariedad. Lo importante es no dejarse influir por el pensamiento común, que nada entiende de estas cosas, y que por lo mismo que no las entiende se burla de ellas, aun cuando sólo sea para su propio mal.La integridad del ser se alcanza reintegrando al mismo el pleno y libre uso de sus facultades educadas en el conocimiento superior. Es ésta una orientación más que el conocimiento logosófico pone al alcance de los entendimientos.





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