Posadas. “Acá estamos en casa ajena, pero nos acomodamos bien, nos brindaron este lugar que es más chico pero lo importante es que nos cedieron para que podamos seguir cocinando para la gente necesitada”, manifestó Felicitas “Luly” Brizuela, la responsable del comedor Santa Rita que se mudó hace dos semanas al Centro de Desarrollo Infantil, luego de resolver abandonar las instalaciones de la iglesia Santa Rita, donde trabajaron más de 18 años. Las cocineras resolvieron mudarse cuando Estela Valiente, la responsable del CDI, ofreció el espacio porque desde la viceparroquia se había solicitado el desalojo del lugar que el comedor ocupaba. Luego de un par de días de conflicto, cambio de cerradura de por medio, Luly y sus compañeras de trabajo mudaron sus herramientas y los insumos al nuevo espacio que funciona a pocos metros, sobre la avenida Monseñor de Andrea, a pasos de Chacabuco. Aunque extrañan el horno de barro que habían construido con sus propias manos, así como las instalaciones más amplias, las mujeres entre ellas Bety y Delia se amañan para preparar la misma cantidad de porciones, alrededor de 300, ya que las necesidades y los pedidos cada día son más. El comedor recibe fondos de Naciones Unidas, a través del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación pero tiene un cupo. “Pero todo el tiempo llega gente nueva pidiendo un plato de comida, y como podemos tratamos de atender las necesidades, cómo le vamos a negar”, dijo preocupada Luly.Bety, en tanto, comentó que uno de los casos que preocupó mucho a las mujeres fue el de una pareja con muchos chicos que llegó -según dijo- de la zona de la Medalla Milagrosa (Villa Cabello) que acudieron allí en busca de comida, ya que no tienen recursos para atender a sus hijos discapacitados. Un hombre se arrimó a la puerta cerrada con una reja y alcanzó un pequeño recipiente de plástico, “hoy necesito comida para uno”. “Enseguida comenzamos a servir y abrimos la ventana”, señaló Bety, explicando que primero preparan todos los recipientes que acerca la misma gente, sirven para todos y después los vecinos comienzan a pasar por un pequeño pasillo que da a una ventana del salón donde ahora cocinan. Mientras Delia comienza a servir, Cristina controla el horno donde está preparando “panes para celíacos”. “Todavía no tenemos lugar para hacer el pan para todos, porque el espacio es pequeño, pero de a poco nos vamos acomodando”, agregó la mujer. Luly agregó que la encargada del CDI también ofreció un sector de patio para hacer un horno de barro, pero todo irán haciendo de a poco.Sin rendirse, las mujeres agregaron que paralelamente están trabajando y buscando algún terreno por la zona que se pueda gestionar su compra con el fin de que se construya una sede para el comedor. “Esto no es para mí, ni para las demás que trabajan acá, es para la gente, queremos que quede algo donde siempre se pueda atender a los necesitados, discapacitados”, comentó Luly, quien no pierde la esperanza de que el comedor que inició hace 18 años siempre pueda brindar un plato de comida para aquellas personas sin recursos.





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