E fraín Alegre convirtió su apellido en eslogan de su campaña para las elecciones presidenciales del domingo en Paraguay.Pero lo que el abogado del Partido Liberal promete es en realidad más seriedad en esta volátil nación agrícola de 6,5 millones de habitantes.La mayoría de las encuestas lo colocan segundo en las preferencias de voto para los comicios, considerados una vuelta de página a la crisis abierta con la destitución sumaria del presidente socialista Fernando Lugo a mediados del 2012.Alegre aparece detrás del empresario tabacalero Horacio Cartes, el candidato del conservador Partido Colorado, organización que ha dominado la política paraguaya durante décadas.En el peor escenario, el político de 50 años consolidaría su capital político alrededor de su discurso anticorrupción en un país donde las autoridades son a menudo salpicadas por denuncias de enriquecimiento ilícito.En el plano económico no habrían sorpresas. El candidato oficialista defiende del desarrollo industrial, los prósperos agro negocios y una mayor participación de la iniciativa privada en los asuntos del Estado.La carrera de Alegre hacia la presidencia no ha sido fácil. Su temprana ambición presidencial llevó a Lugo a destituirlo como ministro de Obras Públicas en el 2011 pues sus aspiraciones chocaban con las de otros colaboradores del ala izquierdista de su Gobierno.Alegre debió pelear duro para conseguir la nominación del Partido Liberal. Y un pacto electoral con el partido derechista Unacé se transformó en una pesadilla cuando sus nuevos aliados fueron acusados de vender tierras sobrefacturadas al Estado, un escándalo que sus rivales avivaron buscando sacar ventaja en una campaña sin demasiadas emociones.Pero dice que nada de eso le impedirá llegar al Palacio de los López, la sede del Gobierno paraguayo, para salvar a la nación de quienes “representan a las mafias”, una fórmula que usa a menudo para referirse a su rival Cartes, uno de los hombres más ricos del país a quien acusa de tener vínculos con el tráfico de drogas y lavado de dinero.“Hemos trabajado y luchado mucho para que ahora el Gobierno y la suerte de miles de compatriotas caigan en manos de quienes provienen de oscuros intereses, como el narcotráfico, el contrabando y las mafias”, dijo en un reciente acto de campaña.Alegre forjó su imagen de administrador serio durante años como burócrata en la gobernación del departamento Central -el más populoso de Paraguay- y luego como legislador.Pero tras su destitución como ministro de Obras Públicas fue acusado de adjudicar contratos a empresas que se declararon en quiebra poco después de recibir millonarios adelantos de parte del Estado, lo que ocasionó un perjuicio patrimonial de entre 20 y 30 millones de dólares.Alegre ha rebatido las denuncias, que están bajo investigación de la fiscalía, argumentando que cumplió a rajatabla con las exigencias de la licitación y que las empresas abandonaron sus obligaciones recién durante la administración de su sucesor.Nacido en Misiones, un departamento ganadero a unos 200 kilómetros al sur de Asunción, militó en organizaciones juveniles católicas antes de unirse al Partido Liberal, que junto con el Colorado han dominado la política paraguaya durante el último siglo.Su carrera política despegó cuando fue designado secretario general de la gobernación de Central.Como diputado y senador impulsó investigaciones sobre casos de corrupción que salpicaron a las administraciones del Partido Colorado, como una por enriquecimiento ilícito que involucró al ex presidente Luis González Macchi (1999-2003) y su esposa Susana Galli.Fue uno de los ministros con mejor imagen del Gobierno de Lugo, pero no dudó en apoyar el juicio político contra su ex jefe que irritó a la comunidad internacional y llevó a Paraguay a ser suspendido temporalmente de la unión aduanera sudamericana Mercosur.Sus críticos lo tacharon de “traidor”, pero él respondió: “La historia dirá finalmente si fue una decisión acertada pero lo hicimos con convicción”.Alegre es un hombre tan serio que sus asesores se preguntan si no se equivocaron con el eslogan de la campaña.Alegre, hombre de confianza y ministro de Obras Públicas del expresidente Fernando Lugo (2008-12), promete dar “seguridad y oportunidades de trabajo para todos”. Bajo el lema “Un Paraguay decente contra el Paraguay de las mafias”, el candidato centra su propuesta en tres ejes fundamentales: la lucha contra la pobreza (38% según cifras oficiales), una política energética que genere desarrollo y un fuerte énfasis en la educación.“El crecimiento económico solo no significa disminuir la pobreza”, dijo a la AFP al defender la universalización de la educación, la formación para el mercado laboral y la mejora de la calidad del sistema educativo.Alegre utilizó desde el comienzo de la campaña su apellido para darle una consigna a su proyecto político, bautizado como “Paraguay Alegre”. En su propaganda electoralista insiste en que “Paraguay Alegre” creará 200.000 puestos de trabajo al año.





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