OBERÁ. Aquella noche, Lidia Beatriz Da Luz (35) perdió la paciencia. Es cierto que la ingesta alcohólica -luego confirmada por los peritos- le nubló un poco la razón. Pero la bronca se venía acumulando desde mucho tiempo antes y estalló como un volcán.Durante las horas siguientes, la Policía elaboró varias hipótesis y hasta habló de un supuesto triángulo amoroso, pero con el tiempo se supo la verdad: el crimen de Arsenio Tomás Antúnez (35) tuvo como móvil una venganza insólita. No se trató de un negocio fallido, una vieja disputa o un drama de familia. Fue un apodo el que desató el baño de sangre en la Picada Libertad. Hace poco más de una semana, el Tribunal Penal 1 de Oberá la encontró culpable del cruento homicidio y la condenó a doce años de prisión. Fue después de que su propio concubino, principal testigo y amigo de la víctima, contara en detalle el sangriento episodio.Sangrienta discusiónFuentes de la investigación le contaron a PRIMERA EDICIÓN los pormenores del episodio, que ocurrió alrededor de las 21 del viernes 9 de marzo de 2012 en Picada Libertad, cerca del Paraje Puente Alegre, a unos catorce kilómetros de Aristóbulo del Valle.En esa zona rural, donde se entremezclan chacras, cultivos y selva virgen, vivían Antúnez, Da Luz y su pareja, quien a priori resultaría determinante para resolver el caso.Según el testimonio del concubino, su pareja se encontraba picando carne en la cocina del inmueble que compartían cuando llegó Antúnez, amigo del hombre desde hace varios años.Como lo indicaron luego las pericias, tanto víctima como victimario se encontraban bajo los efectos del alcohol. Quizás por eso, Antúnez quiso “gastarle” una broma a la mujer de su amigo y la llamó por un sobrenombre que ella odiaba y por el que era conocida en la zona: “Tatuá”.Cuando escuchó otra vez ese apodo, la mujer se enfureció. Siguió cortando la carne por algunos segundos, pero la paciencia se acabó, mucho más con las constantes bromas de la víctima.Fueron milésimas de segundos los que determinaron el final de la historia. Para la Justicia, en el debate quedó acreditado que en ese momento Da Luz comenzó a discutir con su visitante. Los ánimos se caldearon, ambos salieron afuera de la casa y camino a la picada la mujer lanzó un brutal ataque a cuchillazos.Las pericias médicas develaron luego que Antúnez recibió ocho puñaladas, dos de las cuales le causaron la muerte de inmediato: una, la que le produjo una herida grave en la cavidad abdominal; la otra, de doce centímetros de profundidad por ocho de diámetro, en la espalda, que le afectó el pulmón derecho.Los vecinos hallaron el cuerpo de Antúnez cerca de las 6.50 del otro día y dieron aviso a la Policía. Los uniformados no tardaron en detener por orden de la Justicia a Da Luz y su pareja, de 48 años, quien enseguida se desligó del hecho y hasta colaboró con los detectives al señalar el lugar donde su mujer había escondido el arma homicida.Sentencia condenatoriaCon elementos suficientes, el caso llegó a juicio. El debate se celebró el pasado martes 30 de abril en el Tribunal Penal 1 de Oberá. Fue presidido por el magistrado Francisco Aguirre, secundado por los camaristas José Rivero y Lilia Avendaño.Durante esa única jornada, el concubino ratificó la declaración vertida en la instrucción y apuntó directamente contra Da Luz. Así también lo hizo un vecino de Picada Libertad.La mujer quedó muy comprometida y, a la hora de los alegatos, la fiscalía del tribunal, representada por la doctora Estela Salguero de Alarcón, solicitó la pena de 17 años de prisión. El defensor de la imputada, el letrado Eduardo Luna, en cambio, solicitó la absolución por el beneficio de la duda.En base a la evidencia, el Tribunal finalmente condenó a Da Luz a una pena de doce años de prisión, que ya está cumpliendo en la Unidad Penal V del Servicio Penitenciario Provincial, en Miguel Lanús.





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