POSADAS. En ese “fluir en el arte” que experimenta hace 35 años, Tulio de Sagastizábal ha logrado un estilo propio en su obra y se ha abierto camino en Buenos Aires, donde reside hace muchos años. Por estos días, el artista posadeño está exponiendo su muestra “Trabajo de pintor”, en la planta baja del Museo Juan Yaparí (Sarmiento 319) y en el marco de su visita a esta capital, dialogó con PRIMERA EDICIÓN sobre el proceso creativo y sobre la libertad que encontró en la pintura abstracta, entre otros temas.Desde 1961, Tulio vive en Buenos Aires, donde se formó en el arte, ejerció la docencia y desde donde proyectó su carrera de pintor que le permitió exponer en salones, museos y bienales de distintos lugares del mundo y cosechar numerosos premios. De Sagastizábal regresó con sus obras al Museo Juan Yaparí, donde expuso por primera vez en Posadas, en 1989. Y teniendo en cuenta que la última vez que Tulio expuso en esta capital fue en la inauguración del Mac-UNaM en 2002, la presente muestra permite a quienes no pudieron seguir de cerca sus creaciones conocer su recorrido. “Trabajo de pintor” es “una antología de diez años de trabajo, desde 2003 al 2012, una antología muy resumida porque la idea era mostrar en esta sala pequeños fragmentos de series”, contó el artista que está presentando 21 obras en el Yaparí.Después de trabajar varios años con pintura figurativa, Tulio comenzó a bucear en la pintura abstracta. “Trabajo hace mucho tiempo en una especie de continuo narrativo que tiene que ver con mi propia práctica, o sea que una obra es continuación de otra, una serie es continuación de otra, por ahí no de la inmediata anterior, pero sí de alguna de hace dos o tres años que ha quedado allí como flotando, es una práctica muy inmersa en la propia historia de la pintura. La abstracción tiene su propia historia, sus propios recursos y sus propios referentes y después es un recurso imaginario constante, o sea una narración que no tiene un referente afuera, como en la pintura figurativa. Hice pintura figurativa los primeros doce años de mi carrera y a partir de 1997 empecé a trabajar en abstracción”.¿A qué se debió ese giro hacia la pintura abstracta?Me gusta la pintura y usarla como si fuera una escritura, poder pintar con la misma facilidad con que hablás, con la misma facilidad con la que escribís y de alguna manera las herramientas de la propia pintura, la línea, el color, me llevaron a empezar, es como que en algún momento me cansé de la representación, de estar obligado que la escena tuviera un sentido, que ocurriera algo. En lo personal, en la abstracción encontré mayor libertad, me empezó a cansar la existencia de la representación, pero a la vez continuando con la energía y la dinámica del acto de pintar, del gesto de pintar, como que me paré en el acto de pintar y a partir de allí empecé a construir una imagen, un imaginario, o sea una sucesión de imágenes que tienen que ver con una organización visual particular en cada caso diferente que por allí propone determinado tipo de desarrollo.¿Es difícil lograr un estilo en la abstracción?Es difícil conseguir que aún en los cambios y en las diferentes series, la gente pueda identificar eso como una pintura propia, que de alguna manera uno pueda transmitir la propia identidad a la pintura. Creo haber logrado eso, es una de las cosas que me dejan cierta satisfacción. Hay una cierta identidad en las imágenes que construyo, son representativas de mi propia conciencia, son como una especie de espejo. El lenguaje de la imagen es un lenguaje propio, que se cierra sobre si mismo. Es más bien para ser observado, contemplado y por allí uno mismo conecta con lo que esa pintura contiene. ¿Cómo es ese momento de trabajo del pintor?Es un estado de suspensión, lo que yo hago también son como imágenes en suspensión, cuando lo observás está ahí como presente pero a la vez en algún sentido todas las pinturas están como inconclusas, podían haber continuado, continúan en otro y el estado personal es un estado de mucha concentración, de mucha abstracción, es como un estado de ensimismamiento, me gusta mucho. Del acto de pintar me gusta eso, la soledad y todo lo que implica estar solo en el taller pintando, me apasiona muchísimo, voy al taller de lunes a lunes, pintar para mí es de vital importancia.La pintura abstracta es un constante fluir en la infinitud del arte y para De Sagastizábal es “un trabajo inagotable, y te da la sensación que vas a estar toda la vida haciéndolo, cuando uno se conecta con algo que es muy esencial de la pintura, uno sabe que se va a pasar la vida pintando, que no se va a agotar jamás esa fuente de inspiración y de placer. Hay momentos que puedo hacer treinta o cuarenta obras pequeñas y después me vuelve las ganas de hacer algo grande y me gusta ese cansancio físico que te da al pintar”, reveló Tulio y para finalizar subrayó: “Trabajo con la propia improvisación, en ese concepto de fluir de un acto continuo, improvisado, espontáneo. Generalmente la obra siempre me sorprende y cuanto más me sorprende, más me gusta”.




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